El Triángulo de las Bermudas encuentra localización geográfica entre las Islas Bermudas, Puerto Rico y Miami, se ha hecho famoso por la desaparición dentro de su perímetro de barcos y aviones sin dejar rastro de sus cientos de pasajeros, existen investigaciones científicas sobre ese fenómeno, pero aún nada concluyentes por lo cual compiten con infinidad de mitos y leyendas surgidos de la incógnita que suscita. Pero comprueba que no se requiere de la inmensidad de masa marina para reproducir el fenómeno de desaparición de personas, cosa que en México ya forma parte de un desafortunado costumbrismo social. Porque en este país la desaparición de personas en varios puntos de la geografía nacional es cosa cotidiana, como la resiente desaparición de 23 personas que el lunes por la noche salieron de San Felipe Torres Mochas, Guanajuato, con destino a Coahuila en busca de mercado laboral, pero a la altura de Matehuala, SLP, se les perdió el rastro. Otro grupo de personas, en aquel mismo lugar, habían sido reportadas desaparecidas pero ya fueron localizadas. Lamentablemente aquí no hay cabida para el mito, pues ese es un fenómeno ya muy generalizado en el país y corre aparejado en dramático correlato con un sinfín de entierros clandestinos; aunque en estricto sentido legaloide no es posible atribuirlo a la delincuencia organizada, todo parece coincidir en que así se podría comprobar. Porque en esa región el tránsito de la migración laboral es intenso y porque se trata de una zona donde las autoridades no muestran capacidad para impedir o al menos reducir el delito de tráfico de personas y sustancias de luminosos efectos. Es dramático, pero cada vez con mayor contundencia parece confirmarse la información surgida en el Departamento de Estado de los EEUU relativa a que una porción de significativas dimensiones de nuestro territorio ya está siendo controlada por las fuerzas del crimen organizado. Los argumentos en contrario son rotundamente debatidos por los datos de una terca realidad que provoca insomnio a la población mexicana. “Amaos unos a los otros”, quizás sea el apotegma cristiano más contradicho por la acción del hombre.