jueves, noviembre 21, 2024

No hay democracia sin partidos políticos

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Es de Perogrullo argüir la necesidad de los partidos políticos para a través de su promoción de afinidades formar gobierno, todo pese al desprestigio que afecta a no pocas de nuestras siglas partidistas. Por ese lastre de pésimos antecedentes se ha llegado al extremo de sugerir la desaparición de nuestro diagrama político de los partidos, pero si así se procediera estaríamos ingresando a la hipótesis de lo imposible, simplemente porque sin partidos políticos es inconcebible la democracia, dupla indisoluble, sin duda. Por esa tesitura, entre los partidos políticos se escenifica una pugna en la lucha por la existencia donde el más capaz sobrevive. En esa pugnaz confrontación participa, quien lo dijera, el otrora hegemónico y todopoderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI) la institución partidista más protagónica de la segunda mitad del siglo XX mexicano, sin la cual no es posible explicar nuestra evolución política. No pocas voces la crítica mordaz señala al PRI como la fuente de todas las desgracias de este país, olvidan que sin el PRI como instrumento político de una evolución política mexicana no hubiera sido posible la transición ni la alternancia política dentro de los moldes establecidos por nuestra Constitución Política, es decir, sucesiones de gobierno en paz y con tranquilidad. Pues bien, en virtud de que todo lo que comienza termina, en los actuales tiempos pudiéramos estar en la tesitura de observar la desaparición de estrellas otrora fulgurantes en el firmamento político nacional. Como el PRI, por ejemplo. Es solo una suposición, pero los números y las circunstancias que se advierten en la superficie social así lo manifiestan. Después de la elección federal de 1988, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) tuvo en el centro de su estrategia desaparecer al PRI del diagrama de partidos en México, estrategia fallida porque el PRI mantenía un efectivo poder territorial y legislativo que impidieron aquel diagnóstico erróneo. Hoy, cuando el PRD es solo una entelequia, el PRI ha perdido poder territorial y legislativo, y en su horizonte no se advierten signos alentadores ¿serán signos de su ocaso? Lo ignoramos, pero si en la década de los noventa el PRD  tenía como centro de su estrategia la desaparición del PRI para quedar en su lugar, ahora el PRI y el PRD luchan por su sobrevivencia. ¿Cuál será la situación de esos partidos políticos después de la elección de 2024? Ya falta poco para saberlo, la incógnita reside en saber en qué lugar nos encontramos.

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