a muerte sorpresiva del exrector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, sacudió ayer al medio cultural y a la política nacional y local en Jalisco. A la cultura, porque Padilla era una personalidad con reconocimiento internacional por su papel como creador y presidente de la FIL de Guadalajara, la feria editorial y cultural más grande de México y del mundo de habla hispana; y a la política, porque con su fuerte personalidad y su indiscutible oficio político, Raúl ejerció por más de 28 años un cacicazgo real en la segunda Universidad pública de México, a la cual ayudó a expandirse y crecer en todo el estado de Jalisco, mientras ponía y quitaba rectores y, desde un maximato legitimado por el recio control que siempre tuvo de esa Casa de Estudios, dictaba y ordenaba las políticas universitarias.
Fue tan real y tan grande la influencia política de «El Licenciado», como solían referirse a él desde las cúpulas universitarias, que luego de haber sido candidato a gobernador de Jalisco por el PRD en 1995, se volvió aliado de López Obrador quien, como dirigente nacional del sol azteca, lo hizo diputado y coordinador de la bancada perredista en el Congreso local. En esa época, Padilla creó el Grupo Universidad y controló la dirigencia del PRD a nivel estatal, además de impulsar a políticos lo mismo dentro del perredismo que en el PRI. Pero con el paso de los años su relación con Andrés Manuel se fue deteriorando hasta que, a finales de 2017, al apoyar el Frente por México, que postuló a Ricardo Anaya como candidato presidencial en los comicios de 2018, prácticamente rompió con el tabasqueño.
Eso le valió que, ya como presidente, López Obrador lo atacara en varias ocasiones desde su conferencia mañanera, llamándolo «cacique» y diciendo que «él manda en la Universidad de Guadalajara», además de acusarlo de desviar los fondos públicos para esa universidad y declarar, desde el gobierno federal, una suerte de boicot en contra de la Feria Internacional del Libro, evento al que calificó como «en contra de nuestro gobierno» por la participación de escritores e intelectuales como Mario Vargas Llosa, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín y hasta ordenó que dejarán de asistir los funcionarios federales.
Y si a nivel nacional Raúl Padilla llegó a gravitar no sólo por los ataques presidenciales, sino también desde su participación en 1997 en el llamado Grupo San Ángel, que fue promotor del primer IFE ciudadano y de la alternancia democrática, en la política de Jalisco la influencia del fallecido exrector fue decisiva en los últimos 28 años, tiempo durante el cual mantuvo un control total y absoluto de la vida universitaria, consolidó a la UdeG como una universidad con presencia en todo la entidad jalisciense y fundó y le dio proyección internacional a la FIL y al Festival de Cine Mexicano de Guadalajara.
Pero su dominio caciquil en la UdeG, donde controlaba decisiones, políticas y también presupuestos, no estuvo exento de conflictos. En 2008, el entonces rector de la UdeG, Carlos López Briseño, quien era compadre de Padilla López, se rebeló contra el cacicazgo de Raúl, a quien acusó en entrevistas y declaraciones, de que «quería darme órdenes, instrucciones, me quería imponer cosas con el argumento de que eran del Grupo Universidad». El intento de rebelión de López Briseño, quien amenazó con auditar el manejo de recursos de Padilla en la FIL, el Teatro Diana y el Festival de Cine Mexicano desató una confrontación pública que agitó las aguas universitarias hasta que finalmente el rector fue destituido en agosto de 2008. Un año más tarde, Carlos López Briseño se suicidó un 19 de noviembre de 2009.
El otro capítulo turbulento en el reinado de casi 30 años de Padilla López, en la segunda universidad más grande del país, ocurrió en el actual gobierno de Enrique Alfaro. El gobernador emecista se confrontó públicamente con Raúl Padilla y con el actual rector de la UdeG, Ricardo Villanueva, tras acusar que «Padilla es un mafioso y un cacique disfrazado de promotor cultural». El pleito que duró casi cuatro años, llevó a Alfaro a declarar un boicot e incluso encabezar una marcha en contra de la pasada edición de la FIL en noviembre de 2022, y a la Universidad de Guadalajara a realizar más de 100 marchas, algunas de ellas multitudinarias, para denunciar la intromisión del gobernador en la autonomía universitaria y acusar la retención de recursos públicos a la casa de estudios jalisciense.
En octubre de 2020 la otra faceta de Raúl Padilla, la de promotor cultural y visionario en la difusión de la cultura, recibió un reconocimiento internacional que no dejó dudas sobre la trascendencia de su obra y legado cultural para Jalisco y México: el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. En la ceremonia, realizada en Oviedo, España, en donde participó a distancia con un discurso leído en videoconferencia, el presidente del Patronato de la FIL Guadalajara dio un mensaje en el que claramente aludía al gobierno de López Obrador y sus políticas demagógicas en contra de la cultura: «Los libros, y en general la letra impresa, se alimentan de la libertad y a la vez la amplían. La modernidad política apareció con la libertad de imprenta, con el derecho a escribir y publicar sin restricciones. Defendamos este valor fundamental, con más razón frente a los gobiernos populistas que hoy amenazan nuestra gerencia liberal y ponen en riesgo la democracia».
También defendió en esa ocasión a la Feria Internacional del Libro, ante los embates y descalificaciones desde la 4T: «Nuestra Feria es una empresa cultural pública, creada y sostenida por la Universidad de Guadalajara. Esta fórmula parece un error para quienes desean que la suerte del libro se deje entera en manos del mercado, pero también a los gobiernos que creen que la cultura es prescindible y que los libros, la ciencia, la educación, deben sacrificarse por otros ideales».
Ayer por la mañana, según lo informó su enemigo político, el gobernador Enrique Alfaro y lo confirmó después la Fiscalía de Justicia de Jalisco, Raúl Padilla López, a la edad de 68 años, se quitó la vida en su casa del fraccionamiento Vallarta Poniente. Aunque no se habían dado anoche mayores detalles del suicidio y se hablaba de una carta póstuma dejada por el exrector de la UdeG, no deja ser paradójico que su padre, Raúl Padilla Gutiérrez, también se suicidara el 28 de diciembre de 1972, con una pistola calibre 45 a los 49 años de edad. Raúl Padilla López tenía entonces 18 años de edad. Fue el mismo hijo quien le dio la noticia a su familia y llamó al Ministerio Público.
En una ocasión, quien fue su antecesor en la rectoría de la Universidad de Guadalajara, Enrique Javier Alfaro Anguiano –padre del actual Gobernador de Jalisco– comentó públicamente que nada extraño sería que Padilla López tuviera el mismo final trágico que su padre. «Raúl guarda en su escritorio la pistola con la que se suicidó su padre. A nadie le extrañaría que la tragedia lo llevara hacia un mismo final», dijo el entonces exrector Alfaro. ¿Fue deseo o premonición?