Por Raúl Arias Lovillo
A partir del presente tengo la intención de publicar un texto semanalmente sobre diversos temas que afectan al desarrollo de Veracruz. Hoy más que nunca es urgente que se recupere la capacidad de diálogo sobre el futuro de nuestra entidad. Solamente el diálogo basado en razones y argumentos podrá minar, poco a poco, la polarización social que hoy caracteriza nuestra vida cotidiana. Veracruz no resolverá sus problemas sin la incorporación de todas las voces de mujeres y hombres, en un fructífero diálogo que contribuya a sentar las bases de los proyectos que anhelamos en nuestro estado para superar nuestros ancestrales problemas, donde destaca sin duda la enorme desigualdad social.
Más allá de nuestro genuino orgullo de considerarnos veracruzanos, tenemos que aceptar que Veracruz desde tiempos ancestrales ha sido históricamente fundamental para el desarrollo de México. En el sur de Veracruz se asentó la cultura olmeca, considerada la cultura madre de las culturas mesoamericanas. Veracruz fue la entrada de la cultura occidental, aquí se desarrolló el primer municipio del continente americano y hasta hace algunos años atrás aportábamos una parte importante del Producto Interno Bruto nacional.
Incluso en diversos foros se ha hablado del improbable caso en que Veracruz tuviese la facultad de desarrollar todas sus potenciales capacidades económicas, sociales y culturales, seríamos hipotéticamente el país más rico de toda el área centroamericana.
Hoy, desafortunadamente, Veracruz se encuentra sumido en una catástrofe. Pareciera que, a pesar de las enormes riquezas que aún se conservan a lo largo de toda su extensión territorial, ya no existe futuro para sus habitantes. Somos uno de los estados con los mayores niveles de violencia e inseguridad del país, una de las entidades donde se registra un gran número de feminicidios, prácticamente somos un estado sin crecimiento económico, sin capacidad real de generación de empleo, con un enorme deterioro de sus carreteras y demás infraestructura vial, un estado que ha carecido de la inversión pública necesaria para evitar el desplome social que hoy vivimos. Y lo peor, hoy tenemos mas pobreza en Veracruz y mayor desigualdad social.
¿Estamos condenados a vivir eternamente en la pobreza? ¿a salir a la calle con temor a la inseguridad? ¿a tener un empleo mal pagado y con escaso o nulo desarrollo profesional? ¿a transitar por carreteras y caminos siempre deteriorados? ¿a sufrir los pésimos servicios públicos? ¿a tener una educación mediocre por siempre?
Estamos convencidos que no tenemos que vivir por los siglos de los siglos arrastrando estos problemas. El futuro no está predeterminado, se pueden cambiar las cosas si logramos, entre todas y todos, construir los consensos sociales que se requieren para nuestro desarrollo.
En primer lugar, Veracruz necesita dejar atrás las políticas públicas fundadas en la improvización y las ocurrencias. Como lo he destacado en otras ocasiones, se requiere contar con políticas públicas que estén basadas en la información y el conocimiento. Esto no es un sueño, actualmente se cuenta con herramientas e información abundante para impulsar políticas públicas que nos lleven a los resultados esperados.
En segundo lugar, los puestos públicos deben ser ocupados por las mujeres y hombres mejor preparados profesionalmente. No se puede seguir confiando en la mediocridad de las personas que son honestas, la experiencia nos muestra que no tenemos buen desempeño profesional y no pocas veces se ha caído en actos de deshonestidad. Los servidores públicos deben ser cien por ciento capaces y cien por ciento honestos.
Finalmente, es necesario crear un sistema con mecanismos probados para eliminar de una vez por todas la corrupción y la impunidad de los servidores públicos.
Poco a poco vamos a abordar la complejidad de nuestra realidad social y las alternativas de solución de nuestros problemas para recuperar la grandeza de Veracruz.