Estrictamente Personal
Raymundo Riva Palacio
Hay una corriente de opinión que quiere que se cancelen las mañaneras y que deje de atacar, maldecir, insultar y difamar el presidente Andrés Manuel López Obrador, porque considera que polarizan. Quienes así lo desean pecan de ingenuidad y de visión estratégica. Lo primero, porque no se necesitaría que López Obrador diga que eso no sucederá, porque es obvia su utilidad política, y lo segundo, porque esa herramienta de poder es un búmeran. Si quieren los opositores y críticos de López Obrador llevarlo a una rendición de cuentas política, histórica y penal, el gran aparador de la mañanera es el camino correcto. Aun en el casi imposible caso que se suspendieran, ¿de verdad piensan que se acabaría la polarización?
Polarizar es una estrategia bien pensada de López Obrador para cohesionar y fortalecer el núcleo duro de 14 millones de votos y, al mismo tiempo, para luchar incansablemente para que la oposición no sea homogénea y se meta en un proceso de balcanización que destruya cualquier intento de alianza electoral. La polarización, además, no es sólo resultado de la conducta presidencial, sino en buena medida responsabilidad de actores políticos y medios que diariamente litigan contra López Obrador y caen en su juego provocador y distractor. Si en lugar de entrarle a todos los temas que aborda, muchos de ellos banales y estériles, lo ignoraran, habría menos tensión y rispidez en el paisaje nacional.
López Obrador se nutre del conflicto. ¿Treinta años de estarlo haciendo no han sido suficientes para que lo entiendan? Cuando se ausenta, como sucedió en Semana Santa, la única medición de éxito que tiene, su popularidad, baja. Un análisis de SPIN Taller de Comunicación Política, que hace un recuento cuantitativo y cualitativo de las mañaneras, citado por La Silla Rota, muestra que aunque López Obrador tiene 10 millones de seguidores en Facebook, menos de 1 por ciento de ellos lo sigue en su espacio matutino. Sus mejores momentos se dieron en el primer tercio del sexenio, cuando alcanzaron una audiencia de casi 3 millones de personas, pero se fue cayendo sostenidamente hasta tener actualmente a menos de 100 mil personas en Facebook por mañanera.
Paradójicamente, para beneficio existencial y catártico de los agoreros de la polarización, las mañaneras, como dijo López Obrador ayer, no desaparecerán. López Obrador las necesita porque son la manguera por donde le inyectan gasolina sus adversarios y críticos para que pueda seguir avanzando. Son ellos, colectivamente, el anti-Peje que el Peje requiere para sobrevivir. Sin embargo, vistas las mañaneras desde el reverso de la moneda son la prueba fiel de su disfuncionalidad como Presidente, de sus mentiras, ocurrencias e ilegalidades. Es el espacio donde viola flagrantemente la ley, dice sandeces y hace ridiculeces. Hay millones que lo ven de manera diferente, muchos de los cuales, probablemente, modificarán su idea sobre López Obrador cuando tengan un choque en sus percepciones y descubran que lo que creían era falso.
Pero aun si esto no se diera durante los 14 meses que faltan para las elecciones, debido a su magnética personalidad, tampoco cancelaría la rendición de cuentas más allá del sexenio –que termina en octubre del próximo año–, ni la exhibición de sus tramposas fantasías, posicionamientos absurdos y, para quien desee elevarle el costo, denuncias penales. Las evidencias estarían a la mano, en las transcripciones en el portal del gobierno, en el canal de YouTube de la Presidencia, en la videoteca de los canales de televisión del gobierno, o los archivos digitales, videográficos o impresos de los medios de comunicación. Unos pequeños botones de muestra:
*¿Payasadas? La rifa del avión presidencial que nunca fue rifado, su detente contra el Covid-19, sus abrazos y no balazos.
*¿Burlas? La vacuna Patria contra el Covid, que dijo era invento mexicano, comprada a un laboratorio de Nueva York, y los ventiladores para la pandemia que iba a fabricar el Conacyt, que tuvieron sobrecosto, que no se usaron en México y se enviaron a Cuba, donde se disfrazó el fracaso.
*¿Daños al erario? Ahí están la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, la cancelación del aeropuerto en Texcoco, la compra de plantas de Iberdrola, el congelamiento de permisos para extraer petróleo.
*¿Denuncias penales? Por ordenar la liberación de Ovidio Guzmán López tras ser detenido en 2019 para ser extraditado a Estados Unidos, y el desabasto de medicamentos para niños con cáncer, que puede constituirse, por haber sido una política de Estado contra un grupo específico de personas que provocó muertes, en un crimen de lesa humanidad.
La mañanera es una caja de cristal inolvidable. Ahí están documentados su apoyo ignorante –porque soslaya que hubo una violación a la ley– a Donald Trump, a los dictadores Daniel Ortega, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro; sus pleitos gratuitos con las agencias de inteligencia de Estados Unidos y el Departamento de Estado, con España y Perú; su exigencia inverosímil de que China le informe sobre la distribución de fentanilo ilegal que produce. También lo que piensa y no entiende del feminismo, su maltrato a la clase media, su impúdica ignorancia de los asuntos internacionales o de la forma como funcionan las sociedades, donde extrapola su cosmogonía macuspana al mundo. Parafraseando a Churchill, López Obrador habla de muchas cosas de las que no sabe nada.
¿Por qué quieren entonces que se acabe la mañanera? Por favor. Necesitamos que se siga registrando lo que apunta a ser la peor Presidencia que ha tenido México en la memoria, en razón de los resultados, inversos al desarrollo y el bienestar. Necesitamos guardar una memoria de lo que hemos aguantado, y habremos de vivir un año y medio más con una mañanera donde se comprueba diariamente el enanismo del gobierno y su cabeza, al ritmo de Chico Che. ¡Que viva la mañanera con su capitán de las mil pistas! ¿La polarización? Recuerden Tabasco en los 90, sin mañaneras ni redes sociales. Nada volvió a ser igual en la sociedad y nada lo será aquí. Mantenerlas puede aumentar la diferencia, no se equivoquen.