Mientras la clase política se despedaza por tomar el poder –y con ello se lleva al país entre las patas-, quienes tienen responsabilidades públicas descuidan miserablemente aquello que es verdaderamente importante para el pueblo al que juran defender, como el acceso a servicios públicos eficientes y dignos.
En especial, el suministro de agua potable se ha convertido en un serio problema a nivel global, que en el estado de Veracruz se vuelve caótico cuando llega la temporada de estiaje y el líquido escasea de manera alarmante.
Xalapa, la capital veracruzana, es una de las ciudades que más sufre en el estado por los problemas de abasto. En primer lugar, porque depende del agua que le llega de otras regiones -que incluso no son parte del territorio estatal- y que en más de una ocasión han chantajeado a los gobiernos municipales –indistintamente del partido que esté al frente- para que les doten de obras –lo cual no les corresponde-, a cambio de no cerrar las válvulas que regulan el paso del agua hasta la ciudad.
Pero no es el único problema que ha hecho escasear el líquido en la capital. La nula planeación urbana que permitió un crecimiento desordenado de la ciudad y ahora de su zona metropolitana, absorbiendo los cuerpos de agua naturales para un consumo residencial descontrolado, junto con la deforestación y las consecuentes sequías, han provocado un cambio en el clima que está llevando a Xalapa a una situación de escasez delicada.
Todavía hay quienes recordamos las épocas en las que en Xalapa llovía la mayor parte del año y el clima era extremadamente húmedo y bastante frío. En la actualidad eso ha quedado reducido a ser una anécdota histórica, pues hay momentos en que la temperatura llega a ser más alta que la del puerto de Veracruz al mismo tiempo, sin que caiga una gota de lluvia en semanas o meses. Y cuando al fin lo hace, causa grandes estragos por inundaciones, deslaves y derrumbes.
Este año, el estiaje en Xalapa ha sido especialmente crudo. Hay colonias –generalmente de la periferia, aunque también varias de las cercanas al centro de la capital- que tienen semanas sin que llegue una gota de agua a los hogares, lo que ya ha llevado a la población a la necesidad de salir a protestar, a bloquear calles y a hacer saber a las autoridades que la situación es insostenible.
Lo más que hace el ayuntamiento es enviar pipas de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento a ciertas zonas para abastecer lo que alcance. Que no suele ser mucho. Fuera de eso, el gobierno municipal se limita a hacer tandeos y a pedirle a la población, básicamente, que “aguante vara” en lo que llega la temporada de lluvias.
Sin embargo, ninguna administración municipal, anterior o la actual, ha encontrado –pensando en que verdaderamente la haya buscado- alguna solución a un problema que no va sino a profundizarse en los años por venir, porque el agua potable es un bien cada vez más escaso. Y los más grandes conflictos sociales en el corto y mediano plazo tendrán que ver con el acceso al líquido.
Entre tanto, todos los políticos están más pendientes de sus “grillas” personales, del próximo cargo al que piensan “brincar” y algunos, irresponsables e incapaces, desperdician tiempo y recursos públicos en hostigar y agredir a quienes no son sumisos ante sus arbitrariedades.
La crisis del agua nos ha alcanzado ya. Y ciertamente no estamos preparados.
Vientos golpistas II
Más allá de las balandronadas y la demagogia que encierra toda la retórica del populismo obradorista, el conflicto que están provocando con sus agresiones a la Suprema Corte de Justicia ha escalado a un nivel insostenible.
Y no se augura nada bueno. En el “manifiesto” que leyó el gobernador Cuitláhuac García este martes para reiterar el llamado a asediar la sede de la Corte el próximo 20 de mayo, acusó temerariamente que con la anulación de una parte del “Plan B” de reforma electoral “se ratificó que la mayoría de ministras y ministros renunció a su mandato legítimo y constitucional traicionando su juramento”.
Ese sesgo forma parte del guion que los voceros oficiosos de la “4t” están gritoneando. De eso a darle un golpe al Poder Judicial y desconocerlo, dando paso a una tiranía pura y dura, la distancia es milimétrica.
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