No existe ninguna correspondencia entre el seguimiento aplicado a la solución de los problemas sociales a cargo del gobierno de la república y la expectativa acerca de quién será el próximo presidente de la república y el partido o la alianza partidista que resultará triunfadora en el lance electoral de 2024. Aunque debemos puntualizar que el suspenso corre a cargo de un sector minoritario de la población mexicana porque a la gran mayoría solo le preocupa el día a día, el cómo encontrar y conservar el empleo, o encontrar la solución a los problemas cotidianos relativos a la familia y educación de los hijos, a este sector queda admirablemente bien la estrofa diazmironiana: “no viendo más que sombras en el camino me contempla el resplandor del cielo”. Obviamente, a los inversionistas interesa si el nearshoring será aprovechado y alcanzará el éxito deseado acompañado con la plena vigencia del estado de derecho, a quienes trabajan en el sector agropecuario angustian las sequías proteger su hato ganadero, menguado por un incontrolado abigeato, a los comerciantes la escalada de la extorsión es el amargo pan de todos los días, a la clase media evitar el secuestro, y a la población en general la esperanza de reducir los puntos de la inflación y los índices delincuenciales. Sin embargo, un sector de no menor importancia, el de la ciudadanía interesada en el acontecer de la cosa pública permanece atento el desarrollo de los acontecimientos políticos, porque ya está cerca la fecha establecida por el presidente para elegir en MoReNa al candidato presidencial, un suceso muy semejante a cuando el PRI recibía la consigna presidencial para “destapar” al elegido. Después de la elección en Coahuila y el estado de México, Agosto próximo señalará el rumbo de la sucesión presidencial ¿es Claudia? ¿Seguirá López? ¿o “el sucesor” Ebrard? He allí una cuestión de interés nacional en tiempos de vertiginosos cambios en el marco normativo del país y en las formas de hacer política. Durante el priismo imperial el presidente retrasaba todo lo posible el día del destape porque a partir de ese momento se iniciaba un juego de suma-resta, pues mientras el poder del presidente en funciones decrecía el candidato adquiría mayor presencia política. Presidentes hubo con ambiciones de trascendencia post sexenal, sin embargo, solo Plutarco Elías Calles logró ese cometido muy a medias, porque a dos años de iniciado en 1934 el periodo de Cárdenas, en 1936, éste lo mandó al exilio junto a una camarilla de cercanos colaboradores. En esa tesitura, cabe la doble interrogante acerca de si AMLO perderá fuerza política una vez señalado al candidato de MoReNa y si le será posible la trascendencia sexenal. La respuesta al primer supuesto se percibe negativa, debido al control hasta ahora mostrado, sobre el segundo no sabemos aún hasta qué grado llegará su apetito de poder y si su salud lo permita. Por lo demás, será mejor aguardar al resultado electoral porque en el escenario Morena no va solo porque los de enfrente también juegan.