En tiempos de Luis Echeverría. Al cierre de su gestión, los problemas se multiplicaban y a la par surgían comentarios chuscos en su contra y eran moneda de curso común, uno de ellos refería: “si no sabes qué hacer, forma una Comisión”, y a continuación se aludía a la Comisión formada para saber quién pinto al Rio Amarillo, otra más para investigar quién mató al Mar Muerto, y para no dejar, otra para investigar si el Rio Orinoco era efectivamente de orines. Todo formaba parte de una reacción de los opositores al gobierno echeverrista y una inconformidad social porque el entorno económico sufría la devaluación del peso y una creciente inflación menguaba la capacidad de compra del mexicano promedio. Seis años más tarde, en el ocaso de su administración, el presidente López Portillo también enfrentó duras críticas y fuertes embates desde la iniciativa privada emplazadas en duro enfrentamiento cuyo epilogo fue la dramática estatización de la Banca. Con Miguel de la Madrid el panorama no fue diferente, aunque ahora acompañado con la ruptura en las filas priistas por la inconformidad de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, quienes exigían consulta a la militancia para elegir al candidato presidencial, de allí el surgimiento de la Corriente Crítica. Salinas de Gortari enfrentó serios estremecimientos en el sistema político con el surgimiento del Frente Zapatista, en Chiapas, en la alborada de 1994, en marzo de ese año la trágica muerte del candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio, y en septiembre el asesinato del diputado Francisco Ruiz Massieu señalado para ser el coordinador de la bancada priista en el Congreso General. Ernesto Zedillo comenzó su gestión con la terrible devaluación conocida como “los errores de diciembre”, y para el equilibrio del sistema financiero diseñó el impopular Fobaproa; en el marco político designó seis presidentes en el PRI, descontrolando su funcionamiento y cuando los tiempos de la sucesión llegaron abrió la oportunidad de una contienda electoral sin la intervención del gobierno, obteniendo como resultado la alternancia en la presidencia de la república con Fox de sucesor. Fox fue un buen candidato pero pésimo presidente, teniendo, además, la oposición unida del PRI y del PRD en el Congreso Federal que lo maniataron para impedirle fraguar los cambios ofrecidos en campaña. Calderón le ganó la candidatura a Santiago Creel, candidato de Fox en el PAN, inició el combate frontal contra la delincuencia organizada sin lograr abatirla. Por efectos de la democracia al interior del PAN, tampoco el presidente Calderón pudo poner a su candidato a la presidencia y la afortunada fue Josefina Vázquez Mota, de bajo perfil, y no le fue bien pues abonó el camino a Enrique Peña Nieto, quien también dejó atrás a Manuel López Obrador. Fresca está en la memoria la turbulenta sucesión de Peña Nieto, cuyo declive en la apreciación ciudadana comenzó con el reportaje sobre la Casa Blanca, después los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y se prolongó hasta el final en medio de una generalizada inconformidad social que fertilizó la ruta del triunfo de López Obrador. Cuando se analicen en retrospectiva los acontecimientos actuales se podrá advertir objetivamente y en panorama más amplio cuanto está sucediendo en el quinto año de la administración del presidente López Obrador, quien carga sobre sus hombros el pesado expediente de trascender a su sexenio, sin embargo todo depende del desenlace del cierre de su gobierno. El trámite es difícil y requiere de cuidadoso calculo: en primer término está la designación del candidato presidencial de Morena, teniendo especial cuidado en no provocar inoportunas rupturas, del desenlace de esa trama dependerá en mucho el porvenir de su proyecto transexenal. Por supuesto, el soporte fundamental radicará en el aporte al desarrollo económico y social de las tres grandes obras de este gobierno, de las cuales el aeropuerto aún no despega, Dos Bocas ya es incógnita y el Tren Maya difícilmente ofrecerá resultados inmediatos. Ese es el panorama general, pero en el día a día, todavía seremos testigos de confrontaciones políticas de desenlace posiblemente inesperado, también de la enconada pugna del Poder Ejecutivo contra el Poder Judicial, una contienda de pronóstico reservado. Todo a cargo de un nuevo proyecto de nación, que nadie está seguro si será posible instalarlo o languidecerá una vez que su promotor pierda fuerza a medida que se acomoden las piezas del relevo, porque la historia demuestra que el poder se ejerce, no se comparte, aunque siempre hay una primera vez.