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Si los ciudadanos pasan de los políticos, no les piden cuentas,
no castigan a los corruptos y no premian a los que se lo merecen,
¿quién controlará a los partidos o a los Gobiernos? ¿Cómo se les obligará a cambiar?
Mariano Torcal Loriente
Más allá de unos resultados electorales que se preveían por muchos, ellos pueden enmarcar, en un lugar más que en otro, el gran abandono a las clases políticas por amplios sectores sociales, más de la mitad en Edomex, por ejemplo, dejaron su participación para otro momento, incrédulos, fríos, indiferentes, para algunos apáticos, prefirieron no salir a sufragar, sin autocritica alguna la posición de distintos personajes de esas “dirigencias” políticas endilgan toda la responsabilidad a esos que no miraron, ni encontraron el por qué tendrían que salir a votar.
Sin duda el tema es más que complejo y esconderlo en los discursos optimistas de unos “lideres” que no acusan recibo de cómo se vacían de apuntalamientos ciudadanos reales y que los participantes en muchos casos más que programas de propuestas seguían apoyos clientelares, coerciones, desinformaciones y que con todo y ello no se logró abonar procesos electores con mayores vigores de participación debería por lo menos llamarles la atención.
El abandono, creo que debe mirarse no solo para los perdedores, sino también para los ganadores, los datos son duros y parecen ser pasados de largo, no interesa que participen mas que aquellos que resuelvan las elecciones y al grito de que haiga sido como haiga sido, o del hagan lo que hagan se obtienen los “triunfos democráticos y del pueblo”, lo demás poca importancia tiene, al final la política real despoja las esperanzas de que las cosas cambiarían, debería de tenerse por descontado que la reproducción descarnada y más que presente de las viejas mañas sin duda podrían ser parte del menú de elementos que justificarían los abandonos de las urnas.
Obviamente no se puede dejar de mencionar que en toda esa responsabilidad de los actores políticos individuales y grupales también se comparten las condiciones de una sociedad que resguardada en el “todos son iguales” y en las “comodidades” de la percepción del nada cambia lo importante es vivir como se pueda y que la vida correrá bajo los supuestos anteriores, como siempre.
La incapacidad para reconocerse, de muchísimos ciudadanos, en las propuestas de quienes actúan desde la política es notoria, disputas electorales que para algunos son definitorias de los rumbos de nuestra vida democrática y pública pasan de largo para porcentajes altísimos de la población, estamos a poco tiempo de una elección vital, lo entiendan o quieran o no esos que no participan, el problema es que hacer para emocionar, para construir nuevas esperanzas, para mostrar que no todo es igual, para argumentar en que la participación debe y puede mejores frutos.
La desfachatez, el cinismo que son mostrados por las elites partidarias, todas, miradas en los comportamientos de muchos quienes hoy por dominan los escenarios políticos de cualquier color inhiben los ánimos de quienes quisieran tener intervención, por ello los retos a las clases políticas que si quieren trascender y para la sociedad civil que mira y quiere actuar en la vida pública será como realizar convocatorias sensatas, responsables en un ambiente caldeado, polarizado, desconfiado.
Nunca como ahora creo que sería una necesidad imperiosa que se logre conectar con esa mayoría indecisa, desconfiada renuente a entender que la política les quedara muy lejos o les dará repulsa pero que es el espacio donde se definen los rumbos de un país, donde se establecen las bases de que pasa en nuestras vidas cotidianas, el abandono, la apatía, el lugar común de voltear para otro lado no puede ser el santo y seña de momentos donde los problemas nos agobian.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
La CONADE reducto de la intransigencia, la opacidad y el desprecio a los esfuerzos de muchos.