A la columnista Sabina Berman, abiertamente simpatizante del proyecto de la CuartaT, difícilmente podría catalogarse de convenenciera u oportunista, porque en sus bien estructuradas colaboraciones periodísticas campean argumentos de sólida estructura, lo cual no necesariamente implica estar exenta de pasiones, filias y fobias propias de quien adoptando posiciones adquiere a la vez una condición de militante inclinada hacia una causa. Por su colaboración de este domingo en el Universal, es posible deducir su simpatía hacia la postulación presidencial de Claudia Sheinbaum a la presidencia de México, nada de criticable, pero se expone a la controversia al asumir como producto de una actitud antifeminista los comentarios adversos a la ex jefa de gobierno de la CDMX respecto a su airado reclamo a Alfonso Durazo. Tras la difusión del video donde se advierte a la señora Sheinbaum increpando al gobernador de Sonora los comentarios menudearon, los más haciendo énfasis en la inmadurez o falta de experiencia en esos trances, validando el axiomático refrán: “en política, el que se enoja pierde”. Pero los comentarios adversos hacia la señora Sheinbaum no encuentran origen en su condición de mujer, pues ella decidió participar en un palenque donde aparte de ideas debe demostrar carácter; porque no es cuestión de machismo sino de demostrar ante la opinión pública la madurez y el carácter necesarios para hacerle frente a los grandes problemas del país. O acaso, ¿por su condición de mujer, a la señora Sheinbaum debe concedérsele un trato diferente en una contienda en la que está en juego la candidatura presidencial? Para nada, porque cuando se busca la aquiescencia ciudadana el piso debe ser parejo, sin distingo de edad, sexo o trayectoria, aunque de esto último dependa el comportamiento de quienes buscan el consenso ciudadano. Gobernar es un privilegio que implica riesgos, entre otros actuar a favor o en contra de una determinada idea o proyecto político. A propósito de feminismo, cómo haya sido la conducta de la ex Jefa de Gobierno hacia el movimiento feminista mientras mantuvo el poder no puede ser alterado ya a posteriori. En el caso de Claudia Sheinbaum lo hecho, echo está, y es la hora, de recoger los frutos o los reclamos de su actuación como gobernante. No son pocos los comentarios acerca de la interesante circunstancia de Claudia Sheinbaum en su búsqueda del consenso favorable de la ciudadanía hacia su pretensión de obtener la candidatura de Morena a la presidencia de México, los más refieren que el escenario de las disputas exige mucha marrullería, experiencia, control de grupos, sangre fría, arrojo y será interesante conocer el epilogo de esa disputa democrática ¿lo logrará doña Claudia? O ¿caerá víctima de quienes por su experiencia en esas lides saben cómo mover el abanico? Para despejar la incógnita basta esperar, no está lejos septiembre para conocer el desenlace de ese interesante episodio.