Por Raúl Arias Lovillo
El periodo de campañas políticas para los cambios de gobierno a nivel federal y estatal del próximo año se ha iniciado, incluso pasando por encima de lo que establece la legislación electoral. Aunque realmente, no nos engañemos, la campaña del gobierno se ha mantenido desde meses atrás en las mañaneras y mostrando claramente “el dedazo” del presidente a favor de una candidatura.
En los últimos días hemos visto como las llamadas “corcholatas” se han puesto a recorrer el país desplegando todas sus capacidades y realizando un escandaloso gasto cuyo origen desconocemos por completo. En este recorrido no se trata de ganar adeptos con propuestas que resuelvan los graves problemas del país, la lucha se centra únicamente en mostrar quién puede ser la candidatura más fiel al proyecto de la cuarta transformación.
La clave de todo esto es, sencillamente, quien puede dar continuidad al proyecto de transformación del presidente AMLO. Desde la perspectiva de Morena esto es lo más indicado y tienen toda la razón, cualquier régimen lo hace para mantenerse en el poder o para perpetuar los resultados exitosos de su gobierno. Pero en el caso de la 4T nos preguntamos ¿continuidad de qué o para qué?
Sin el menor sentido crítico, para no enojar a quien ejercerá el “dedazo”, las “corcholatas” se ciñen a repetir que mantendrán las mismas líneas de acción política o, en todo caso, profundizarlas. Insisto que esto sería aceptable y completamente válido si la 4T mostrara resultados exitosos en disminuir la pobreza, rebajar los índices de violencia e inseguridad, reducción en los niveles de corrupción, etc.
Todas las evidencias han mostrado el fracaso de las políticas del gobierno. ¿Para que entonces mantener la estrategia de “abrazos, no balazos” cuando vivimos en el sexenio más sangriento y violento de los últimos años? ¿Por qué insistir en las mismas prácticas que no ayudan a reducir el número de pobres, sino que los aumentan? ¿Para qué mantener la militarización del país? ¿Por qué continuar con la pésima gestión de Pemex, CFE, Segalmex y con los proyectos del AIFA, Dos bocas y Tren Maya, que nos han llevado al enorme desperdicio de recursos públicos y a evidentes actos de corrupción?
Claramente no se justifica la continuidad de políticas que han probado fehacientemente su fracaso.
Quien gane las elecciones del próximo año deberá garantizar un gobierno para todas y todos, que termine de una vez por todas con la polarización social que vivimos. Un gobierno que sea estrictamente respetuoso del Estado de derecho y de la separación de poderes, que transparente absolutamente todos sus movimientos y gastos. Un gobierno que tenga visión de futuro y que conecte con los grandes cambios del mundo y sus preocupaciones. Necesitamos un gobierno que no atente contra la autonomía universitaria y contra los organismos autónomos, que priorice la atención hacia el desarrollo científico y tecnológico de México. Un gobierno que anteponga los criterios ambientalistas para sus políticas públicas y que ofrezca resultados sobre la Agenda del 2030 del desarrollo sostenible.
Somos un país caudillista, que esperamos siempre quien venga a salvarnos del desastre. Intentemos cambiar. Además de mirar el perfil de honradez, experiencia política y capacidades técnicas, analicemos las propuestas de candidatas y candidatos para tomar nuestra decisión de voto. Volveremos sobre el tema.