viernes, noviembre 22, 2024

El México de hoy, de ayer ¿y de siempre?

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Para quienes en México en la década de los años setenta empezaban a tomar conciencia de cuanto ocurría en el país, ya tienen en su haber un buen archivo de los acontecimientos más relevantes de nuestra historia moderna en materia de economía, educación, de sucesiones gubernamentales, de pleitos políticos y, sobre todo de cómo ha sido la evolución política acaecida en México. Con ese caudal de conocimientos podrá establecer ciertos paralelismos entre el acontecer actual y otros del pasado. Por ejemplo, cuando Echeverría era presidente (1970-1976) diversos sectores de la sociedad, agricultores, empresarios, eclesiástico, banqueros, partidos de oposición, lógicamente, se mostraban inconformes con el rumbo del gobierno hacia la izquierda y su búsqueda de vincularse con países del Tercer Mundo para enarbolar una política independentista respecto de los países económicamente desarrollados. La política agraria que privilegiaba al ejido y permitía invasiones en el campo, la confrontación con las organizaciones obreras, la cercanía al gobierno de Chile cuando gobernaba Allende, que hizo exclamar a José Ángel Conchello, dirigente nacional del PAN que Echeverría estaba “allendizando” a México. Con esos antecedentes, nada de cuanto ahora ocurre podría parecer extraño, porque en la democracia un gobierno electo por voluntad ciudadana se supone intérprete de la mayoría popular. Pero así se materializa el acontecer histórico, de la acumulación de acontecimientos que vistos en retrospectiva retratan la época de su acaecer.

¿Cuál será el criterio con el que se juzgará el que la alcaldesa de Tijuana, el municipio fronterizo con mayor número de cruces en el país, porque ha recibido amenazas de muerte, para resguardar su seguridad personal, atendió la sugerencia  de irse a vivir a la zona militar? Ella las atribuye al decomiso de mil 700 armas y que la policía municipal ha detenido a igual número de delincuentes, pero cuando el reportero (López Dóriga) le preguntó cuántos policías tenía a su mando la respuesta es sorprendente: mil 700 elementos ¡para una población de 2 millones de personas! “Abrazos, no balazos”, es la médula de la estrategia de seguridad diseñada por el actual gobierno, sin embargo, hace una semana ya se rebasaron las cuentas delictiva habidas durante el gobierno de Peña Nieto, y hasta ayer se contabilizaron 157 mil 175 homicidios dolosos en lo que va del gobierno; no obstante, en el gobierno se presume de exitosa su política en esa importante materia.

Si el caso judicial seguido a Rogelio Franco, ex secretario en el gobierno de Yunes Linares, fuera equivalente a una pelea de box, tendríamos que levantarle la mano por los muchos rounds que lleva ganados en forma de amparos contra la causa que se le sigue. Pero, no obstante sus avances legales, Franco sigue encarcelado y su caso forma un expediente de “verdades jurídicas” sacadas de la manga de quienes están interesados en mantenerlo tras las rejas. En realidad, ¿qué se habrá comido Franco para cuenta tan onerosa?

Los enumerados son solo muestras de referencia, aunque nada de nuevo parece ocurrir en el ámbito de la política a la mexicana, porque si realizamos una exhumación de expedientes de lo absurdo encontraríamos el episodio del subprocurador Pablo Chapa Bezanilla quien en la búsqueda del cadáver del diputado Manuel Muñoz Rocha, a quien se le cargaba el homicidio de Francisco Ruiz Massieu por encargo de Raúl Salinas, contrató los servicios de la “vidente” Francisca Zetina, La Paca, quien aseguraba saber dónde estaban los restos de Muñoz Rocha e hicieron todo un show televisado tomando como escenario la Finca El Encanto, propiedad de Raúl Salinas, mostrando los avances de la excavación hasta encontrar un cráneo que la “vidente”  aseguraba eran de Rocha, pero fue un fiasco porque en realidad se trataba de los restos de un pariente suyo. Ese melodrama concluyó con la renuncia del Procurador Lozano Gracia y de Chapa, mientras que La Paca fue sentenciada a 15 años de prisión. Pero, en nuestra glamorosa narrativa nacional también figuran casos de melodrama, como el “defenderé como un perro al peso”, exclamado por el presidente López Portillo en plena vorágine inflacionaria, tan indetenible que en una manta colocada en El Toreo aquella frase se convirtió lúdica expresión del ingenio mexicano: “Defenderé al peso como un presidente: el Perro”. Y a propósito de la corrupción, no son pocos los presidentes que han prometido combatirla, como la “Renovación Moral”, preconizada en la campaña electoral de Miguel de la Madrid (1982-1988) que no hubo espacio para ponerla en práctica a causa de sucesivas crisis económicas, acompañadas por incontrolable inflación pese a los innumerables Pactos signados entre el gobierno y los diferentes sectores de la producción.

“Resolveré Chiapas en 15 minutos” dijo Vicente Fox en septiembre de 1999 durante su campaña a la presidencia, pero la anécdota dice que el problema sigue allí, vigente y complicado. Andrés Manuel López Obrador, en campaña, ofreció pacificar al país: “si no terminamos de pacificar al país, no podremos acreditar históricamente nuestro gobierno”, a 14 meses de concluir su mandato ese paradigma permanece en el limbo. Pero, ojalá logre el anhelado propósito, porque de otra manera seguiremos al borde del precipicio.

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