Tras la celebración de su Consejo Político Nacional, el Partido Movimiento de Regeneración Nacional ha dado la voz de arranque a quienes aspiran a su candidatura a la presidencia de la república, según los acuerdos los pretendientes estarán en campaña de junio a agosto para que en septiembre ya haya abanderado. Se establecieron las reglas de la contienda interna, entre las cuales destaca que habrá reintegros para quienes participan y no alcancen la candidatura presidencial: quien quede en segundo lugar, si ganan la elección, será Secretario de Gobernación del próximo gobierno, para el tercer y cuarto lugar el premio de consuelo será la coordinación de una y otra Cámara Legisladora, para el quinto y el sexto habrá importantes cargos en el gabinete. De esta forma se pretende evitar rupturas y mantener la unidad con el Partido Verde y al PT. Sin duda es un programa estratégico teóricamente bien planteado, solo que en los hechos no oculta el fantasma de la trascendencia, porque por ese método, en el supuesto caso de ganar la elección, el próximo presidente (a) estará limitado de origen al no disponer de personas de su más absoluta confianza en los puestos de mayor relevancia. La idea es ingeniosa aunque no nueva, ya antes con matices de circunstancias la practicó en su tiempo el presidente Echeverría cuando dispuso cambios en el PRI con Muñoz Ledo en la presidencia y Gómez Villanueva en la Secretaría de ese partido para coordinarle la campaña a López Portillo, quien una vez en la presidencia nombró en Educación a Muñoz Ledo y a Gómez Villanueva coordinador de los diputados, aunque no pasó mucho tiempo para maniobrar el relevo y deshacerse de ambos. Obviamente, en aquel entonces en el esquema legal aún no aparecía la figura de la Revocación de Mandato, que puede ser utilizada para mantener en vilo a quien titule el Poder Ejecutivo Federal. Es adelantar vísperas, por supuesto, pero encaja en el supuesto de un poder transexenal del que tanto se ha especulado. Por otro lado, vale suponer que el Instituto Nacional Electoral tendrá bastante trabajo para vigilar el pleno respeto al marco normativo electoral, cuyo dictado avisa que el proceso electoral 2024 comienza formalmente en septiembre próximo y los movimientos adelantados de Morena hacen percibir una posible violación a sus dictados.
Para el consumo local, quienes al interior de Morena aspiran a la candidatura al gobierno del estado en sucesión de Cuitláhuac García verán con expectativa interesada cuál será el destino político inmediato de Adán Augusto López, porque en caso de resultar el candidato presidencial, podría impactar como carambola de dos bandas en el proceso sucesorio veracruzano a favor de Sergio Gutiérrez, cuya cercanía con don Adán es de todos conocida. También pudiera darse la circunstancia de que, si el paisano del presidente no es el candidato y queda en segundo lugar, como próximo Secretario de Gobernación pida a su amigo el presidente el apoyo para que el diputado Gutiérrez sea el candidato al gobierno veracruzano. ¿Y Rocío Nahle? Es muy notoria la abstinencia del presidente López Obrador para referirse a su próxima visita a la Refinería Olmeca de Dos Bocas, pese a que ya solo faltan dos semanas para que el 1 de julio la visite y ponga en operación como fue su ofrecimiento, mientras no se resuelva ese expediente, en la percepción ciudadana seguirá permeando la idea de un Waterloo para la Secretaria de Energía y Minas. Pero, como ocurre en un partido con características de hegemónico, candidatos sobran: Ahued, Gutiérrez, Huerta, etc. Enfrente, la oposición vela armas con precandidatos de peso completo: José Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa y Julen Rementería, pues cada uno por separado recorre la entidad en incansable periplo, porque político que no se ve es político invisible. Aunque muchos no lo creen, la oposición se mueve, pero le falta hacer ruido, mucho ruido para despertar al indeciso.