De acuerdo a la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, el Secretario de Gobierno es el encargado de coordinar la política interna en la entidad, función de primordial importancia. En los hechos, por la fuerza de las circunstancias acompañadas por el carácter y formación profesional del titular del ejecutivo no siempre ocurre como la ley señala. En nuestra entidad, en diversos gobiernos estatales, después del gobernador ha aparecido la figura de un “hombre fuerte”, y no necesariamente siempre ha sido quien ocupa la Secretaria de Gobierno. El profesor Felipe Bustos registró con excelente narrativa en su libro “El Dos” la fuerza política de quien en el gobierno de Acosta Lagunes (1980-1986) desempeñaba el cargo de Secretario de Gobierno, Ignacio Morales Lechuga. Era público y notorio que desde el despacho del distinguido político se irradiaba poder hacia otras áreas del gabinete estatal. “Nacho” Morales Lechuga fue, de cierto, lo que se cataloga como el “hombre fuerte” de aquel gobierno. Pero de esa figura ya se tenían referencias en gobiernos previos, para quienes cursan ya la tercera edad no se requiere de una exhumación arqueológica para citar algunos casos, pero vale para las generaciones “tostoneras” y menores. Si partimos del gobierno de Fernando López Arias (1962-1968), hombre de carácter recio, ejecutivo y determinante, encontramos a un Secretario de Gobierno de distinguida trayectoria profesional en el ramo del Derecho pero figura casi decorativa como Secretario de Gobierno, constreñido a recibir la audiencia y a revisar los documentos que por Ley debían contener su firma, era en otros ámbitos de la administración donde se llevaban los controles políticos del Estado. Esa fue una administración de poder centrípeto en la que la línea de mando estaba fuertemente concentrada en el gobernador.
En el gobierno de Rafael Murillo Vidal (1968-1974), de nuevo, el Secretario de Gobierno no tuvo cabal participación en cuestiones de política interior, pero aquí el “hombre fuerte” estuvo en la Subsecretaría de Gobierno, que desempeñó con bastante holgura Manuel Carbonell de la Hoz. Fue éste el conducto de las decisiones de gobierno, operó negociaciones para deshacer entuertos, muchos de los cuales- decían los malosos- eran creados por él mismo-; pero efectivamente fue conducto y operador de decisiones emanadas del gobernador. Carbonel fue el pararrayos del gobernador, pues fungió incluso como “el hombre malo” del gobierno, mientras el ejecutivo fue el bueno. Su nombre está asociado al inédito episodio conocido como “El Carbonelazo”, cuando el presidente de la República Luís Echeverría dio marcha atrás en su decisión de hacerlo candidato del PRI para el gobierno veracruzano.
Don Fernando Gutiérrez Barrios (1986-1992), sólo permaneció dos años en el cargo pues fue invitado por el presidente Salinas de Gortari para desempeñarse como Secretario de Gobernación. Nombró en la Secretaría de Gobierno a Dante Delgado Rannauro, quien coordinó como Presidente del PRI estatal la campaña de Don Fernando a la Gubernatura. Mientras Gutiérrez Barrios se ocupaba de manejar su imagen política con los medios y de preparar los apoyos necesarios para la candidatura de Salinas de Gortari a la presidencia, Dante Delgado se ocupó de toda la maniobra política estatal, un trabajo que desempeñó a la perfección mostrándose ante el ejecutivo como un laborioso y eficiente colaborador que mantenía bien ajustado el aparato de gobierno y las funciones políticas. No se había instalado en Veracruz un interinato desde los tiempos de Miguel Alemán Valdés y de Adolfo Ruiz Cortines, hasta que Dante quedó como sucesor de Gutiérrez Barrios para los próximos cuatro años. Ya como titular del ejecutivo local Dante Delgado tuvo dos Secretarios de Gobierno, Alfredo Algarín, de paso efímero, y Miguel Ángel Díaz Pedroza. El estilo personal de Dante Delgado no permitió que ni su subsecretario ni el Secretario, tuvieran beligerancia política alguna pues todo lo vigilaba y sancionaba el gobernador, se decía que estaba pendiente hasta del nombramiento de un conserje.
Con Patricio Chirinos Calero (1992-1998) se reprodujo acentuadamente el fenómeno del “hombre fuerte”, al grado de hablarse del “poder tras del trono”. Miguel Ángel Yunes Linares fue, desde los inicios de ese gobierno, el hombre que co-gobernó Veracruz y fue su estilo, más que el de Chirinos, el que marcó éste periodo de gobierno. El estilo de Patricio Chirinos permitió a Yunes Linares una absoluta injerencia en toda la operación política veracruzana. Patricio descansó en Yunes toda la responsabilidad de su gobierno y éste la aprovechó en toda su extensión.
Miguel Alemán Velasco (1988-2004) parecía decidido a evitar la aparición de un “hombre fuerte” en su gobierno, así, optó por nombrar en la Secretaría de Gobierno a una abogada neófita en la política, que no le daría los trastornos de un “hombre fuerte”. No escapó sin embargo a éste fenómeno, propiciado en parte por su estilo. No tuvo un “Hombre Fuerte”, sino varios. Alejandro Montano, su Secretario de Seguridad Pública, manifiestamente el de más confianza fue uno de ellos, pues en su ramo no se movía una pluma sin su conocimiento y consulta. Su poder llegó a grado tal de instalarse en la tesitura de operar la salida de un Subsecretario de gobierno, a la vez que de recomendar a quien sustituiría al defenestrado.
El estilo de Fidel Herrera no prohijó un hombre fuerte en su gobierno, lo hiperbólico de su discurso reflejaba su dominio absoluto en todas las áreas del gobierno, ninguno de sus operadores alcanzó rango de “hombre fuerte”, aunque sí la categoría de la cercanía para la implementación de ciertos asuntos no aptos para su divulgación. Con Duarte sucedió cosa semejante y las consecuencias están a la vista.
Miguel Ángel Yunes Linares hizo un “gobierno de coalición” con el PRD y en esa lógica nombró a Rogelio Franco en la Secretaría de Gobierno, solo como figura decorativa frente a la capacidad concentradora de poder del titular del gobierno.
¿Y qué con el gobierno de Cuitláhuac García? ¿Hay “hombre fuerte? ¿Lo es Eric Cisneros? En la apariencia sí, porque al menos en su área tiene pleno dominio, pero acotado en otras. Por la forma en cómo ha venido manejando su personal interpretación respecto a la población afrodescendiente de Veracruz sin que haya autoridad que ponga límites, y cordura, se diría que Eric Cisneros se conduce discrecionalmente según sus propios intereses. Se dice que aspira a ser candidato al gobierno de la entidad, aunque nada demuestra los fundamentos de esa pretensión. El dicho presidencial en la mañanera de ayer y la respuesta desde Veracruz sin duda tendrán consecuencias, conforme al resultado ya podremos estar en aptitud de definir si el actual Secretario de Gobierno es o no “hombre fuerte” en el gobierno de la entidad.