Y de improviso apareció una esperanza alentadora para quienes no están de acuerdo con la continuidad del proyecto de la CuartaT en el gobierno, es senadora, ha estado en el escenario público a la vista de todos desde el año 2000, es celebrada por su singular discurso y no tiene cola que le pisen. Es Xóchitl Gálvez, quien ahora irrumpe en el teatro de la operación política sucesoria en la forma de relampagueante estrella a la cual están dispuestos a seguir no pocos de quienes hasta ayer andaban en frustrante busca de un líder convocante o a la espera de un posible desertor de Morena ¿por qué nadie la había visto tan rutilante como ahora? ¿será acaso producto de la necesidad de creer en alguien y ese alguien se distingue por su actitud respondona ante el poder? ¿O es solo una tabla de salvamento a la cual aferrarse ante la ausencia de un capitán que conduzca la nave a buen puerto? Pudiera haber muchas respuestas en la amplia gama de posibilidades, pero la realidad confirma un vibrante entusiasmo que despertó a la aletargada oposición política de este país y le ha infundido un renovado ánimo, que semejante al Lázaro bíblico parece haber resucitado de su largo marasmo. En ese contexto, si bien por el lado de Morena la precampaña de sus pretendientes comenzó hace dos semanas, en la oposición organizada apenas empieza y nada hay para nadie, pues pese al descarte de algunos personajes, en el PAN permanecen en la contienda la senadora Gálvez y el diputado Santiago Creel. Y en el PRI dos cartas fuertes se disponen a competir: Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid, de muy sólida presencia académica y política ambos. Por ese lado la competencia está por iniciarse.
Ahora, cabe preguntar si en el escenario electoral de 2024 la lucha por el poder político será protagonizada por actores de derechas e izquierdas, como adelantadamente algunos suponen, o la pugna será entre quienes están en el poder contra quienes quieren estar. Porque reducirlo a una contienda con el supuesto de que Morena es la izquierda y los del Frente Amplio ocupan el ángulo derecho del espectro ideológico significaría incurrir en un superfluo reduccionismo, pues aparte de la inercia nadie le ha escriturado a Morena la parte izquierda, salvo las propias adjudicaciones; y nadie podría negar que en el PRI como en Movimiento Ciudadano vibran pensamientos y acciones de orbita izquierdista. Además, salvo que se sufra de un acentuado daltonismo ideológico ¿quién pudiera tener la audacia de catalogar al Verde como un partido político izquierdista. Salvado ese arriesgado esquema pudiéramos concluir que la campaña electoral hacia 2024 los contendientes centrarán sus propuestas ofreciendo, por supuesto, el bienestar de la población, la diferencia la marcará el método para alcanzarlo: Sin embargo, obedeciendo a la variable permanente de que el ejercicio del poder desgasta, el o la candidata (a) de Morena encontrará verdaderos problemas para ofrecer la solución a la violencia y la inseguridad en el país, le surgirá como escollo difícil de superar la deprimente condición en que se encuentra el Sector Salud en el país, la incierta rentabilidad de las obras emblemáticas serán Talón de Aquiles, aunque en cuanto a la economía el nearshoring será un apoyo invaluable por la inversión extranjera allegada al país, si es que no se entromete la propuesta adelantada por el inefable doctor López Gatell sobre revisar el Tratado de Libre Comercio. Por su parte, la oposición aglomerada en el Frente por México encontrará vía libre para exponer sus planteamientos de campaña, pues no padece de las ataduras ya señaladas en Morena. Pero estos son solo los prolegómenos de un proceso electoral irregularmente adelantado, y en esa anomalía aún falta mucho por suceder. Sin embargo, debemos reconocer que el escenario de hoy no es ya el mismo de hace un mes y que la oposición acaba de despertar, visos de que podrá haber competencia competitiva.