Llegó con una cara de pocos amigos… Quizás cansado por los dos eventos que tuvo a cargo en Catemaco y Veracruz; o quizás porque traía la resaca de haber corrido medio maratón en la Ciudad de México… quién sabe.
Sentado en esa curul estratégica, que igual funciona como salida de emergencia o como confesionario, atendía a los diputados que se le acercaban, igual con esa cara de cansancio; o bien escuchaba a Osvaldo El Chueco Taxilaga, quien fue directo al grano que no tardó ni un minuto en desocupar el lugar al que muchos llegan a encuclillarse, mientras Gómez Cazarín, cual Vito Corleone, sólo inclina un poco la cabeza y gira las instrucciones…
Entonces llegó Guillermo Núñez, el de Comunicación Social del Congreso del Estado y asumió al igual que todos, la misma posición de pecador al lado de Juan Javier.
De las butacas a la curul, la lente de la cámara me permitió observar un ligero detalle en esa charla con Juan Javier… podía ver claramente el chiquito de Guillermo… el dedo chiquito de la mano derecha, el meñique… y con esa misma mano sostenía el celular… traía una férula.
Poco a poco el semblante del Jucopo cambió… sonrió… y entonces, le soltó un manotazo a la altura del hombro izquierdo, como un saludo de cuates, de “bros”, de amigos… pero la cara de Guillermo Núñez fue de sorpresa acompañada con algo de dolor…
Hay dos cuestiones a destacar en lo que el reportero observaba:
La primera: Qué le enseñó en el celular Guillermo a Juan Javier que le cambió el rostro?
La segunda: A poco tendrá manos de piedra Juan Javier como para doblar de dolor al “Iron Man” de la Comunicación?
Hay una anécdota con respecto a la segunda cuestión…
Cuando en el OPLE entregaron la constancia como Diputado Pluri a Juan Javier Gómez Cazarín, éste salió de las instalaciones y en su camino se encontró a Guillermo Núñez y de manera sorpresiva, le dio una palmada algo pesadita en el lomo o en el hombro, o donde sea que haya caído, a la vez que aplicando el 1-2, le metía un gancho a la altura del estómago mientras le decía: “¡Bien hecho!” Dijeran en mis tiempos: Guillermo Núñez se quedó de a 6, mientras la respuesta de un acompañante de Gómez Cazarín que vio la escena, sólo atinó a comentarle: “Le caíste bien al Jefe!”
Sí, parece que esos golpes sorpresivos no sólo son muestra de afecto, sino de que alguien hizo bien su trabajo…
Pero eso no responde al “Manos de Piedra Cazarín”… cualquiera que conoce al “Iron Man” Núñez, sabe que un golpe o palmada no lo dobla… aunque quizás sí Valentín…
Calmen sus ansias de matadores… Valentín es un potrillo. Si hay algo que adore Guillermo Núñez es su Mustang y los caballos. Mientras atendía a Valentín quien se había lastimado una pata delantera, el potrillo recargó su cabeza en la de Memo Núñez y éste, para seguir atendiéndolo, lo empujó hacia atrás y al retroceder el noble bruto (Valentín, pues, para evitar confusiones), topó con pared espantándose y al levantarse en dos patas, aventó dos “cascazos”; uno, le pegó a Memo en el meñique derecho que le ocasionó una fisura; el otro, en el hombro izquierdo, precisamente donde le dio la palmada Juan Javier Gómez Cazarín… por eso el rictus de dolor…
Aunque también esto no responde el primer cuestionamiento… ¿Qué le enseñó en el celular Guillermo a Juan Javier que le cambió el rostro?
A ciencia cierta no lo sé, y especular abriría un universo de respuestas entre las que se incluiría el comentario de una mujer con respecto a quizás una de las razones por las que Juan Javier trae esa cara de cansancio y no es precisamente por correr un medio maratón en la Ciudad de México… un “Me apoyo mucho en Juan” parece que fue un energizante para Gómez Cazarín que le hacía pensar que la chinga en Catemaco y Veracruz bien había valido la pena…