La semana pasada estuvo movidita en Veracruz con la visita de Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal; y el fin de semana no fue la excepción con Xóchitl Gálvez, que en tres semanas se ha convertido en lo que pareciera una real amenaza a las pretensiones de Andrés Manuel López Obrador de imponer sucesor en la Presidencia de la República.
Más allá del discurso, que ciertamente genera “algo más” en ese ánimo desenfadado, desmadroso que caracteriza a Xóchitl Gálvez, pues además de lo que ha venido diciendo desde que saltó a la palestra de la carrera presidencial, tras haberle cerrado las puertas de Palacio Nacional por haber ganado un amparo para ejercer su derecho de réplica, nos recetó un par de mensajes interesantes.
Dijo que el Presidente está muy enojado, (…) porque ninguna de sus corcholatas levanta, “a pesar de que vi un montón de espectaculares con todo Veracruz. Así es que ya se ve de qué lado está la mafia del poder, dónde está el dinero”.
Asegura que él, López Obrador, sabe quién es, que no sólo nació en un pueblo, “sino que he trabajado muchísimo desde hace muchos años”.
“No me perdona ser una mujer exitosa. Estoy aquí por mérito propio. Dio a conocer información confidencial de mi empresa, porque no pudo demostrar que yo tuviera contratos de mil 500 millones de pesos con el Gobierno como dijo. Y puede acceder a la información de transparencia de mis contratos con su gobierno”.
“Lo que el Presidente hizo es un delito penal, violó el secreto fiscal para tratar de hacerle entender a la gente que yo tengo una fortuna”.
“¿Qué quiere el Presidente? ¿Que mis hijos sean unos huevones, buenos para nada y que no trabajen? Mi hija está en China trabajando viendo a sus proveedores y mi hijo le está ayudando, ellos están en la empresa; tengo hijos trabajando”.
En este tema, no sé usted, pero a López Obrador no creo que le haya caído muy bien la referencia a los buenosparanada huevones de sus hijos, que de tener 200 pesos en la cartera se convirtieron en prominentes y pudientes empresarios, incluido el junior fifí que estudia en Inglaterra. Uuuuffff.
La Xóchitl sostiene que la gente está enojada por la inseguridad, esos 160 mil asesinatos. “Eso es lo que le debía preocupar al Presidente. La bomba en Jalisco; las siete personas muertas en el Estado de México; Guerrero incendiado, otro periodista asesinado en Nayarit. Es el país que el Presidente no quiere ver y yo le digo: ¡póngase a trabajar y déjese de preocupar por mí!”
Eso es quizá lo rescatable de lo que dijo, pero lo más importante es el sentimiento de esperanza que ha generado, lo mismo en Veracruz puerto que en una ciudad mucho más complicada como Xalapa. La expectativa fue muy alta, sin embargo fue llenada por ese tono desenfadado y desmadroso de quien fuera secretaria de Estado en el gobierno de Vicente Fox y delegada en Miguel Hidalgo de la Ciudad de México.
Lo que no puede perderse de vista de ninguna manera es que esta campaña lleva escasas tres semanas y parece, sólo parece, que ella está levantando el decaído ánimo que al interior de la Alianza dejaron Amlito y sus huestes.
¡Qué barbaridad!
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