Como saben los lectores de esta columna, creo que las dos candidatas presidenciales serán Claudia Sheinbaum, por la coalición gobernante, y Xóchitl Gálvez, por la alianza opositora. Ellas serán las que competirán para ver quién será la primera mujer presidenta de México. En lo personal, celebro que así sea. A nuestro país le urge una jefa de Estado que le baje los altos niveles de testosterona que actualmente tiene la política nacional.
También creo que, de darse esta combinación, tendremos una elección más peleada de lo que se pensaba hace unos meses. No será el día de campo que imaginó el presidente López Obrador para su sucesión. La competencia será larga, intensa y real. Habrá muchas campañas negativas y golpes por debajo de la mesa. Nada nuevo, pues, porque lo que está en juego es nada menos que el poder al más alto nivel.En la disputa entre Claudia y Xóchitl podría ser determinante el papel que desempeñe el único partido que no se ha unido a alguna de las coaliciones. Me refiero a Movimiento Ciudadano (MC) que hoy gobierna los estados de Jalisco y Nuevo León.
No podría estar más de acuerdo con Luis Carlos. Sobre todo en la quimérica planeación de una toma del poder en 2030 como si el 2024 fuera una aduana irrelevante.
Como dijo el gran Pablo Milanés en una de sus canciones, “el futuro algún día llegará”. Si la elección de 2024 se ve todavía lejana, ponerle el ojo a la de 2030 no tiene sentido alguno. En la política, el timing es fundamental. Las circunstancias cambian de un día para otro. Hace pocas semanas, el proyecto de un frente opositor estaba desahuciado. No se le vía posibilidades algunas de ganar el año que entra. Y, de repente, apareció Xóchitl. No estoy diciendo que la hidalguense vaya a ganar, pero vaya que su presencia en la competencia presidencial cambió todos los escenarios.
¿Apostarle a 2030? ¿Neta?
Los partidos desde luego deben tener una visión del futuro. Pero sus decisiones tienen que tomarlas de acuerdo a la realidad del presente. Y, no nos hagamos bolas, para MC la elección presidencial de 2024 se reduce a una sola pregunta: ¿o apoyan a Claudia o apoyan a Xóchitl?
Todo lo demás son menudencias.
En este sentido, tienen cuatro opciones.
Primero: se unen a la alianza de Morena-PT-Verde y van abiertamente con Claudia.
Segunda: se alían con PAN-PRI-PRD y respaldan a Xóchitl en la boleta.
Tercera: lanzan a su propio candidato, lo cual significaría dividir el voto opositor y, en la práctica, apoyar a Claudia. Esos dos, tres, cinco o siete puntos que pueda sacar su candidato podrían resultar fundamentales para que gane la morenista.
Cuarta: no presentan candidato a la Presidencia, tal como hicieron en las elecciones de gobernador de Coahuila y Estado de México. Aquí la matemática electoral no queda del todo clara de quién de las dos candidatas sería la beneficiada con esta decisión, pero tiendo a pensar que, siendo MC un partido opositor, muchos de sus votos se irían hacia Xóchitl.
Por lo que se ve en la prensa, hay divisiones dentro de MC de qué hacer rumbo al 2024. La decisión final la tomará el jefe máximo, Dante Delgado, con el riesgo que se le divida el partido en dos facciones: los que pragmáticamente apoyen a Claudia y los que hagan lo mismo, pero con Xóchitl.
Rumbo a la quimera de 2030, MC será recordado como el partido que le dio la ventaja a alguna de las dos candidatas en 2024. Será inevitable. Quiero pensar que esto lo saben los emecistas, comenzando con el viejo lobo de mar que es Dante Delgado.
Twitter: @leozuckermann