No transcurre un día sin que nos enteremos por diferentes medios de comunicación de los intensos recorridos de José Yunes Zorrilla y de Héctor Yunes Landa a través de la geografía veracruzana buscando hacer presencia permanente entre la gran diversidad étnica, cultural, social y política de esta entidad. Por esa tozudez con la que estos muy conocidos actores políticos agendan sus periplos semanales no falta quien la perciba como una fijación patológica, o bien como vocación masoquista, porque ambos personajes han recorrido palmo a palmo un sinfín de veces nuestra entidad investidos con diferentes caracterizaciones: como diputados o bien como senadores, también por sendas candidaturas al gobierno de Veracruz, en 2016 Héctor y en 2018, Pepe. Los dos se han desempeñado en la presidencia del Partido Revolucionario Institucional y ambos desean gobernar Veracruz, esto último explicaría el esfuerzo para acomodar sus respectivas circunstancias en vías de encabezar al Frente de la alianza de partidos opositores a Morena. Es legítima su actitud “aspiracionista”, sin duda, pero ¿qué los impulsa a suponer que ahora sí hay oportunidad de conseguir ese objetivo?
A Pepe y a Héctor los distinguen muchas cualidades y algunos defectos, el de ser ingenuos no aparece en ese esquema, menos ahora cuando el tiempo, los éxitos y los sinsabores los ha curtido con experiencias de vida. Si nos lanzamos a bucear al interior del contexto sociopolítico actual quizás podamos encontrar algunos de los motivos que los impulsan a ocupar tiempo y esfuerzos en la tarea de incorporar más adeptos a sus respectivas causas, que en última instancia es la misma para ambos: recuperar el destino de esta entidad para encarrilarlo a lo que consideran el rumbo correcto. Pero ¿qué los induce a pensar que las condiciones son propicias para conseguir el objetivo propuesto? Algo flota en el ámbito de las condiciones sociales y lo perciben objetivada en la inconformidad, la desilusión y frustración social, un coctel que pudiera configurar un caldo de cultivo propicio para impulsar otro viraje en la opinión ciudadana, parte de la cual conforma el grueso del tradicional abstencionismo y la pasividad electoral, es el voto indeciso más el voto útil que sumados podrían inclinar la balanza para cualquiera de los bandos del actual palenque político.
Allí andan José Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa y, de ninguna manera es descartable, Julen Rementería (con otra estrategia), en el empeñoso trasiego de pescar voluntades a su favor, la lucha se le hace porque nada es peor que pudiendo intentarlo se abandone irresponsablemente al acaso el destino de una sociedad. Alguien debe hacer esa tarea que, por cierto, al verse coronada se convierte en la pesada carga de quien si es genuinamente responsable tiene la obligación moral de cumplir con lo ofrecido. Aunque frecuentemente y por los motivos que se quieran no es así.