Periodista mexicana (sonorense), críticamente combativa, independiente, acreditada ante el Capitolio y el Centro de Prensa Extranjera en Washington, Dolia Estévez publicó ayer en su cuenta de Twitter:
“Demasiado negativismo y acidez en las plumas abyectas al oficialismo. En inglés le llaman ‘sour grapes’. Los comicios serán competitivos y eso es bueno para la democracia. Supérenlo”.
Obviamente, se refería a la reacción que desató, en esas que ella llama “plumas abyectas”, el triunfo de Xóchitl Gálvez como candidata a la presidencia por el Frente Amplio por México.
Llenaron de diatribas, por llamarle de otro modo al lodo que usaron, el proceso interno del Frente, tratándolo de descalificar para descalificar a ella y de paso para granjearse las dádivas de López Obrador.
Reacción con mucha entereza, digna de toda admiración
En mayo próximo, dentro de ocho meses, cumpliré 54 años de ejercicio periodístico, de ser testigo y de interactuar con los más diversos personajes políticos del estado y de la capital del país, y pocas veces vi una reacción con tanta entereza, digna de toda admiración, como la que acaba de tener Beatriz Paredes al no verse favorecida con la candidatura.
El martes, en este espacio, comenté de la exgobernadora de Tlaxcala:
“En mi caso, desde que Beatriz decidió participar pensé y creí, y lo sigo pensando y creyendo, que sería una excelente secretaria de Gobernación, que harían un excelente 1-2 con Xóchitl, porque conjugarían experiencia política y administrativa con visión de futuro, que privilegiarían el diálogo con todos, acabarían con la polarización, reunificarían a los mexicanos, acabarían con la política de odios y venganzas y corregirían el rumbo para el bien del país.
Con toda la proporción guardada, pienso que con la tlaxcalteca, muy identificada con Veracruz, llegaría a Gobernación la versión femenina de don Jesús Reyes Heroles, que le daría sustento legal a las decisiones que tomara la presidenta, si llegara a ganar Xóchitl, e incluso le serviría de contrapeso y hasta de freno cuando equivocara el rumbo, que en el poder de eso nunca se está a salvo”.
Ratifico lo que dije, más luego de que leí y releí la síntesis de su intervención, el miércoles, ante los dirigentes de los comités estatales, de los sectores, de las organizaciones y de los delegados del Comité Ejecutivo Nacional de su partido, el PRI, en la que argumentó por qué se bajaba de la contienda.
Chocó su pasado analógico con la era digital y de la IA
Era imposible que no mostrara su herida, pero no hizo un drama por ello. Recordó su participación en procesos internos y electorales “consciente de que la construcción democrática, en un sistema político como el mexicano, tiene avances y retrocesos, vaivenes, vericuetos, a veces desfiladeros”. Nadie más autorizado para afirmarlo que una veterana como ella, curtida en el quehacer político de México.
Vino el único raspón que soltó: “No imaginé que, a veces, los procesos democratizadores adoptan rutas mercadológicas más que ciudadanas, son los aprendizajes de los tiempos de hoy”. El pasado, su pasado analógico, chocó con la era digital y ya de la Inteligencia Artificial.
Se refería, sin duda, a la popularidad que desató en las redes sociales y en muchos medios la imagen de Xóchitl, su carisma exaltada por las herramientas y los recursos digitales, que la llevaron a superarla en forma amplia en la última encuesta por lo que consideraron innecesario llegar a la votación del domingo. La hidalguense supo venderse mejor como producto electoral que ella, con mucho mejor envoltorio, presentación y promoción, además porque está más actualizada y, especialista en Inteligencia Artificial, sabe usar muy bien las herramientas mercadológicas.
Si los que aspiran a candidaturas no toman nota y no aprenden de lo que ya quedó claro a Beatriz y aprendió, tendrán muchos tropiezos, cuando no el fracaso. Las “rutas mercadológicas” (publicitarias) no solo son necesarias sino indispensables, lo mismo en las redes sociales que en los medios.
Autocrítica, honesta, acepta que falló
Fue autocrítica y no trató de evadir su propia responsabilidad ni de culpar a otros ni del pasado, por ello me parece honesta: “Debo asumir las limitaciones e insuficiencias que tuve en este proceso”. Las citó:
“a) La fractura en mi tobillo fue magnificada como una enfermedad grave y la guerra sucia esparció la falsedad de que es invalidez permanente, no es así y sé que mis verdaderos amigos jamás lo creyeron y qué bueno que no sea así (ella camina apoyada en un bastón o se moviliza en una silla de ruedas, luego de un accidente).
b) No tuve la aptitud de convencer a mis correligionarios que también fueron aspirantes, a que se sumaran a mi propuesta (reconoció, pues, que ni siquiera a sus propios compañeros del PRI, que también aspiraron, pudo sumarlos y optaron por Xóchitl).
c) Los prejuicios por mi militancia partidista campearon entre amplios sectores de la sociedad civil sugiriéndome, constantemente, que abandonara al partido, estos fueron alimentados interesadamente cuando yo ratificaba mi convicción partidista (pero, sin duda, le pesaron en contra las siglas y los colores de su partido, así como su pasado priista).
Resaltó la necesidad de los medios y de estar en los medios
Hizo un especial reconocimiento a los medios de comunicación y a los comunicadores.
Luego de referirse a que durante muchos años pasó desapercibida en los medios porque no la entrevistaban debido al lenguaje a veces incomprensible que usaba, hasta ahora que se ocuparon de ella como aspirante: “Entonces, este descubrimiento que en estos últimos meses han hecho de mi persona me tiene muy feliz, sobre todo porque yo sé que vivimos en la era de la comunicación y que no hay político que pueda existir o sobrevivir si no hay una nueva alianza con los medios de comunicación”.
Apuntó enseguida algo que, a mi juicio, merece considerarse seriamente:
“Creo que uno de los grandes problemas de la elite política mexicana, de los liderazgos políticos mexicanos, es que se rompieron nuestros vasos comunicantes con los medios de comunicación y creo que, si verdaderamente queremos encontrar cómo enfrentar la realidad política que nos apabulla, requerimos construir una nueva alianza con los medios de comunicación, una alianza a partir de la verdad y una alianza a partir del respeto mutuo y de la objetividad”. Inobjetable, por supuesto.
(He creído, y sigo creyendo, que la derrota de Miguel Ángel Yunes Márquez como candidato a gobernador en 2018 se debió en mucho a su alejamiento con y a su desdén por la prensa tradicional, en especial la escrita, y que le apostó todo a las redes sociales).
No tuvo empacho en reconocer a Xóchitl
Luego de llamar a la transparencia en la selección de todas las candidaturas del Frente, de poner por encima de todo los intereses de México y de que sean las fuerzas políticas y los liderazgos ciudadanos los que conduzcan e integren el Frente, tuvo reconocimiento para su adversaria triunfadora:
“Expreso mi respeto y reconocimiento a Xóchitl Gálvez, aprecio sus expresiones cuidadosas hacia mi persona y valoro que, en algunos temas, como en el de las necesarias reivindicaciones de las comunidades indígenas, tengamos identidad. Su talento y estilo personal imprimió una nueva dinámica al proceso y la llevó a alcanzar los resultados de todos conocidos.
Dijo que su adhesión definitiva al Frente dependerá del programa del gobierno de coalición, de la consistencia de las propuestas y de la evolución de su entramado democrático.
Se descartó para cualquier otra candidatura
Se dijo “gente de misiones, no de posiciones”, y por ello, “(para que aquellas balas venenosas que de repente oscurecen el escenario no profundicen)”, declaró enfáticamente: “No aspiro a ninguna candidatura en las próximas elecciones, ni al Congreso de la Nación, ni a la Ciudad de México” (dura y contundente contra quienes no entienden que ya cumplieron su ciclo y se aferran a seguir viviendo del presupuesto público).
Y no negoció su retiro
Contra quienes quisieron ver algo turbio en su declinación, fue muy clara: “no hubo ninguna negociación, yo nunca he negociado en lo oscurito, lo oscurito me gusta para observar las estrellas y para querer a las personas que amo, es para lo único que me gusta la obscuridad”.
Consideró “natural, como demócrata que soy y absolutamente consistente, que reconozca cuando los resultados no me favorecen”. Muy pocos como ella.
Hubo quienes se rasgaron las vestiduras, diciéndose decepcionados por la forma en que terminó su participación, pero ella no vio algún problema: “En estos días se ha levantado un debate: ‘que, si en el discurso de Mérida me comprometí a participar en el proceso hasta el final’, efectivamente, para mí el final es cuando se dieron los resultados que revelaban que era irreversible el triunfo de la otra candidata, esos resultados se han dado con la expresión de esas encuestas oficiales.
¿Cómo culmina el proceso? es cuestión de la Comisión organizadora, no es cuestión de quienes somos candidatos”.
Ayer, José Antonio Meade, candidato presidencial fallido del PRI en 2018, describió en su cuenta de Twitter, quién es, lo que es, Beatriz Paredes Rangel: “Por años, el país, sus instituciones y nuestra gobernanza han contado con el sentido de Estado y talento de @BeatrizParedes. Su biografía es una de temple, firmeza, creatividad, congruencia y valentía para enfrentar momentos difíciles”. No se quedó corto.