Un fantasma recorre México. La irrupción de Xóchitl Gálvez que empezó apenas el 6 de junio trae de cabeza a todo el país y a todos los participantes en esa tragedia de enredos que es la política mexicana.
AMLO y las corcholatas y los morenistas -que es decir lo mismo- no saben qué hacer, qué pensar, cómo detener el arrollador impulso de esa mujer menuda que salió casi de la nada para emerger como la más poderosa amenaza para sus sueños de poder. Se les nota el miedo, diría el pavor, ante una adversaria con la que no saben tratar, a la que no saben tratar porque no tiene cola que le pisen, porque no la pueden comprar, porque no la pueden espantar. Es el leviatán que quita el sueño al patriarca en su otoño y que le deterioró la base que pensaba firme y en la que estaba asentada su permanencia en el poder, por él o por interpósita persona diga lo que diga.
Pero Xóchitl también resultó una sorpresa para la oposición coaligada de los tres partidos antes mayores por su lado, puesto que les removió la cómoda certeza de que estaban perdidos sin remedio para las elecciones de 2024. PAN, PRI y PRD se encontraron de pronto con una guerrera, una David pronta a luchar y a vencer a Goliat, una formidable oponente contra el dragón empoderado de la 4T. Y tuvieron que actuar en consecuencia porque se vieron en posesión de la pelota y en posición de anotar.
Y fue una molestia envidiosa para Dante Delgado, que esperaba que su Movimiento Ciudadano creciera como la espuma -como lo había hecho Morena hace unos años- y se convirtiera en la nueva esperanza de México, en la tabla de salvación para este país, destrozado de tan fea manera en cinco años por la ignorancia y la necedad. Pero no fue por ahí.
Xóchitl fue un fenómeno de la comunicación, que llegó para quedarse en los espacios principales de todos los noticieros, los periódicos, los portales informativos.
Y Xóchitl Gálvez fue, es y será el aire de renovación que los ciudadanos esperaban, que los mexicanos de bien anhelaban, que el pueblo bueno y honrado necesitaba para encaminarse a una vida de paz, bonanza y tranquilidad.
Fue, es y seguirá siendo la tonantzin que trae dones, que invita a la concordia, a la unidad, a la hermandad. La madre bienhechora que volverá a reunir a los hijos de la patria en un objetivo común, que es el bien de todos.
Xóchitl sigue encabezando las encuestas, imparable, y tendrá el voto mayoritario el 3 de septiembre para erguirse naturalmente como la constructora del Frente Amplio por México.
¿Alguien lo duda realmente?