Por Edgar Hernández*
El otrora partido en el poder iniciará, tras el cambio de dirigencia y de cara a la sucesión gubernamental, un proceso de renovación de sus comités de base (secciónales), liderazgos naturales y jefes de manzana.
Ante la oportunidad histórica que da el inevitable derrumbe de Morena, el PRI echará a andar la vieja maquinaria para reencontrarse con la militancia leal no manchada por la corrupción que durante el último lustro fue condenada y arrinconada.
Emprenderá asimismo la renovación de sus Comités Directivos Municipales de Pánuco a Las Choapas al igual que los Consejos Políticos Municipales, el Consejo Político Estatal y los sectores y organizaciones afiliadas al PRI.
Buscará de la misma manera fortalecer los comités del Organismo de Mujeres que desde hace más de cuatro años inició un persistente trabajo en los 212 municipios a sabiendas de que el voto de la mujer inclinará la balanza el primer domingo de junio del 2024.
Queda claro que el 52% del padrón de mujeres a votar -4.2 millones- está constituido por mujeres aguerridas muchas de ellas cabezas de familia, burócratas, estudiantes o profesionistas que ya mismo encabezan proyectos de asociaciones civiles de abogados, ingenieros y académicos.
También, levantando una bandera, se encuentran madres buscadoras, colonos, las del cambio climático y las que luchan en favor de la defensa de las mujeres.
Todas y todos en el hartazgo por la forma de gobierno impuesta por Cuitláhuac García quien pretende consumar su empeño destructivo imponiendo a la zacatecana Rocío Nahle por la vía de una elección de estado.
Se buscarán además en esta nueva etapa del PRI regresar la alegría que siempre caracterizó a la política retraída a partir del 2018 en donde unas veces con razón, otras veces sin ella, Morena acudió a la generalización señalando al priismo, del cual en buena medida formaron parte, de corrupto.
La que vivió el tricolor fue toda una cruzada de denostaciones y descalificaciones que se recrudeció en el 2017 al calor de la campaña presidencial y la renovación gubernamental, para luego oficializarse a partir del 2018.
Ello generaría en el ánimo ciudadano que los buenos, los limpios y los honestos eran los de Morena y los malos, algunos de ellos en la cárcel, y ladrones eran los priistas corruptos, los fifis y conservadores “esos que están en contra del pueblo bueno”, según el Peje.
La que sucedió fue toda una retahíla lopezobradorista contra el priismo, fue una campaña que finalmente decantó ya que los de Morena ya gobierno, resultaron peores.
La ciudadanía se daría cuenta de la tremenda embarcada que significó votar por Morena.
Fue a partir de entonces que la ciudadanía empezaría a regresar a su realidad, a sus orígenes y, en ese afán, es que el PRI pretende ir por la recuperación de la confianza de los veracruzanos.
Irá, ahora de la mano del PAN y el PRD, por el voto en contra de Morena, el sufragio contrario a la llamada Cuarta Transformación que lleva como bandera la imposición de una zacatecana, Rocío Nahle, con comprobada fama de corrupta e incumplida con uno de los tres proyectos más importante del sexenio por concluir, Dos Bocas.
Para el PRI, el reto es gestar un nuevo partido fortalecido con los jóvenes recién afiliados.
Se trata de que la nueva dirigencia recorra los 212 municipios llevando un mensaje de compromiso de cambio, un compromiso a la buena que abra la oportunidad de ir de la mano de la ciudadanía teniendo como aliado al Frente Amplio por México -versión Frente Amplio por Veracruz- a fin de construir un gobierno de coalición a partir del primero de diciembre del 2024.
Se trata de echar a andar un “Programa Emergente de Reconstrucción de Veracruz” que permita salir de la emergencia en materia sanitaria, educativa y de seguridad pública; que reavive los programas sociales, de generación de empleo y rescate de las clases marginadas
El nuevo PRI habrá de someterse al juicio de la historia.
Será un PRI que va en pos del perdón de los veracruzanos y una nueva oportunidad de sumarse a la causa ciudadana.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo