“Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy muy seguro de la primera”.
Albert Einstein.
Me parece una necedad contradecir una de las mentes más brillantes de la humanidad, pero yo no estoy tan seguro que la estupidez sea infinita, pero estoy convencido que el odio si lo es.
Ahora vemos en los libros de historia que la Segunda Guerra Mundial inició un 1 de septiembre de 1939 con la invasión de Alemania a Polonia. No hay duda de su inicio, nadie cuestiona que todos los acontecimientos que lo precedieron solo fueron preparando el escenario de esta terrible conflagración mundial.
Pero eso es cuando leemos la historia, al vivirla día con día es muy difícil saber cuándo inician o terminan los acontecimientos históricos. Solo somos conscientes al momento de observar que los sucesos parecen cobrar cierta irrealidad, uno tras otro se suceden de forma casi absurda. Aún no sé si la Tercera Guerra Mundial ya dio inicio, eso solo la historia con su perspectiva temporal nos lo dirá, de lo que no tengo duda es que lo que vivimos bien pueden ser los acontecimientos que la precedan.
Es probable que en un futuro, los libros de texto digan que la Tercera Guerra Mundial dio inicio con la invasión de Rusia a Ucrania o si me lo permiten, con el ataque terrorista de Hamas a Israel el sábado 14 de octubre y las terribles consecuencias que se desencadenaron.
Nos enseñaron que una bala inició a la Primera Guerra Mundial, la bala que mató al archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austrohúngara el 28 de julio de 1914. Ese día nadie en el mundo era consciente de la tragedia que se avecinaba ni las terribles consecuencias que esta simple bala traería al mundo. Pero ahora lo vemos en perspectiva y al tiempo y tenemos claro que las circunstancias eran claras, el conflicto era inevitable.
Lo mismo ese 1 de septiembre de 1939, ya los tambores de guerra sonaban fuertemente en Europa, el desenlace ahora nos parece evidente. A los hombres y mujeres en ese momento solo era un acontecimiento más en una serie de acontecimientos terribles que se venían ocurriendo en esos años.
Ahora vemos un ataque terrorista terrible, donde mueren más de mil israelís y son tomados como rehenes poco más de 200 y llevados a Gaza, la respuesta de Israel es pavorosa, una serie de bombardeos con misiles a blancos estratégicos de Hamas en Gaza que tienen como consecuencia la muerte de miles de civiles palestinos.
Se discute si los palestinos tienen derechos sobre ese territorio o si los israelís son los verdaderos dueños históricos, se trata de aberraciones retóricas que buscan justificar lo injustificable. Ni una de las partes tiene razón, pero ninguna tiene el derecho de desaparecer de la faz de la tierra a la otra.
Ahora es un cohete que detona en un hospital y causa más de 500 palestinos muertos, muchos de ellos niños y niñas. La tragedia es horrorosa, absolutamente inaceptable y moralmente deleznable. Las dos partes se culpan, unos dicen que fue un misil israelí y los otros dicen que uno de Hamas que por error detonó en el Hospital. Lo único cierto es que nunca sabremos la verdad, porque justamente en la guerra la verdad es una de sus primeras víctimas.
Yo nunca he creído en eso del Apocalipsis Bíblico, pero si tengo que ser sincero, no me gusta cuando los acontecimientos toman lugar en esas tierras que media humanidad consideran Santas. Es justo en su santidad que se halla su maldición eterna.
Después de todo es mejor soñar como Martin Luther King, soñar con el día que la humanidad se levante para vivir de acuerdo a sus creencias en la verdad evidente de que todos los hombres somos creados iguales.
Pero lo mejor es soñar con el deseo de no tener necesidad de soñarlo.
Yo les pido que no se sumen al odio. Eso déjenlo a los fanáticos enloquecidos dispuestos a matar a quien no piense igual a ellos y crea en lo que ellos creen.
Que con todo respeto, piensan y creen puras pendejadas.
Jorge Flores Martínez
Twitter: @jorgeflores1mx