“As-salāmu ʿalaykum/ “Shalom aleichem”
Que Dios te dé protección y seguridad/ La paz con vosotros
Asistimos a la nueva, enésima, confrontación entre Israel y Palestina que desde hace más de siete décadas no han logrado vivir en paz.
La población civil de esa convulsionada región no para de sufrir. Vive atrapada entre los fundamentalismos de los dirigentes políticos de Hamas y la disparatada creencia del Estado de Israel en su Destino Manifiesto, bajo el cual Medio Oriente le está predestinado.
Por ello la región vive sujeta a los apetitos imperiales de Israel que busca expandirse a lo que considera sus territorios prometidos y niega el derecho de sus vecinos a la existencia de un Estado Palestino.
En ese escenario convulso, donde juegan también los intereses de las potencias que cuidan sus presencia en la región, como es el caso de Rusia, o Europa y algunas naciones árabes invariablemente alineados con la lógica de la estrategia de la política exterior norteamericana en esta zona del mundo, de importancia geopolítica fundamental por ser el puente entre el Oriente y Occidente, entre África y Europa, centro de las tres grandes religiones monoteístas y donde se encuentran las grandes reservas mundiales de petróleo.
El movimiento islámico Hamas domina desde el 2007 la Franja de Gaza al sur de Israel. Y tiene en su credo extremista la opción militar para alcanzar el reconocimiento a la existencia de los territorios palestinos tanto en Gaza como en Cisjordania. En ese sentido han sido varias las ofensivas que ha dirigido a su odiado rival disparando cohetes hacia poblaciones limítrofes lo que ha desencadenado violentísimas ofensivas del gobierno de Tel Aviv que ha dejado una sangría de miles de víctimas fatales, heridos, desplazados, dolor y sufrimiento para la población palestina.
Ahora, el nuevo episodio de violencia comenzó tras el inesperado ataque lanzado por Hamás el pasado sábado 7 de octubre, cuando se conmemoraban 50 años de la guerra de Yom Kipur peleada por una coalición de los estados árabes liderada por Egipto y Siria en contra de Israel en 1973.
Ese día, una lluvia de cohetes señaló el comienzo de un ataque sin precedentes por su escala y coordinación, al tiempo que numerosos combatientes del movimiento Hamas realizaban una incursión en territorio del país hebreo, donde secuestraron y tomaron como rehenes a civiles y militares israelíes.
Los tomaron por sorpresa en pleno fin del Sucot, festividad judía que dura 7 días, del 29 de septiembre al 6 de octubre, en los que se habita una cabaña provisional para evocar los 40 años que el pueblo israelí vagó por el desierto, y se dio el día del Sabbat, día sagrado de la semana en el judaísmo rabínico.
En este ataque sorpresa, el grupo armado islamista palestino mató ese sábado a unos 700 israelíes, según los medios de comunicación, y secuestró a a más de cien personas, entre los que se cuentan tres ciudadanos mexicanos, mientras sembraba el pánico en las ciudades israelíes.
En respuesta al ataque, la aviación israelí ha bombardeado desde el domingo bloques de viviendas, túneles, una mezquita y casas de funcionarios de Hamás en Gaza, matando a más de 400 personas, entre ellas 20 niños. Los ataques de ambos bandos hasta este martes han dejado más de mil 500 personas muertas y se contabilizan unos 6 mil 400 heridos en total, además de 187 mil desplazados, según la ONU.
Uno de los episodios más dramáticos del ataque de Hamas ocurrió en una fiesta electrónica que se celebraba al aire libre en un campamento al sur de Israel en la que los terroristas secuestraron y masacraron a cientos de jóvenes que debieron intentar huir a campo traviesa, mientras quedaba una larga fila de autos, varios calcinados, abandonados por las víctimas que fueron secuestradas o no pudieron escapar a la muerte; más de 260 jóvenes que disfrutaban del festival de música, Tribe of Nova, fueron asesinadas por militantes armados del grupo palestino.
Por todos estos hechos, Israel prometió convertir Gaza en una ciudad «en ruinas». La guerra en Israel será ‘larga y difícil’, ha dicho el primer ministro Benjamín Netanyahu, y la experiencia nos enseña que el costo humano no tendrá precedentes.
Israel justifica el bombardeo indiscriminado contra Gaza afirmando que en cualquier lugar podrían encontrarse armamento o seguidores de Hamas, lo cual implica que pueden atacar lo mismo escuelas, que hospitales, mezquitas o cualquier zona residencial.
Para agravar más la situación, el grupo palestino Hamás amaga con ejecutar “públicamente” a los rehenes israelíes civiles si Israel continúa los bombardeos indiscriminados sobre la Franja de Gaza sin previo aviso a los residentes. “Cualquier ataque contra casas inocentes en Gaza sin previo aviso y alerta se enfrentará a la ejecución pública de un rehén”, ha afirmado en un comunicado Abu Obeida, portavoz de las brigadas de Al Qasam, brazo armado de Hamás, quien ha señalado que la ejecución será de rehenes civiles, no militares, y se transmitirá en línea, de acuerdo a informado por la agencia EFE.
Lo que vemos, en suma, son una espeluznante serie de atrocidades de los bandos en pugna, quedando en medio de las hostilidades la población civil.
A los bombardeos ininterrumpidos del ejército israelí de los últimos días se suma la decisión del gobierno de Netanyahu de ordenar el bloqueo total del territorio. “Estamos imponiendo un asedio total a Gaza (…) ni electricidad, ni comida, ni agua, ni gas, todo cerrado”, dijo este lunes el ministro de Defensa de Israel, Yoav Galant. Israel ha detenido todos los suministros que ingresan a Gaza, incluidos alimentos y medicinas.
Es un escenario ominoso para la población civil, que se recrudece ante la eventualidad de una incursión terrestre del ejército israelí.
El conflicto israelí-palestino es uno de los problemas más arraigados y complejos en la región, y las actuales hostilidades solo profundizan las heridas de décadas de conflicto. Las tensiones existen desde antes de la fundación de Israel en 1948.
No obstante, de acuerdo a agencias internacionales, la violencia ha sido especialmente aguda este año, donde el número de palestinos, combatientes y civiles, muertos a manos de las fuerzas israelíes es el más alto en casi dos décadas, y de igual manera se contabiliza un incremento de los israelíes y extranjeros, la mayoría civiles, muertos en ataques palestinos.
La raíz del conflicto, para no ir lejos, puede encontrarse en el expansionismo de Israel, que arrebató Gaza a Egipto en la guerra de 1967 y ocupó la zona hasta el 2005. El territorio, donde viven unos dos millones de palestinos, quedó bajo el control de Hamas en 2007, tras una breve guerra civil con Al Fatah, facción palestina rival que constituye la columna vertebral de la Autoridad Palestina.
Hamás busca crear un Estado islamista de Palestina entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, reemplazando a Israel. Hamás niega el derecho de Israel a existir y se ha dedicado a buscar violentamente su destrucción, contando con el apoyo económico y militar de la República Islámica de Irán, financiamiento de Qatar y el permiso del gobierno de Turquía para realizar ejercicios de entrenamiento militar y usar su territorio para la planeación de ataques terroristas.
La situación en la Franja de Gaza y el conflicto palestino-israelí y las hostilidades que hora tras hora se hacen más violentas son motivo de gran preocupación a nivel internacional ante la posibilidad de que se genere una escalada regional.
Pero lo que debemos concluir y no podemos dejar de lado, por desconocimiento de la historia y del contexto geopolítico, es que en esa poción territorial del Medio Oriente deben coexistir dos estados y deben convivir en paz, con las mínimas condiciones seguridad y respeto a la libre autodeterminación de sus pueblos, sin distingos y sin amenazas expansionistas.
Y en ese tenor, es un proceso estancado pues la comunidad internacional no ha ejercido presión para que Israel cumpla con los acuerdos de paz y respeto que han emanado desde la propia Organización de las Naciones Unidas. La voluntad internacional para alcanzar un arreglo y una vía para la paz.
Como ha afirmado el gobierno de México: se trata de recordar, una vez más, la urgencia de reanudar las negociaciones que permitan alcanzar una solución de fondo al conflicto en la región, “bajo la premisa de dos Estados, que atienda las legítimas preocupaciones de seguridad de Israel y permita la consolidación de un Estado palestino política y económicamente viable que conviva con Israel dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas de conformidad con las resoluciones pertinentes de Naciones Unidas”.
Ni más ni menos.