martes, noviembre 5, 2024

Posibilidades de la Inteligencia Artificial como agente transformador de la Educación Superior

En el contexto de la Cuarta Revolución Industrial, la inteligencia artificial (IA) se consolida como un agente disruptivo e innovador con el potencial de transformar diversos sectores de la sociedad, incluyendo el educativo. La IA puede ofrecer soluciones para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje, personalizar la formación, optimizar la gestión y crear contenidos atractivos y adaptados a las necesidades de cada estudiante y docente.

A pesar del escepticismo existente acerca del impacto de estos cambios en la labor docente, la realidad es que ya existen numerosas herramientas de IA generativa enfocadas en aprovechar el potencial de la IA para renovar la educación superior. La IA generativa se basa en algoritmos capaces de generar contenidos nuevos y originales a partir de datos existentes, utilizando técnicas como el aprendizaje automático, el procesamiento del lenguaje natural o la visión por computadora. Esta tecnología puede crear desde textos, imágenes, vídeos, música o sonidos hasta programas informáticos, juegos o simulaciones.

Plataformas como Gradescope agilizan las tareas de evaluación a través del reconocimiento inteligente de respuestas. Por su parte, herramientas como QuillBot o Education CoPilot crean materiales docentes y experiencias de aprendizaje cada vez más personalizadas. Soluciones como Altitude Learning y Knewton impulsan el autoaprendizaje adaptativo generando planos de estudio únicos. Asistentes virtuales como Ivy.ai facilitan el acceso a la información y servicios académicos de manera amigable.

Para apoyar la redacción de ensayos o tareas, crear material ilustrativo, automatizar retroalimentación o gamificar contenidos, se dispone de herramientas como ChatGPT, DALL-E 2 o Midjourney. Por otro lado, aplicaciones como Scribe, Whiteboard Chat o TinkerCad ofrecen funcionalidades avanzadas, como generar guías digitales de forma automática a partir de la actividad del usuario, tableros de evaluación personalizados o modelado 3D colaborativo.

A pesar de la curiosidad que despiertan estas herramientas, el potencial de la IA en la educación superior apenas comienza a descubrirse. Se espera que, en un par de años, pueda transformar positivamente los procesos de enseñanza y aprendizaje si se integra de forma responsable y con los debidos controles de calidad. En el corto plazo, se prevé que surjan enfoques híbridos con mayor personalización, que adecuen contenidos y métodos de acuerdo al análisis de datos individuales de estudiantes, a través de sistemas adaptativos y tutores digitales multiexpertos. Asimismo, se vislumbra un mayor uso de herramientas de evaluación automatizada y agentes conversacionales que aprovechen el análisis de intereses, permitiendo proporcionar retroalimentación oportuna para mejorar destrezas y habilitar un aprendizaje a lo largo de la vida.

La IA abre un mundo de posibilidades educativas, pero también plantea complejos retos que deben abordarse para aprovechar sus beneficios. La integración de la IA en la educación superior requiere responsabilidad y fortalecimiento de las habilidades humanas. En este escenario, es clave reforzar el rol pedagógico y potenciar las habilidades blandas, entendidas como aquellas capacidades y competencias específicas que permiten a las personas afrontar los desafíos, tomar decisiones informadas y adaptarse efectivamente a diversas situaciones en su vida personal y profesional.

Los docentes deben integrar innovadoramente las herramientas, interpretar datos e información proporcionados y actualizarse continuamente. Del mismo modo, los estudiantes necesitan habilidades para entender cómo la IA puede apoyar su aprendizaje de manera personalizada e interactuar de forma consciente y comprometida con estos sistemas digitales. Para ello, será necesario establecer marcos regulatorios que salvaguarden la privacidad y seguridad de datos, así como asegurar un uso ético de estas tecnologías en desarrollo.

A medida que avanzamos hacia el futuro, resulta imperativo que las instituciones de educación superior adopten un enfoque proactivo hacia la integración de la IA en sus currículos y operaciones, con el propósito de mejorar sus procesos educativos, administrativos y de gestión. Sin embargo, es esencial que vayamos más allá de la mera adopción de la IA. Debemos fomentar una cultura de aprendizaje continuo y adaptabilidad, donde los docentes como los estudiantes estén dispuestos a aprender y adaptarse de manera constante. El eje central de este proceso debe ser el pensamiento crítico y la creatividad.

En la mirada hacia el futuro, es emocionante imaginar cómo la IA podría transformar la educación tal como la conocemos. No obstante, debemos recordar que la IA es simplemente una herramienta. Nuestro desafío radica en utilizarla para mejorar, y no reemplazar, la experiencia humana de enseñanza y aprendizaje. La IA no determina los resultados, sino que es el contexto en el que se desarrollará e implementará lo que definirá el tipo de mundo en el que viviremos.

A medida que nos adentramos en esta nueva era de educación impulsada por la IA, debemos recordar que el éxito final dependerá de nuestra capacidad para equilibrar la innovación con la responsabilidad, la tecnología con la humanidad. Solo entonces podremos asegurarnos de que la IA se convierta en una verdadera fuerza para el bien en la educación superior.

Ideario en Perspectiva

De acuerdo a cifras del CONEVAL, actualmente 46 millones de personas viven en condición de pobreza en México, lo que representa el 36% de la población total. Por otra parte, de acuerdo a especialistas, aproximadamente el 16% de la población entre 3 y 21 años no cursa estudios básicos, equivalente a 7 millones de personas sin educación primaria.

Esta innegable relación entre falta de escolaridad y pobreza apunta a que México enfrentará un déficit de capacitaciones que se reflejará en una pérdida del 12% de los ingresos a lo largo de la vida laboral de quienes no accedan a una educación de calidad.

Esta problemática debería ser prioritaria en la agenda gubernamental. Por ello, es importante generar las siguientes interrogantes:

  • ¿Con qué estrategias concretas el Estado atiende las raíces del rezago educativo y sus causas profundas, como la pobreza misma, para romper el círculo vicioso entre ambos factores?
  • Más allá de programas asistencialistas, ¿Existe una propuesta integral que garantice el derecho a la educación como vehículo de movilidad social y herramienta para superar desigualdades endémicas?

Los datos referidos otorgan visibilidad concreta a la problemática y su impacto social, resaltando la urgencia de abordar esta deuda educativa desde una perspectiva de desarrollo con equidad e inclusión.

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