lunes, noviembre 4, 2024

Pugna entre los Poderes de la Unión

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Está al máximo la embestida del Poder Ejecutivo contra el Poder Judicial de la Federación, para esa agresión utiliza los servicios del Poder Legislativo, es decir, dos Poderes constitucionales en pugna contra el otro. Sin duda, este episodio es inédito en nuestra evolución política contada a partir de la Constitución de 1917, pues durante todo el periodo hubo armonía, sin disputas del calibre que ahora atestiguamos ¿a qué causa o motivo pudiéramos atribuirlo? Para mejor entenderlo debemos situarnos en lo ocurrido entre estos poderes desde la fecha en que se expidió la Constitución vigente hasta la actualidad y, por supuesto, al estilo personal de gobernar de cada presidente. Nos extenderíamos demasiado si intentáramos la narrativa de cada periodo presidencial, pero basta con señalar un elemento como común denominador: los presidentes de la república, con sus respectivos matices, mantuvieron un férreo control y supremacía sobre el Poder Legislativo y el Poder Judicial porque de su esfera emanaba la decisión sobre candidaturas a diputados y senadores, controlados por la disciplina priista, y los nombramientos de Ministros de la Suprema Corte y hasta de jueces. Era obvia la supremacía del Poder Ejecutivo y los motivos de obediencia durante la denominada presidencia imperial.

Partiendo de esa primicia y de la forma en cómo concibe el presidente López Obrador su gobierno pudiéramos obtener la respuesta, por muy anacrónico que nos parezca ese concepto de gobierno en un contexto de condiciones diferentes a las que prevalecían durante la hegemonía priista. Por supuesto, antaño no faltaron discrepancias entre el Ejecutivo y el Judicial, con Zedillo se estiró la liga. Pero no podemos pasar por alto que ahora el Poder Legislativo tiene un contexto diferente, aunque siempre actuará a tono con el Ejecutivo si su mayoría corresponde al mismo partido, tal como actuó durante el largo predominio priista para actuar al son de las consignas tiradas desde el Ejecutivo. Todo comenzó a cambiar cuando en 1997 el PRI perdió la mayoría relativa en la Cámara de diputados y cuando en el año 2000 se produjo la primera alternancia partidista en la presidencia de la república, a partir de esa metamorfosis de las circunstancia ya nada fue igual porque es en el recinto Legislativo donde se aprueban propuestas y nombramientos de diferente índole y la composición cameral si no existe mayoría para un bando exige negociaciones y ceder espacios. En síntesis, lo que observamos es el choque de una concepción casi decimonónica de un presidente que se piensa omnipresente y omnipotente como el viejo cuño y en consecuencia entra en conflicto con circunstancias muy diferentes a las que dieron lugar a la presidencia imperial. Culpas son del tiempo.

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