Mientras “el rayo de esperanza opositora”, Xóchitl Gálvez, transita por el territorio nacional sin rumbo fijo, quienes vieron en ella la oportunidad circunstancial de convertir al Frente Opositor en una entidad electoralmente competitiva, con su actitud de aparente indiferencia hacen perceptible un inconveniente vacío, lo cual manda señales inequívocas de serios problemas en ese bando. Así es posible advertirlo ahora Alejandro Moreno, dirigente nacional priista, se distrae “expulsando” de las filas partidistas a quienes hace ya algunas semanas decidieron apartarse del PRI alegando incompatibilidad de miras con “Alito”. ¿Había necesidad de ese movimiento cuando el PRI requiere del insumo experimentado de sus actores políticos? Sobre todo en tiempos de profundas discordias políticas, por lo cual toda dirigencia partidista debiera dedicarse a atender objetivos relacionados con la contienda electoral venidera. Porque ese expediente (el de los “expulsados”) ya estaba en el archivo, luego entonces algo subyace tras los bastidores del PRI solo perceptible por sus elites, antaño activamente ocupadas en fortalecerse para conservar el poder, y en contraste ahora riñen por los mendrugos que pudieran obtener. Lo inoportuno del caso introduce innecesario ruido porque distrae la atención respecto de lo principal que consiste en afinar la estrategia para la competencia electoral, y pasa por intensificar las acciones de apoyo y promoción de la candidata Xóchitl Gálvez. Sin embargo, esta actitud de “Alito” y la muy pasiva de Marko Cortés permiten especular acerca de una trama escondida, que bien pudiera referirse a la posible aparición de Marcelo Ebrard en este escenario. Son percepciones sugeridas por lo que se observa en el Frente Amplio y el muy evidente vacío en torno a Xóchitl Gálvez, junto a quien ya no se ve ni a Santiago Creel; y cuando el rio suena, algo lleva.