El golpeteo que han recibido los últimos años las instituciones democráticas en nuestro país ha sido muy fuerte e intenso, no se encuentran en las mejores condiciones para realizar y llevar a buen término las mayores elecciones en la historia de nuestro país. Esto es lamentable, puede ampliar mucho los escenarios y tanta incertidumbre es posible que no pueda ser procesada en una sociedad tan polarizada y enfrentada como la nuestra, donde variables antes no tan importantes ahora cobran la mayor relevancia como la Delincuencia Organizada.
Tener como posibles tantos escenarios no es lo deseable, menos aun cuando muchos de estos se desprenden de instituciones electorales rebasadas que no garantizan resultados aceptables para los mexicanos. Es el peligro de tirar a la basura instituciones democráticas que construimos en los últimos 30 años y remplazarlas por la decisión y estado de ánimo de un solo hombre.
Yo veo por lo menos estos escenarios:
Uno es que gana Sheinbaum en una elección medianamente aceptable y con una diferencia suficiente para asegurar gobernabilidad que le permita iniciar su administración. López Obrador le hace entrega de la banda presidencial, obtiene un congreso sin una mayoría y tiene que dar inicio a una maniobra de recomposición política con la oposición. Hay impugnaciones electorales, algunas gubernaturas tienen resultados apretados, la tensión social es importante pero manejable y López Obrador será un factor político determinante durante todo el sexenio y posiblemente al final se encuentre en condiciones de definir al sucesor. Posiblemente sea el escenario más conveniente para López Obrador y para los mismos partidos del frente opositor. Nadie gana todo pero nadie pierde todo.
Otro escenario es que gane Xóchitl Gálvez en una elección muy competida y muy cerrada. El Congreso en su contra y un presidente que no acepta el resultado electoral. Hay molestia y gran tensión social. Los gobernadores del oficialismo se resisten y la cúpula militar esta indecisa en sus cuarteles. Hay mucho en juego y el país se encuentra en un grave riesgo, pero la transición de poder se da a brincos y empujones, las instituciones resisten. López Obrador ahora de ex presidente será un factor político muy importante por muchos años. Este escenario no le conviene ni a López Obrador ni a los partidos del frente opositor.
Hasta se me ocurre uno donde Xóchitl gane con una diferencia de menos de 5% pero López Obrador como demócrata acepte el resultado y veamos una entrega de la banda presidencial con mucha tensión política pero en un marco democrático e institucional. Los militares son leales a la institución presidencial y no al hombre. Da inicio una administración que requiere reconstruir puentes políticos y empezar con una política de reconciliación nacional muy profunda. Aquí la única que pierde es Sheinbaum, ya que el mismo López Obrador mantiene maniobra para capitalizar la derrota en un futuro.
Otro posible escenario es que Sheinbaum barra en las elecciones y se lleven carro completo y completísimo. La oposición es prácticamente eliminada y morena obtiene una cómoda mayoría en ambas cámaras y casi todas las gubernaturas y legislaturas estatales. No hay nada que negociar, la cuarta transformación es irreversible en los próximos 60 años y lo único por definir es el papel que tendrá López Obrador como ex presidente. La nueva presidenta tiene el suficiente capital político para deshacerse de él. Es posible que este escenario no le convenga a López Obrador, tendrá un sucesor muy fuerte que puede prescindir de sus servicios y lo mande directo a su rancho.
En uno de mis escenarios gana Xóchitl pero se consuma un fraude que la sociedad considera inaceptable. Las calles y plazas públicas están tomadas, las fuerzas armadas se encuentran en la disyuntiva ética de enfrentarse a la sociedad molesta o encerrarse en sus cuarteles. López Obrador no acepta el resultado y no piensa ceder un paso. Se inician enfrentamientos entre seguidores de morena y ciudadanos inconformes. La tensión se puede desbordar en cualquier momento. Los capitales salen del país y la economía empieza a mostrar grietas profundas. Sheimbaum toma el poder en medio de una situación social y política muy compleja. Necesita a López Obrador y le será muy difícil, sino que imposible, deshacerse de él. Este es un muy buen escenario para López Obrador y uno muy malo para todos los demás.
También, como en botica, tengo un escenario donde las elecciones se desarrollan de forma tan desaseada y fraudulenta que no hay forma de dar resultados y la molestia social se desborda, las fuerzas armadas tienen que hacer frente al descontento de la sociedad, el presidente López Obrador decreta estado de excepción y se mantiene en el poder hasta definir una nueva fecha de elecciones que nunca llega. La democracia muere. Este escenario estoy seguro que lo han analizado en varias ocasiones en Palacio Nacional.
Ahí les dejo de tarea, hay muchos más escenarios, pero estos me parece que son los más representativos.
El riesgo de todo esto es que golpeamos tan duro a nuestro árbitro electoral y a las instituciones democráticas estos últimos años que no sé si resistan un proceso tan complejo, polarizado y competido como el que viene en el 2024.
Si pusiera mi dinero, diría que los momios están dados para un fraude de las mayores proporciones donde el dinero público y la delincuencia organizada sean determinantes para un resultado que garantice la continuación del oficialismo por varios sexenios y la desaparición de la democracia mexicana.
Pero no pongo mi dinero, pongo mi corazón. México es mucho para un solo hombre. Las Instituciones debilitadas y frágiles como están, son suficientes para resistirse a los deseos de autoritarismo y destrucción democrática de quien sea y de quien venga.
Ahora, nunca he sido bueno apostando mi dinero, por lo regular no doy una. Pero donde pongo mi corazón nunca me ha fallado.
¿Tú a qué le apostarías?
Jorge Flores Martínez
Twitter: @jorgeflores1mx