Durante 2019 y parte del 2020 el presidente López Obrador recurrió con frecuencia casi cotidiana a uno de sus estribillos favoritos: “la oposición está moralmente derrotada” para referirse a las tibias arremetidas de sus críticos al señalar los desaciertos de algunas políticas públicas puestas en vigor por el nuevo gobierno, la reacción presidencial llevaba implícita la estrategia de “rematar” a los partidos opositores cuando aún se encontraban bajo los efectos del estado catatónico provocado por la arrolladora ola electoral de 2018 que les arrebató la presidencia, Veracruz entre otras entidades y la mayoría absoluta en el Congreso General; para el gobierno eran los días de vino y rosas, salpicados con el jocoso “me canso ganso”. Luego vino el desastroso manejo de la pandemia, acompañada con las amargas pócimas de la rifa del avión sin avión, el desabasto de combustible que desnudó la inexistente lucha contra el Huachicol, la innecesaria “consulta” sobre la revocación del mandato, todo acompañado con un desaforado crecimiento del número de desaparecidos apareados con la violencia incontrolable, poniendo al descubierto creciente el poderío de la delincuencia organizada “combatida” con la evidentemente fallida estrategia de “abrazos no balazos”. En 2021 se celebró la elección intermedia cuyos resultados no fueron los esperados por el gobierno y a partir de ese parteaguas sexenal ya nada fue igual porque obligó a adelantar los tiempos electorales, y en esas estamos. De aquella entonces festiva frase referida a “la derrota moral de la oposición”, ahora en Veracruz justamente desde la trinchera oficialista, escuchamos expresar a Rocío Nahle, candidata de Morena al gobierno del estado: “la oposición no está dormida”. No es gratuita su advertencia, tampoco exenta de preocupación a causa del bullicioso triunfalismo que debe estar escuchando a su alrededor, imaginando una réplica automática del triunfo conseguido por Cuitláhuac García en 2018 gracias al efecto lopezobradorista, que en esta ocasión por el desgaste del ejercicio del poder parece menguado. No es para menos la preocupación de la señora Nahle, porque ya definida la candidatura oposicionista a favor de José Yunes Zorrilla las fuerzas desperdigadas tenderán a juntarse y, a diferencia del entorno que rodea a Nahle, los cuadros oposicionistas conjugan la experiencia de activistas curtidos en la política, unidos ahora en torno de un muy buen candidato que los abandera. Situación inédita, por cierto, porque Rocío Nahle cuenta con recursos económicos ilimitados, estructura gubernamental a su favor, programas sociales como voto cautivo, como antes lo hacía el PRI; mientras, en la oposición suman siglos de experiencia política personajes del PRD, del PAN y del PRI, “chuchas cuereras”, que si actúan sin simuladas intenciones sino con auténtica entrega, convicción y disciplina la recompensa sería el resultado electoral. Por lo pronto ya hay candidata y candidato, sin duda será una competencia de altura.