El nuevo Presidente del PRI de Veracruz, Adolfo Ramírez Arana, ve en la situación actual de su partido cosas que otros priistas, varios periodistas y muchos ciudadanos no perciben de la misma manera.
Sus declaraciones sobre el estado del priismo jarocho no por eso deben ser consideradas como falsas. Son más bien su versión, entendible desde la postura que debe manifestar como timonel de un barco que casi hace agua y por poco va a la deriva.
Es como esa persona que va cayendo desde un edificio de veinte pisos y al pasar por el piso nueve, e bajada vertiginosa, piensa para sí: “Pues hasta este momento las cosas van bien”.
Adolfo añade a su previsible posición triunfante y a su buena cara ante el mal tiempo un entusiasmo que contagia o debería contagiar a los militantes que quedan en el otrora partido arrollador, el que fue invencible hasta que los mexicanos entendieron con el candidato Vicente Fox que tenían el poder más grande de la nación, el poder del voto.
Ex alcalde de su natal Paso de Ovejas, ex diputado del distrito en el que está su pueblo, Ramírez Arana tiene una hoja de servicios completa dentro del partido: empezó en la grilla aleccionadora del reparto de trípticos y la pega de volantes en los postes, pasó por todas las posiciones del frente juvenil, no ha militado en la oposición, ocupó en el comité estatal prácticamente todas las carteras, menos la del ONMPRI por obvias razones.
Como debe ser su condición, Adolfo Ramírez enfrenta con cierta parsimonia y hasta valentía los cuestionamientos más difíciles o más directos, como lo hizo ayer con los periodistas del Grupo de los Diez, una temible batería de periodistas curtidos y preguntones, profesionales a todo lo que da, que hacen titubear hasta al más decidido.
Pero el dirigente estatal fue saliendo del paso con aplomo, y alcanzó a decir su verdad, su versión, su punto de vista sobre el estado del PRI.
Él ve un PRI que pervive en el espíritu institucional de militantes que lo han sido por décadas, y con ellos después sus hijos y sus nietos. Es el priismo profundo que permanece latente dentro de las regiones más apartadas y más marginadas de Veracruz. Son aquellos tricolores de corazón que -él considera- saldrán a votar el 2 de junio de 2024 para darle la victoria al Frente Amplio por México y dentro de éste la votación partidista más amplia.
Prevé el presidente estatal que muchos regresarán al redil y se sumarán (y mientras lo dice, asiente junto a él Alfredo Ferrari Pardiño, ex líder que se manifiesta al lado de su proyecto); que poco a poco irán llegando al establo de Ruiz Cortines en Xalapa a aceptar el orden de cosas y a continuar dentro para levantar una vez más al partido, después de tantos traspiés contra el PAN y contra Andrés Manuel.
Habrá que ver lo que piensan desde el otro lado interno los personajes que integran una nueva corriente crítica.