“Si le va bien al presidente, le va bien a México”, es conseja muy conocida en nuestro gran archivero de frases célebres, frecuentemente replicada para significar la esperanza de que el presidente de México aplique las medidas necesarias para el mejor desarrollo del país y que en ese propósito alcance el éxito esperado, porque nadie con altura de miras querrá su fracaso pues su suerte está uncida a la del país. Esa fue la querencia ciudadana en 2018 cuando sufragó a favor de López Obrador, quien ofreció un México mejor del que vivíamos, terminar con la corrupción, abatir la delincuencia, crecer económicamente al 4% en promedio anual, alcanzar la soberanía alimentaria y la soberanía energética, hacer realidad lo de “el petróleo es nuestro” terminando con la importación de gasolinas. Lamentablemente ha sucedido lo de siempre: a mayor expectativa mayor decepción, igual sucedió cuando Vicente Fox llegó con la alternancia política, así está aconteciendo ahora debido a los precarios resultados de una administración gubernamental cuyos dividendos están quedando lejos de lo ofrecido.
Se creó un organismo descentralizado denominado Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX) con el noble propósito de proporcionar apoyos al campo para hacerlo producir como nunca, pero cinco años después ha sido un botín y fuente de escandalosos hechos de corrupción, miles de millones de pesos desviados hacia bolsillos de funcionarios nunca llegaron al campo, y en vez de disminuir la importación de maíz que en 2918 alcanzaba los 25 millones de toneladas, ahora importamos 27 millones porque el campo mexicano ya no produce lo suficiente para el abasto interno. La generación de energía eléctrica no ha crecido al ritmo que lleva el impulso económico e industrial del país, de allí la multiplicación de los apagones con la correspondiente pérdida de millones de pesos por evento; la producción de petróleo no alcanzará los dos millones de barriles diarios señalados como meta por el actual gobierno; de la refinación de gasolinas hemos venido escuchando desde la campaña política, pero el paradigma y símbolo de esa propuesta, la refinería de Dos Bocas, aun no comienza a producir pese a haberse inaugurado en julio de 2022 y a que en julio del año en curso se aseguró empezaría a producir este diciembre, de lo cual no hay signos promisorios. Esa es una refinería cuyo costo de construcción se anunció en 2019 en 8 mil millones de dólares y tres años como meta para concluirla, sin embargo, hasta esta fecha sigue en calidad de incógnita, aunque no así su elevado costo, que ya asciende a más del doble de la cifra originalmente anunciada. Respecto a la ola de violencia que azota al país, no ha disminuido, sino todo lo contrario, peor aún, las dolorosas masacres ya forman parte del paisaje urbano del país. En materia de educación figuramos en el sótano de los 37 países pertenecientes a la OCDE, en lectura, matemáticas y ciencia el nivel de aprendizaje es casi nulo; según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO): estos resultados ubican a México en una situación educativa similar a la que vivió en 2006. En el caso de matemáticas, los resultados se acercan a los de 2003. Una población de 54 millones de mexicanos no tiene acceso a servicios de salud. Sobre el crecimiento económico al 4% quizás este año haya un acercamiento, producto del nearshoring inducido por el fuerte divorcio comercial entre China y los EE. UU., ojalá así sigamos. En suma, el balance no resulta favorable para el país, nada para alegrarnos ni mostrarnos optimistas del cercano porvenir.