Sabíamos que en su larga carrera como funcionario público, Alejandro Gertz Manero ha sido una figura controvertida y atrapado en sus vendettas, desde que coordinó la Operación Cóndor (1975-1978) que propició el nacimiento del Cártel de Guadalajara hasta la invención de delitos para meter a la cárcel a sus familiares políticos (2022), pasando por la desaparición de la oficina contra las drogas cuando era secretario en el gobierno de Vicente Fox (2002-2003) que provocó el colapso de la seguridad pública del país que aún padecemos y que incluyó la primera fuga de Joaquín «el Chapo» Guzmán (2001), cuando los penales de máxima seguridad se encontraban bajo su responsabilidad.
Pero en ningún momento había llegado al nivel alcanzado este lunes, cuando anunció la reactivación de la investigación del asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio hace 30 años y acusó al exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, de haber encubierto a José Luis Sánchez Ortega, en ese entonces un agente del Cisen, a quien señaló como el presunto segundo tirador que disparó contra Colosio en Tijuana.
La imputación contra García Luna lo dejó en ridículo, que se vio ampliamente reflejada en las redes sociales, donde se burlaron de él por su obsesión extrema. Se carcajearon de Gertz Manero -algo que no le debe gustar nada-, ironizando que había asesinado también a Álvaro Obregón, Abraham Lincoln, John F. Kennedy y Julio César, que era el responsable del Big Bang que dio origen al Universo, que provocó el hundimiento del Titanic y que atrajo el meteorito que extinguió a los dinosaurios, entre muchos otros que se comieron a risotadas digitales al fiscal.
Gertz Manero tiene cuentas abiertas con García Luna que se remontan a 2001, cuando el entonces secretario de Seguridad denunció a sus subalternos, Wilfrido Robledo, jefe de la Policía Federal Preventiva y a García Luna, coordinador de Inteligencia de la dependencia, por la compra irregular de helicópteros, aunque nunca prosperó la denuncia. García Luna, todavía hasta hoy en día, pese a estar preso en Nueva York en espera de sentencia por vínculos con el Cártel de Sinaloa, le sigue ganando a Gertz Manero los casos en su contra.
García Luna se ha convertido en el pretexto de muchas de las cosas malas que pasan en el país, pero incrustarlo en la investigación del Caso Colosio fue una iniciativa de reciente cuño. Reabrir la investigación, se apuntó en este espacio en septiembre pasado, fue uno de los temas que le presentó Gertz Manero al Presidente al iniciar su administración, como uno de los casos bandera para responsabilizar al pasado de todo. En su momento López Obrador no prestó atención.
Las cosas fueron cambiando cuando la sentencia de García Luna se aplazó y el Presidente ya no pudo utilizarla como bandera electoral, como planeaba. En ese momento autorizó al fiscal a reactivar la investigación, que Gertz Manero cuadró con la hipótesis del “segundo tirador” que planteó originalmente Pablo Chapa, el segundo fiscal del Caso Colosio, que acusó a Othón Cortés, finalmente exonerado de todo, pero que su vida quedó destrozada por el locuaz fiscal. Chapa, como hoy Gertz Manero, quería meter a la cárcel al expresidente Carlos Salinas y a su coordinador de asesores José Córdoba, me confió dos días antes de que se anunciara su nombramiento como fiscal, aceptando que no tenía ninguna prueba, como su actual colega.
A Chapa no se le ocurrió incorporar en su investigación a Tello Peón, pero Gertz Manero, que fue su jefe en la Secretaría de Seguridad de Fox, lo utilizó para documentar la línea de mando hasta García Luna -que había sido su subordinado en el Cisen- y, además de construir la idea de un crimen de Estado, seguir acumulando imputaciones contra García Luna por su vieja rencilla que corre paralela al objetivo desacreditador de la oposición por parte de López Obrador.
La hipótesis de Sánchez Ortega no va a llevar a ninguna parte. Fue investigado porque su camisa estaba manchada profusamente de sangre de Colosio, porque cuando corrió hacia donde la habían disparado -se encontraba a unos 15 metros de él-, ayudó a cargarlo para llevarlo a su camioneta. Sánchez Ortega estaba reportando la gira de Colosio a Tijuana al Cisen -algo que todavía se sigue haciendo de rutina- y no aparece en ninguna de las decenas de fotografías e imágenes del entorno de Colosio en el momento que le disparan a quemarropa. Su dicho fue corroborado en la investigación de la última fiscalía del caso, que le dedicó 76 páginas.
El objetivo de López Obrador y Gertz Manero era claro en septiembre, cuando se reveló el plan para reactivar la investigación del crimen: desprestigiar al PAN, aunque contemplaba igualmente hacerle la vida imposible a Salinas, imputarlo y pedir la orden de aprehensión contra él y otros de sus cercanos en ese tiempo. Sin embargo, las cosas se movieron drásticamente desde entonces.
Cuando se publicó en este espacio el plan de Gertz Manero, aprobado por López Obrador para proceder penalmente contra Salinas, Tello y Córdova, el presidente lo negó tajantemente en una mañanera, lo que en privado se interpretó que estaba reculando. Sin embargo, el Fiscal nunca dejó de ir construyendo el caso, con más de 50 ministerios públicos dedicados a ello y sus objetivos y obsesiones volvieron a alienarse a las de López Obrador ante los cambios en su estrategia electoral.
Por un lado, la sentencia a García Luna será extemporánea para sus objetivos en la campaña y, si no hay un sobreseimiento del caso por violaciones al debido proceso -lo que sería un revés monumental a su narrativa-, se dará casi un mes después de la elección presidencial, cuando ya no tenga efecto político. Pero por el otro, una variable no contemplada hace casi medio año, son las crecientes denuncias de presunta corrupción de sus hijos y de círculo interno, donde la reactivación del Caso Colosio y las vinculaciones forzadas de Gertz Manero buscan, se puede argumentar, un distractor que no parece que alcanzará para blindar la honestidad del Presidente.