Agencias / Sociedad 3.0
El fin de semana, dos activistas del medio ambiente rociaron sopa de calabaza hacia el cristal que cubre la icónica pintura de Leonardo Da Vinci, «La Mona Lisa», la cual se encuentra ubicad en el museo de Louvre de Francia.
Las autoridades francesas detuvieron a las dos mujeres por esconder la comida en un termo con el que entraron al recinto. Desde ese día han permanecido en custodia y comparecerán ante un delegado fiscal para conocer el veredicto bajo el cual se les propone únicamente pagar con una «contribución ciudadana».
En su protesta, las mujeres indicaron que defendían el «derecho a una alimentación sana y sostenible» y pretenden denunciar «un sistema agrícola enfermo».
El grupo de activistas Riposte alimentaire, que persigue la misma causa celebró la acción y aseguró que lideran una «campaña de resistencia civil francesa destinada a provocar un cambio radical en materia climática y social».
En distintas ocasiones activistas se han manifestado por otras causas en museos, arrojando pintura, comida, agua, entre otras cosas que han deteriorado obras de arte y originado debates sobre las formas de protesta.
La multa por romper o dañar una obra de arte depende del país en el que suceda y de las circunstancias, el delito es regularmente sancionado con una multa económica de 1.500 euros, es decir 1,600 dólares.
Al ser víctima de otros delitos, la Gioconda se exhibe tras un cristal desde 2005, esto con el objetivo de proteger a uno de los cuadros más conocidos del mundo. Además, en 2022 le lanzaron pastel de crema, por lo que reforzaron su cuidado.
Otra de las obras que han sido blanco de ataques fue «Los Girasoles» de Van Gogh la cual también fue rociada pero con sopa de tomate en el Museo National Gallery de Londres.
Con información de El Heraldo