Por Edgar Hernández*
Cuitláhuac García deberá ser juzgado por crímenes de lesa humanidad.
Deberá rendir cuentas ante la autoridad, una vez que Pepe Yunes sea gobernador, por su sospechosa participación en el ajuste de cuentas de sus enemigos políticos y por ser permisivo, acaso cómplice, de los ajustes de cuentas que a lo largo del sexenio han sumado pilas de cadáveres.
El atarantado gobernante deberá explicar ante la Fiscalía General de la República y la del Estado por qué ocultó información en torno a los feminicidios y el asesinato de mujeres de Perote.
La sospechosa muerte de Viridiana Morena, hallada sin vida justo en los momentos en que Cuitláhuac aseguraba que estaba “bajo resguardo”, su complicidad en el encarcelamiento por 60 años de July Raquel Flores para no inculpar a la hermana de la rectora de la Universidad de Valladolid de Xalapa, Guadalupe Martínez Aguilar ajusticiada a tiros en su domicilio.
Nunca se dio una explicación valedera sobre los 34 cadáveres desmembrados y guardados en bolsas en refrigeradores en 5 inmuebles tras una operación asistida por fuerzas de seguridad, militares y Fiscalía local en Poza Rica.
El misterio que esconde el cementerio de “Palo Verde” en Xalapa, la desatención a los colectivos, la matanza de Minatitlán, la masacre del bar “Caballo Blanco en Coatzacoalcos”, la balacera del 13 de septiembre del 2022 a plena luz del día en pleno centro de Orizaba, la criminalidad en al menos 80 municipios donde en el día a día se extingue el comercio por el cobro de piso y ajusticiamientos a ciudadanos.
¿Y los asesinatos de 27 periodistas que han quedado en total impunidad?
O la licencia para matar de parte de la criminalidad en Xalapa y tantas y tantas más atrocidades sucedidas en los últimos cinco años.
Y lo último.
La pila de cuerpos desmembrados encontrados anteayer en dos camionetas en el municipio de Tuxpan en donde cifras no oficiales señalan que fueron 10 hombres y cinco mujeres los sacrificados.
Testigos refirieron que los restos fueron dejados dentro y a lado de vehículos sobre una carretera de acceso al puerto.
A todo esto, el patrón común del gobernador Cuitláhuac García ha sido que “es el ajuste de cuentas entre los grupos delictivos de la zona”.
Aseveró asimismo que se implementó un operativo de reforzamiento de la seguridad para el lugar de la masacre Tuxpan y repitió la tradicional cantaleta de que “no habrá impunidad”.
¿No habrá impunidad cuando desde que llegó en 2018 la hay con su permiso o sin el?
El de Cuitláhuac es un esquinazo tonto que a nadie engaña.
Eso de que “No vamos a permitir que estos grupos en sus pretendidos ajustes de cuentas lastimen a la sociedad y que no va haber impunidad” es puro cuento.
¿Y es que si no lo va a permitir cómo para cuando empezará ya que lleva diciendo lo mismo hace 5 años dos meses y solo le quedan 10 meses de gobierno?
Es pretender zafarse de la presión pública la cual cree que somos como él, una bola de pendejos.
Cuitláhuac deberá declarar ante un juez y responder por los siete cárteles que se pasean por las calles, carreteras y avenidas armados hasta los dientes que son los mismos que colaboran con su régimen en las jornadas electorales.
A Cuitláhuac, y eso no es cuento, le espera la cárcel.
A Cuitláhuac se la cobrará la sociedad hecha gobierno que lo llevará a juicio para que rinda cuentas sobre sus complicidades en lo criminal y por el saqueo de las arcas de él, su familia y cómplices.
Son tantos sus pasivos que si su inconsciencia lo hace dormir a pierna suelta hoy, más vale que vaya pensando que va a pasar con su vida loca a partir del 2 de junio cuando la ciudadanía le de la espalda y 1º de diciembre cuando deje el cargo sin fuero y quede como estaba en 2017, sólo.
Tiempo a tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo