Sociedad 3.0
Cuando llegaron las camionetas cargadas de comida, las mujeres se agolparon tan rápido como pudieron contra la reja de la iglesia Peniel de Nazareno para ser las primeras en recibir un plato por el que habían estado esperando bajo el sol de Miami durante más de dos horas.
Tan pronto consiguieron la comida, se fueron caminando por la calles de Little Haiti, la Pequeña Haití. Ellas no saben que su barrio está emplazado sobre una mina de oro.
Desolado y con gran parte de sus negocios cerrados, no sólo ellas sino pocos imaginarían que el valor de las propiedades, algunas de ellas modestas casas derruidas por el paso del tiempo, han escalado a niveles exorbitantes.
A simple vista, no parece que el barrio sea un imán de millonarias inversiones donde una casa pequeña se vende por medio millón de dólares. Eso se debe a que simplemente las excavadoras aún no han comenzado a remover la tierra.
Pero están a punto de hacerlo. Con los permisos aprobados, se construirá en el corazón del barrio el Distrito de Innovación de la Ciudad Mágica (Magic City Innovation District), un proyecto inmobiliario de más de US$1.000 millones que ya está cambiando para siempre la Pequeña Haití.
El proyecto Magic City Innovation District contempla la construcción de unos 17 edificios y torres de hasta 25 pisos.
Más parecido a una miniciudad, contempla la construcción de unos 17 edificios (algunos de hasta 25 pisos), 2.600 viviendas, hoteles, oficinas y centros comerciales que serán edificados en diferentes etapas en un horizonte de varios años.
Y está planificada la construcción de una línea de tren, con una estación en la Pequeña Haití, que conectará el noreste de Miami en los próximos años.
«El barrio está muy bien ubicado», dice Tony Cho, uno de los fundadores de Magic City, y esa es una de las principales razones que lo hacen atractivo para los inversores.
Se encuentra casi al lado del lujoso Design District (hogar de las tiendas de marcas más exclusivas del mundo), del bohemio Wynwood, de las mansiones frente al mar del Upper East Side, pero además, está ubicado en el camino entre el aeropuerto internacional y Miami Beach.
El contraste económico, social y racial entre la Pequeña Haití y los barrios que la rodean es gigantesco.
La gentrificación, entendida como la renovación de una zona urbana empobrecida que implica el desplazamiento de su población original por otra con mayor poder adquisitivo, avanza aceleradamente en muchas partes de Miami, pero especialmente en la Pequeña Haití.
Los primeros migrantes haitianos que llegaron a Miami a fines de los 60 escapando del régimen autoritario de François Duvalier, se instalaron en Lemon City (actualmente la Pequeña Haití).
Con el paso del tiempo, algunos miembros de la comunidad crearon pequeños comercios que le dieron vida a una economía local.
En los 90 y los 2000 hubo un fuerte impulso a la revitalización del barrio, con la apertura de restaurantes de comida haitiana, peluquerías, tiendas y botánicas que venden artículos espirituales.
En esa época fueron pintados los murales de Serge Toussain que, según decía el artista, buscaban “mantener viva la herencia” y rendir homenaje a los ancestros que lucharon por la libertad de Haití, y unos años más tarde se construyó, en el corazón del barrio, el icónico Centro Cultural como una réplica del original “Iron Market” de Port-au-Prince.