sábado, noviembre 23, 2024

Yucatán en la encrucijada: ¿azul o guinda?


En el estado más importante del sureste mexicano las elecciones locales por la gubernatura, las alcaldías y el Congreso local transcurren en esta ocasión en medio de una disputa política nueva e inédita para los electores yucatecos. Por primera vez en los últimos 20 años la contienda política local no se define entre el PRI y el PAN, los dos partidos que dominaron el poder estatal y que después de haber sido acérrimos rivales, hoy se han aliado para enfrentar a un adversario común que amenaza con arrebatarles la gubernatura: Morena y la 4T, que tienen puesta la mira en Yucatán, como el único estado del sureste que les falta conquistar para dominar completa a esa región que tiene carácter de «prioritaria» para el movimiento de López Obrador.

Desde la campaña de Claudia Sheinbaum se ha definido al proceso yucateco como «estratégico» en el tablero de la candidata presidencial de Morena, no tanto por los números electorales del estado, sino por el carácter simbólico y propagandístico que tendría un triunfo de Morena en Yucatán, algo que además le serviría a la doctora para impresionar a su jefe político, el Presidente. Con ese objetivo es que Sheinbaum, literalmente, se ha echado a cuestas la campaña de Joaquín «el Huacho» Díaz Mena, cuyo proselitismo y estrategias están siendo ordenados y definidos desde el centro.

El problema para el «Huacho» Díaz es que al definirse desde la Ciudad de México las candidaturas locales, tanto para las alcaldías como para el Congreso local y federal, el morenismo yucateco se ha inconformado y se rebela contra las imposiciones, algo que juega en contra del candidato morenista que ha tenido que aceptar, sin chistar, la incorporación a su equipo de trabajo de personajes incómodos que le envía Sheinbaum, como sucedió con el expanista Rommel Pacheco y el expriista Jorge Carlos Ramírez.

En el PAN y en el PRI saben muy bien que el nuevo partido de Estado que es Morena busca ganar Yucatán y que para eso están destinando recursos financieros abundantes con los que buscan darle la vuelta al panismo y a sus aliados priistas. Las encuestas hasta ahora se han ido moviendo, pero desde hace ya varios meses marcan un empate técnico entre las dos alianzas, aunque dependiendo de la encuestadora algunas dan ventaja al candidato morenista y otras adelantan al candidato de Va por México, Renán Barrera, el popular exalcalde de Mérida.

Y en ese escenario que hoy se ve tan cerrado y en la disyuntiva que enfrentan los yucatecos para continuar con un gobierno panista o llegar a la tercera alternancia en su estado con Morena, uno de los temas que van a definir esta elección es sin duda alguna el de la seguridad. En la gubernatura del panista Mauricio Vila la entidad yucateca ha alcanzado los niveles más bajos de incidencia delincuencial en su historia, justo cuando el país entero empieza a convertirse en un cementerio por los llamados ajustes de cuentas y matanzas perpetradas por el crimen organizado. De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Yucatán registró en 2023 una tasa de apenas 164 delitos por cada 100 mil habitantes; disminuyó casi en dos puntos porcentuales la incidencia total, al pasar de tres mil 893 delitos en 2022 a tres mil 819 el año pasado.

En comparación con la tasa delictiva a nivel nacional, que en 2023 fue de mil 534 delitos por cada 100 mil habitantes, la incidencia en Yucatán es nueve veces menor y las diferencias se hacen más grandes si se compara la tasa de homicidios dolosos: 1.3 para Yucatán y 17.7 para todo el país. Si el comparativo se hace con los estados vecinos de Campeche y Quintana Roo, ambos gobernados por Morena, el contraste es brutal: la entidad campechana registró 24 mil 232 delitos totales en 2023, lo que significa una tasa de incidencia delictiva de dos mil 610 delitos por cada 100 mil habitantes; mientras Quintana Roo carga con una tasa de dos mil 700 delitos por cada 100 mil habitantes y una incidencia total de 50 mil 174 delitos el año pasado.

Por eso en la última gira que realizó Claudia Sheinbaum por Yucatán, en los últimos días de 2023, llamó mucho la atención que la doctora se hiciera acompañar en todos sus eventos por la yucateca Marcela Figueroa Franco, como una de sus colaboradoras de mayor confianza en materia de seguridad. En varios actos Claudia presentó y elogió a Marcela, quien fuera subsecretaria de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX, lo que hizo que los yucatecos la vieran como la carta de Morena para la seguridad estatal, de la que se relevaría al comandante Luis Felipe Saide, actual titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Yucatán, eso en caso de que ganara la elección el candidato morenista Joaquín «el Huacho» Díaz.

Luis Felipe Saidén Ojeda, un piloto aviador con licenciatura en Administración Pública y especialización en Seguridad, está por cumplir 17 años como secretario de Seguridad en Yucatán y es considerado un actor fundamental para que el estado y sus municipios mantengan los más altos niveles de seguridad en la República Mexicana. El comandante llegó a esa posición en 2007, con la administración de la priista Ivonne Ortega Pacheco y fue ratificado durante los gobiernos completos del también priista Rolando Zapata Bello y, después, en el actual gobierno del panista Mauricio Vila Dosal.

Entre los yucatecos mete mucho ruido el posible relevo de un funcionario que consideran efectivo y preocupa que haya en el estado un cambio de estrategia en materia de seguridad, sobre todo si ésta se busca imponer o controlar desde el centro del país, donde los resultados en seguridad han sido desastrosos. Y eso es algo que no ayuda mucho a la campaña del «Huacho» Díaz, porque genera la duda de si aceptaría que Sheinbaum le impusiera a una nueva secretaria de Seguridad, como sería Marcela Figueroa, lo que traería necesariamente un cambio de estrategia, algo que no quieren los yucatecos por la tranquilidad y seguridad que ahora tienen.

En ese sentido, el candidato aliancista, Renán Barrera Concha, podría sacar ventaja y ganar la elección a partir de que garantiza la continuidad de la política de seguridad en Yucatán, que ha logrado mantener a ese estado como una especie de «isla» en el mapa de la violencia desbordada y la inseguridad que afecta a la mayor parte de la República, incluidos el resto de los estados del sureste que hoy están convulsionados por las luchas del narcotráfico como Tabasco, Quintana Roo, Chiapas, Campeche e incluso Oaxaca.

Así que lo que está en juego en Yucatán es más que una disyuntiva sobre colores partidistas o ideologías. Se trata de que los yucatecos definan con su voto si quieren mantenerse como el estado más seguro de México o si quieren sumarse a la anarquía, el caos y el terror que privan en la República y en su región por la inseguridad y violencia del narcotráfico… Dados girando. Segunda Serpiente de la semana.

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