No será la primera vez que lo diga en este espacio y posiblemente tampoco la última, pero las encuestas que vemos en los medios sirven para dos cosas: hacer ricos a los dueños de las encuestadoras y hacer propaganda electoral. Lo siento, difícilmente verlo de otra forma.
En política todo es percepción y las encuestas solo son una herramienta más para generar la percepción de una ventaja inalcanzable y desalentadora. El asunto es que los resultados y porcentajes que vemos no se sostienen con la realidad, por lo menos en las magnitudes que nos hacen creer.
Me voy a explicar, hablar de diferencias de 30 puntos a escasas semanas de las votaciones debería reflejarse en tranquilidad y mucha serenidad. Solo se trata de seguir en lo que se está, no hay forma de reducir esa distancia de millones de votos en tan poco tiempo. Si se tienen las encuestas con esos números y la actitud de tranquilidad, todo cuadra sin mayor problema.
El asunto es que se tienen esos números pero se observa que de los nervios están pasado al miedo y la desesperación muy rápidamente. Algo no se sostiene con las encuestas, no corresponden a lo que vemos en los equipos de campaña ni en las mañaneras del presidente.
El presidente disminuyó por completo a su candidata, está construyendo una narrativa de una elección de referéndum entre él y lo que había antes, no hay espacio para Sheinbaum. Sabe que su candidata está en problemas y se requiere de su aceptación popular para sacar adelante esta elección.
En Palacio Nacional tienen a toda su plantilla de plumas del oficialismo atacando sin descanso a la candidata de la oposición, se tiene que destruir por completo su imagen y empezar la narrativa que la elección es de Andrés Manuel López Obrador contra los conservadores corruptos de antes. Las encuestas tienen números fabulosos, la realidad nos da evidencia de cosas muy distintas. No van perdiendo, pero pueden perder y lo saben.
Las iniciativas constitucionales que presentó el presidente en días pasados solo tienen interés electoral, no son otra cosa que un guion de campaña para su candidata y para sus plumas a sueldo. El presidente ya le perdió confianza a su candidata, el bastón de mando era solo un símbolo hueco e inútil, el poder es él, solo y únicamente él puede ganar la elección.
Hoy vemos a Carlos Slim deslindándose del poder que tanto lo benefició en esta administración, su fortuna ya extraordinaria, se incrementó en 50% solo en unos pocos años de acompañar a la 4T. El hombre más rico de América Latina tiene un especial olfato, sabe para dónde corren los vientos, es así que ha construido su fortuna, sumándose y desmarcándose cuando es conveniente. La apuesta es muy alta, el riesgo es demasiado y no hay nada más miedoso que un millón de dólares. Ahora imagínense lo miedosos que son varios miles de millones.
En Veracruz las cosas están peor para el oficialismo, la ventaja es mucho menor, o si me apuran, ya es prácticamente un empate donde el candidato opositor viene de abajo y alcanzando. Los focos rojos están prendidos en Palacio en Xalapa, la candidata no sube con nada. El truco de los acarreados empieza a perder efectividad.
Si a lo anterior le sumamos los asuntos de los supuestos vínculos de López Obrador con la Delincuencia Organizada y los reportajes de los negocios de miles de millones de pesos de los hijos, la receta de la tragedia electoral se puede empezar a cocinar.
En política todo es percepción y el presidente lo sabe perfectamente. El asunto es que si se empieza a erosionar la idea tan cuidadosamente levantada de una elección ya ganada, todo se va a caer en pedazos. Esto no significa que van a perder, para nada, si las cosas siguen igual ganan cómodamente sin mayor problema, posiblemente no todo, pero si mucho.
El asunto es que las cosas no van a seguir igual.
Es tiempo de pagar facturas.
Y muchos ya quieren cobrar.
Para darme a entender, es como un partido de futbol en el minuto 79 con una ventaja de 6 a 0, el equipo que va ganando solo espera el final y en un descuido incrementar la diferencia. Sería absurdo que con esos números se pelearan con la porra del equipo contrario a mentadas y empujaran al árbitro en cada momento.
Eso es cuando el partido va muy cerrado y en cualquier momento les meten un gol.
Jorge Flores Martínez
X: @jorgeflores1mx