Hoy Tlacotalpan está de fiesta porque rinde honores a su santa patrona, la virgen de La Candelaria, seguramente será visitada con ánimo religioso por decenas de turistas y los prestadores de servicios turísticos estarán de plácemes, pero más lo estuvieran si las autoridades del ramo hubieran asumido la función que les corresponde para promover los festejos dentro y fuera de la entidad y así conseguir un mayor número de asistentes. Sin embargo, no se percibe ningún entusiasmo en la Secretaría de Turismo estatal para sembrar la inquietud de visitar Tlacotalpan en fecha tan especial, en esto ha diferencia la ausencia de Eric Cisneros quien cuando fue secretario de gobierno aprovechaba el motivo para promover la fiesta y a la vez promocionarse para su sueño de verano de ser candidato de Morena al gobierno de la entidad. Ya quedó para la anécdota aquella ilusoria iniciativa de poner al servicio turístico un Catamarán, de pírrico éxito por cierto, al menos en cuanto a su uso como transbordador turístico. La actual administración estatal ya está a punto de concluir y en vías de cerrar las ventanillas, lo cual no obsta para que se apliquen a cumplir con el Programa Operativo Anual, pues al cobrar puntualmente sus emolumentos están obligados a cumplir con sus obligaciones.
Cuenta Heródoto que en Egipto se celebraban seis festividades, “la principal, en la que ponen más empeño, es la que van a celebrar en la ciudad de Bubastis en honor de Artemis, y la segunda en la ciudad de Burisidi en honor de Isis pues en esta ciudad hay un templo muy grande de Isis; esta ciudad egipcia se levanta en medio del Delta. Isis, en lengua griega es Deméter. Reusense para la tercera en Sais en honra de Atenea; para la cuarta en Heliópolis en honor del sol; para la quinta en Buto en honor de Leto; y para la sexta en Papremis en honor de Ares. Cuando se dirigen a Bubastis hacen así: navegan juntos hombres y mujeres, y cada barca contiene una muchedumbre de ambos sexos. Algunas de las mujeres tienen sonajas y las repican; los hombres tañen sus flautas durante todo el viaje, y el resto de hombres y mujeres cantan y palmotean. Y cuando en su navegación llegan a alguna otra ciudad, arriman la barca a tierra y hacen esto: algunas mujeres continúan haciendo lo que he dicho; otras motejan a gritos a las vecinas de la ciudad; otras danzan; otras, puestas de pie, levantan sus vestiduras. Así hacen en cada ciudad que encuentran a orilla del rio. Cuando arriban a Bubastis celebran su fiesta ofreciendo grandes sacrificios; en esa fiesta se gasta más vino de uva que en todo el resto del año. Se reúnen, sin contar los niños, entre hombres y mujeres, hasta 700 mil, según dicen los del país… Cuando se reúnen en la ciudad de Sais, en la noche del sacrificio, encienden todos muchas lámparas al aire libre alrededor de sus casas. Las lámparas son unos platillos llenos de aceite y sal, en los cuales sobrenada la mecha que arde la noche entera. Esta fiesta se llama La Candelaria. Los egipcios que no concurren a esta fiesta observan la noche del sacrificio, y todos encienden también lámparas, de modo que no solo arden en Sais, sino por todo el Egipto. Hay un relato sagrado sobre la causa por la que ha deparado a esta noche sus luminarias y sus honras”. Así narra Heródoto la fiesta de la Candelaria en Egipto, y a la vez nos enseña que nada nuevo hay bajo el sol.