jueves, noviembre 21, 2024

En el Mes Internacional del Teatro: Aristófanes, el padre de la comedia (II)

“Lisístrata.” 

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

     La posición de la mujer en el mundo griego era desventajosa, sin olvidar que en las culturas prehelénicas también el papel de la mujer fue de sumisión, e incluso, la mujer es presentada como la gran culpable de la caída del hombre. No obstaste, a pesar de la posición perjuiciosa, tanto en el mundo prehelénico como en el helénico, nos encontramos con mujeres que son unas verdaderas heroínas; estas mujeres pueden ser reales o ficticias, sin embargo, su firme postura ante la adversidad, su sólido carácter ante las injusticias del hombre, hacen que sean mujeres emblemáticas de todos los tiempos y, sobre todo, mujeres que representan la eterna lucha por los derechos de la mujer, por el derecho a tener voz, voto, a pensar y expresarse libremente. Ejemplos abundan, Eva fue la primera gran rebelde, Antígona es insuperable, y, en esta ocasión conoceremos a otra heroína llamada: “Lisístrata”.

     El personaje de Lisístrata fue creado por Aristófanes en la comedia que tituló con el mismo nombre. La pieza se representó en el año 411 antes de nuestra era. Esto significa que, si bien la mujer ha sido subyugada desde los primeros tiempos conocidos por la escritura, asimismo la mujer ha luchado por liberarse desde tiempos muy remotos. Algo más, no se puede afirmar con total certeza que Aristófanes al escribir esta obra su principal intención fue la de dignificar el papel de la mujer en la sociedad, empero, no existe la menor duda que con el transcurrir de los siglos la comedia: “Lisístrata” es símbolo de la lucha de la mujer por emanciparse y particularmente por adquirir el derecho a manifestarse opinando y actuando. Antes de narrar aspectos fundamentales de la obra, es importante conocer el contexto y los motivos que inspiraron al comediógrafo griego para escribirla.

     La guerra del Peloponeso fue un conflicto de la antigua Grecia que confrontó principalmente a dos ciudades, Atenas contra Esparta. Algunos historiadores ubican el conflicto en tres etapas, basta saber que la última etapa de la guerra se desarrolló del 431 al 404 antes de nuestra era. Es decir, el pueblo griego sufrió por muchos años muertes, padecimientos, terrores. Sin dejar de mencionar que en medio de la guerra Grecia vivió su siglo de oro, el famoso siglo V. El mismo Aristófanes es parte importante de este siglo ya que nació aproximadamente en el año 450 y murió en el 385 a. C. Lo anterior explica porque en algunas de sus comedias el tema es la guerra, mejor dicho, su postura contra la guerra. Aristófanes apuesta por la paz, por la conciliación, empero, la realidad era otra, la guerra cada vez se enardecía más, la mayoría de los hombres de su tiempo querían la guerra, el orgullo era más poderoso que la paz y la tranquilidad, el deseo de venganza estaba por encima de la reconciliación, preferían morir luchando a perdonar al enemigo, entonces, al padre de la comedia se le ingenió una historia única, historia que serviría para poner fin a la guerra por lo menos en su comedia, ¡ya era algo! Ahora sí, ingresemos al universo planteado en la comedia.

     Lisístrata es una de tantas mujeres que sufren la ausencia del marido por motivos del conflicto bélico. Esto la orilló a pensar en un plan que según ella pondría un alto al fuego. Para exponer su plan citó a mujeres a una reunión urgente, lo interesante es que la cita correspondió tanto a mujeres del bando ateniense como espartano. Lisístrata se desespera un poco por la impuntualidad de sus compañeras. El lector detectará en la lectura que Aristófanes utiliza mucho el miembro viril para sostener que la mujer está obsesionada por él.

     La reunión se llevó a cabo. Lisístrata les dice que tiene un plan para salvar la Hélade. La mayoría de sus compañeras dudan, señalan que ellas nunca han tenido ni voz, ni opinión, ni ningún tipo de influencia social. Lisístrata firme les pregunta si acaso no desean que la guerra acabe, todas expresan que sí y que están dispuestas a todo con tal de lograr la paz. Lampito quien es una bella espartana le pide a Lisístrata que sea concreta, que explique qué quiere, entonces, Lisístrata puntualmente manifiesta: “Lisístrata. –Pues bien, hemos de abstenernos de la polla. (Murmullo y gesto de espanto.) ¿Por qué os volvéis? ¿Adónde vais? Vosotras, ¿por qué torcéis el gesto y negáis con la cabeza? ¿Por qué palidecéis? ¿A qué vienen esas lágrimas? ¿Lo haréis o no; qué problemas tenéis? Cleoncia. –No puedo hacerlo; que siga la guerra. Mirrina. –Ni yo: que siga la guerra. Lisístrata. –¿Eso decís tú, lenguado? Hace un momento estabas dispuesta a dejarte abrir en canal. Cleoncia. –Cualquier otra cosa. Lo que tú quieras. Dispuesta estoy si hace falta caminar sobre las brasas; eso es mejor que lo de la polla, pues no hay nada como ella, Lisístrata querida. Lisístrata. –¡Ay, cómo es de calentón todo el género femenino! Con justicia suministramos temas para tragedias, porque siempre le estamos dando vueltas a lo mismo.”

     Lisístrata no se dio por vencida y les detalló el plan, les dijo que todas debían estar bañaditas, olorosas: “…sentadas en casa bien acicaladas, con los velos de Amorgos sobre nuestro cuerpo desnudo, con el delta bien depilado, nuestros maridos se empalmarían y desearían follar; y si nosotras no consintiéramos, sino que los rechazáramos, concertarían el armisticio a escape, bien lo sé.”  La bella e imponente Lampito, con mucho sufrimiento aceptó el sacrificio. La forma en que las mujeres describen a Lampito nos hacen imaginar a una belleza griega imponente, sensual, erótica, ardiente…más, Lampito optó por la paz y esto influirá en todas las demás. Así que Lisístrata les dijo que el acuerdo de esta reunión debía ser jurado solemnemente: “Lisístrata: -Si no te toca, no, por Afrodita. Y ahora poned todas la mano sobre la copa, Lampito, y que en una en nombre de todas repita lo que yo digo. Vosotras lo juraréis y lo mantendréis. Ningún amante ni marido… Cleoncia. –Ningún amante ni marido…Lisístrata. –Se me acercará con la polla tiesa…¡Dilo! Cleoncia. –…se me acercará con la polla tiesa…Ay, se me doblan las rodillas, Lisístrata. Lisístrata. –En casa pasaré la vida castamente…vestida de azafrán y bien arreglada…de modo que mi marido se caliente al máximo por mí…nunca cederé voluntariamente a él…y si me obligara por la fuerza, contra mi voluntad…me entregaré de mala gana y no me apretaré contra él…no levantaré mis sandalias hasta el techo…ni me pondré como una leona encima de su rayaquesos…si mantengo todo eso, beberé de aquí…y si lo incumplo…¡que la copa se llene de agua! Juradlo también todas vosotras. Todas. – ¡Lo juramos por Zeus!”

     Una vez realizado el juramento las mujeres escuchan un gran ruido en la Acrópolis, Lisístrata les explica que mientras ellas estaban acordando aquí lo recién pactado, envió a muchas mujeres a tomar la Acrópolis. Les aclara que el objetivo va más allá de controlar las malas decisiones de los hombres a través de la abstinencia sexual, los hombres en las asambleas acuerdan continuar la guerra, estos acuerdos han sido equívocos y funestos para ambos lados, mas, los hombres no muestran la mínima actitud de enderezar sus yerros, al contrario, cada vez son más soberbios y necios, luego entonces, ellas al apoderarse de la Acrópolis, se están apoderando del dinero público, dinero fundamental para hacer la guerra, sólo que ahora ellas prohibirán y defenderán con su vida ese tesoro público. El plan de Lisístrata es amplio, poco a poco los viejos se enteran de la toma de la Acrópolis por las mujeres. Estos deciden ir a incendiar la puerta del recito para expulsarlas, otro grupo de mujeres se les opone y se imponen ente el propósito de los viejos. Esto obligó a que un consejo intente recuperar el poder y poner en su lugar a las mujeres, ellas no se dejan.

     En algún momento el deseo se apodera de ciertas mujeres, intentan escapar para ir a empollarse con sus maridos, más Lisístrata logra contenerlas. Los hombres también están desesperados con la polla erecta y ya no resisten sus deseos. Cinesias quien es esposo de Mirrina expresa desesperadamente: “Cinesias. –(Para sí, mirándola mientras se acerca.) Me parece que se ha vuelto mucho más joven y que su rostro es mucho más atractivo, y en el enfado y el desdén que hacia mi muestra es precisamente lo que más me hace que me consuma de deseo por ella. Mirrina. –Lo haré, por Ártemis, ya me quito todo. (Se escapa corriendo.) Pero, amorcito, haz porque se decrete concertar la paz. Cinesias. –Lo pensaré. (Se vuelve y ve que ella no está.) ¡Esa mujer me ha matado y me ha hecho polvo; dejando aparte otras cosas me ha pelado y se ha largado! ¿Qué será de mí, a quién se la meto yo, privado de la más hermosa de todas?

     Cinesias es uno de los guerreros que influenciado por su mujer apostará por el fin de la guerra…la paz se va a conseguir al llevarse a cabo una reunión entre una embajada espartana, un magistrado ateniense y Lisístrata. La obra termina con un verdadero banquete donde comen en la misma mesa los atenienses y los espartanos. Todos felices se despiden porque van a disfrutar el postre más exquisito, el postre más deseado en la historia de la humanidad. El inigualable postre de la pasión, del amor. Pareciera que ese es el único camino que nos puede llevar a una paz perpetua.

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