viernes, noviembre 22, 2024

Morena: los nombres de la corrupción y la ineptitud

Si no fuera por la aún alta aprobación del Presidente -sostenida en buena medida por sus ayudas directas en programas sociales que hoy consumen una gran parte del presupuesto público- la marca de Morena estaría hoy mucho más devaluada por los escándalos de corrupción, ineficiencia e indolencia que han protagonizado muchos gobernantes, funcionarios y dirigentes de la autonombrada «Cuarta Transformación».

Nombres como el de Rocío Nahle, Andrés Manuel, Gonzalo y José Ramón López Beltrán, Amilcar Olan, Ignacio Ovalle, Javier May, Mario Delgado, Erasmo González, Manuel Bartlett, Andrea Chávez, y toda una pléyade de integrantes de la llamada 4T aparecen asociados o directamente señalados en escándalos documentados de corrupción, ineficacia en su gestiones públicas, tráfico de influencias, amiguismos y nepotismos con los que la nueva clase gobernante dista mucho de acercarse al repetido y cada vez más desgastado discurso de Andrés Manuel López Obrador sobre «no mentir, no robar y no engañar». Varios de ellos encajan perfectamente en conductas totalmente contrarias a la demagógica máxima lopezobradorista.

Y si en los funcionarios y servidores públicos, o en los propios hijos del Presidente, se observa una total contradicción entre lo que pregonan y lo que hacen, en los gobernadores de la 4T el divorcio entre el ser y el deber ser es aún más vergonzoso. Rubén Rocha Moya, Cuitláhuac García, Cuauhtémoc Blanco, Alfonso Durazo, Rutilio Escandón, Layda Sansores, Ricardo Carmona Gallardo, Carlos Manuel Merino, Marina del Pilar, Víctor Manuel Castro, Alfredo Ramírez Bedolla, Mara Lezama y varios más de los gobernadores morenistas o aliados de ese partido que hoy gobiernan en 22 estados de la República, son hoy ejemplos de pésimos gobiernos y de una ineptitud e ineficacia en el ejercicio del poder, que han convertido a sus estados en auténticas zonas de guerra en las que el poder corruptor y asesino del narcotráfico se ha impuesto como la nueva ley de fuego y terror que mata, extorsiona y desaparece a los habitantes de sus estados, ante la ausencia y vacío de poder en el que incurren los gobernadores obradoristas.

Todos esos nombres y personajes se sostienen no por su actuación como funcionarios, gobernantes y dirigentes, sino que disfrazan su ineptitud y corrupción en la imagen y la popularidad del Presidente que funciona como una especie de cobija que no sólo los cobija y los protege, sino que, ya sea por desconocimiento, por indolencia o de plano por complicidad, López Obrador tolera, justifica y defiende las acciones ilegales, en varios casos e inmorales en otros y también las omisiones y los yerros de sus colaboradores, gobernadores y dirigentes de su movimiento que contradicen flagrante y cínicamente su discurso de austeridad, honestidad y buenas intenciones en el ejercicio público.

Es difícil saber si toda esa corrupción e ineficacia que hoy inunda a Morena y a sus gobiernos, que hoy tienen al país sumido en la violencia, la ineficacia y la anarquía, realmente es ignorada por el Presidente o si más bien el inquilino de Palacio sabe, conoce y está de acuerdo con tanto desdén, ineptitud y desatención de las responsabilidades más básicas de quienes hoy ejercen las mayorías en los distintos niveles de gobierno.

Por lo pronto lo que va quedando cada vez más claro es que lo que tanto presumen como la «marca» exitosa de Morena, con una estructura electoral cada vez más grande e ilegal formada por los Servidores de la Nación que utilizan los programas sociales de gobierno para convencer, amenazar o amedrentar a los votantes con que perderán sus apoyos económicos si no votan por el partido oficialista, es en realidad una maquinaria que funciona en su mayor parte por los miles de millones de recursos de los contribuyentes que son distribuidos como “dádivas” del Presidente y que este, a partir de su «generosidad» con el dinero público, sigue manteniendo y encantando a una base clientelar estimada hasta en 25 millones de beneficiarios que son coaccionados y condicionados a votar por el partido lopezobradorista.

Y con esa imagen de «buen presidente» que regala dinero a las masas más necesitadas, es como Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en una especia de paraguas que cubre y protege a toda una pléyade de personajes corruptos, deshonestos y en muchos casos ineficaces para ejercer los cargos públicos y de gobierno, en donde lo mismo entran sus hijos, convertidos en dadores de contratos federales y traficantes de influencias, que sus secretarios que fungen como «floreros» casi inexistentes, sus dirigentes investigados por lavar dinero sucio en las campañas morenistas y por supuesto los gobernadores que han entregado sus estados y su autoridad a los capos de la droga.

Y a juzgar por lo que hoy dicen las «benditas» o «malditas» encuestas, según quien las pague, ese “paraguas” de la corrupción, la ineptitud y la indolencia que hoy es el Presidente de la República le alcanzará a Morena para ganar las próximas elecciones, aunque es muy probable que una vez que López Obrador deje la Presidencia, esa cobertura se termine y en las siguientes elecciones intermedias de 2027 y las presidenciales de 2030 se empiece a diluir el efecto «AMLO» y entonces la marca de Morena se empiece a mostrar en su verdadera dimensión… Los dados mandaron Doble Serpiente. Primera caída de la Semana Santa.

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