En 1945, el filósofo liberal austriaco Karl Popper, publicó en Londres la que probablemente fue su obra más importante: La sociedad abierta y sus enemigos. En sus dos tomos, Popper expone las diferencias entre lo que denomina “sociedades abiertas” y “sociedades totalitarias”. Las primeras las define como aquellos sistemas políticos en los que los líderes y los gobiernos son reemplazados sin necesidad de violencia. Las segundas las establece como aquellas donde los cambios suelen venir propiciados por revoluciones o golpes de Estado.
Popper subraya además la idea de que “Si queremos que nuestra civilización sobreviva debemos romper con el hábito de reverenciar a los grandes hombres, […]alguno de los cuales apoyaron el ataque perenne a la libertad y la razón”.
En nuestro país, de cara a la conclusión de una administración donde infinidad de actores sociales, políticos, religiosos, académicos e intelectuales que forman parte de nuestra diversidad democrática han expresado su preocupación por el panorama sociopolítico actual. Esto ha generado la necesidad de reflexionar sobre el nivel de sociedad abierta en México según la teoría de Popper. Esta reflexión surge debida a la creciente adopción de políticas y acciones que, en su opinión, se acercan mucho a posturas populistas y se alejan de una visión democrática.
Para profundizar en la reflexión, es necesario abordar otro de los puntos clave en La sociedad abierta y sus enemigos, lo que Popper denominó la “paradoja de la tolerancia”. Esta sugiere que una tolerancia ilimitada conduciría sin reparo a la desaparición de la propia tolerancia, ya que permitiría a los intolerantes destruir a los tolerantes y con ello, la tolerancia en sí.
Para ilustrar este escenario, consideremos que en un país democrático un grupo político, a través de su retórica populista, convence a una sociedad desencantada que ve en ellos la solución a los problemas del país. Este grupo pone en entredicho los fundamentos básicos de la democracia, como el reconocimiento de la diversidad, la autonomía institucional, la protección del medio ambiente, el respeto y la defensa de los derechos humanos, así como la igualdad de género. Suponiendo que, dentro de un sistema democrático, cualquier corriente de pensamiento puede ser aceptada, se estaría permitiendo el ingreso de personas que incluso hacen apología de regímenes totalitarios. Esto, a su vez, erradica cualquier forma de tolerancia dentro de una sociedad.
Popper advierte que una sociedad abierta solo puede mantenerse como tal si conserva la estructura de la democracia liberal. La democracia liberal se caracteriza por elecciones multipartidistas y representa un equilibrio entre la libertad individual y el gobierno representativo. Ninguna otra forma de gobierno cumple con los criterios que esta última exige. Dentro de estos criterios, Popper considera un gobierno limitado que establece restricciones a lo que el poder público está autorizado a decidir. El Reconocimiento de los derechos fundamentales que proporciona al individuo y el gobierno no puede violar, otorgando a las personas la libertad de acción dentro de ciertos límites. El mantenimiento del imperio de la ley, a través de un sistema legal que todos, incluido el gobierno, debemos seguir para mantener el orden. La separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial para evitar el abuso de poder y la existencia de una esfera pública, donde los medios de comunicación sean independientes y las personas puedan expresar sus opiniones de diferentes maneras.
En el epílogo de esta administración, y la luz de sus resultados y logros, es importante reflexionar sobre si la conducción del país a través del protagonismo y la personalización de la política mediante una figura fuerte ha sido beneficiosa para nuestra incipiente democracia. ¿Ha sufrido nuestra democracia una influencia negativa de un estilo político que se identifica con el populismo, dejando como herencia que algunos partidos políticos utilicen sus herramientas para competir por el poder? Lo cierto es que, en el México actual, la tolerancia y la deliberación no pasan por su mejor momento.
A pesar de ello, la sociedad abierta sigue siendo la mejor manera para que grupos humanos heterogéneos convivan pacíficamente, sin renunciar al ejercicio de la libertad personal y a la democracia colectiva. Entendida esta como aquella en la que actuamos y hacemos juntos con una dimensión irreductiblemente colectiva, por ejemplo, el sufragio, las expresiones políticas manifestadas a través de los medios de comunicación y la atención que procuramos a los debates públicos. La sociedad abierta y la democracia liberal se necesitan mutuamente. Una sociedad abierta solo puede mantenerse abierta si permite nuevas ideas, tecnologías y formas de convivencia, respaldada por una democracia liberal que favorezca una estructura de gobierno justa, eficaz e institucional, basada en el Estado de derecho y la democracia liberal.
Ideario en Perspectiva
Desde hace varias décadas, en nuestro país se han implementado una diversidad de “programas sociales”. Estos programas, en lugar de reducir las desigualdades y la pobreza, han servido para asegurar votantes a los gobiernos en turno. La pobreza condena a la inmediatez; esta circunstancia es comprendida y explotada por quienes buscan conservar el poder. Si deseamos un país con crecimiento genuino, es imperativo establecer opciones reales de futuro en las que dádiva y el uso electorero de la pobreza y desigualdad no sean herramientas para obtener votos. La dignidad de las personas y el bienestar de la nación no deben ser moneda de cambio en el juego político.