sábado, noviembre 2, 2024

¿Es Veracruz un lugar de desigualdad o de echarle ganas?

Estimado Lector, la columna de esta semana es sobre un tema que en nuestro país es pan de todos los días, que por más que se escucha en noticias, lo leemos en diarios y propuestas en estos tiempos políticos, realmente, poco se hace, esto porque a mí consideración, es un problema estructural, hago referencia a la desigualdad, entendiéndola como la ausencia de condiciones, tanto de acceso, como de ejercicio de los derechos para los diferentes grupos poblacionales. En pocas palabras, es cuando unas personas no tienen la misma oportunidad de acceder a servicios de salud con calidad, a una buena educación, a salarios dignos, entre otras cosas que pueden ayudar a tener una mejor vida, (cada uno de nosotros podrá establecer sus estándares de lo que signifique) por ende, es más difícil que puedan salir adelante o salir de sus condiciones de pobreza.

Para tener una idea más clara de lo que significa la desigualdad, imaginemos que  competiremos en la prueba reina del atletismo, la carrera de 100 metros planos, ya estamos por arrancar, estamos alineados junto a otro competidor, pero al voltear a verlo, detectamos que tiene el calzado adecuado, que un entrenador personal le está dando recomendaciones, que no se preocupó por el tiempo de entrenamiento, escuchamos que se dedicó a entrenar todo el tiempo y por supuesto, llevo un régimen alimenticio adecuado para su cuerpo y tipo de competencia. Junto a él estamos nosotros, corriendo con un calzado no apto para la carrera, pero es para lo que nos alcanzó, entrenamos solo el poco tiempo libre que podríamos tener después de una jornada de alrededor de 12 horas de trabajo, el entrenador, fue un video que podíamos ver con el wifi del trabajo en la hora de comida, nuestro régimen alimenticio, era lo que la señora de fonda tiene en su día a día y lo complementamos con unos chicharrones por la tarde, ante estas diferencias, ambos estamos en la pista, alineados en la salida, pero nosotros en una clara desventaja.

El ejemplo parece una exageración, pero por desgracia no lo es, si no lo consideras de esta forma, solo debemos salir a la calle, observar a nuestro alrededor y ver que muchos se encuentran en la misma carrera, pero en condiciones muy diferentes, un ejemplo muy real son los salarios mensuales, ya que, según datos del economista del 2023, los hogares considerados con riqueza, tienen ingresos 38 veces más que los más pobres, los trabajadores registrados en México, la mitad gana solo un salario mínimo, para tener una idea del monto de personas que se encuentran en estas condiciones,  el número de registros es de alrededor de 51,314,683 personas; otro dato interesante, es que, en los hogares, las mujeres le dedican 3 veces más tiempo a las labores no remuneradas del hogar, lo que significa que al mes, dedican alrededor de 2,181 horas, contra 771 horas de los hombres; en cuanto al acceso a la tecnología, para desarrollar actividades de trabajo o de educación, solo 2 de cada 10 hogares rurales en México, tienen una computadora, ya podremos imaginar el rezago educativo que sufrimos durante la pandemia; en materia de salud, solo 6 de cada 10 mexicanos tenemos acceso a instituciones de salud. Como podemos ver, la desigualdad, no solo es un tema de dinero, sino de oportunidades y es algo estructural, tal parece que la desigualdad no cambia conforme cambian los tiempos, solo cambian las dadivas para decir que se está haciendo algo, pero realmente estamos frente una falsa generosidad para mantener un orden social injusto.  

Si se busca realmente contrarrestar el problema de la desigualdad, primero debemos entender que es un tema estructural, si seguimos imponiendo un discurso de “échale ganas”, narrativa donde prácticamente el pobre es pobre porque no trabaja lo suficiente. Si realmente no trabaja, me pregunto, ¿Quién es la fuerza laboral que hace que México se mueva?, considerando que, tenemos cifras donde se menciona que somos de los países con menos vacaciones, tenemos empleados que registran jornadas laborales de 12 y más horas al día, claro que, sin goce de horas extra, si no lo haces, no tienes la camiseta puesta, esto incluye reuniones después de las horas laborables.

Está narrativa es la misma que sostiene que los pueblos originario son pobres por su cultura, no teniendo nada que ver el color de la piel, género o preferencia sexual entre otros, tampoco que, en las comunidades o en la periferias de la ciudades no se tengan  centros de salud con médicos, que no cuenten con el equipo especializado para la atención de diferentes casos, que las escuelas de las mismas zonas se encuentren en condiciones deplorables; que los padres se vean en la necesidad de delegar la responsabilidad de la crianza a los adultos mayores, la mayoría con menos paciencia y fortaleza para encausar a un niño o joven, o  en el peor de los caso, lo dejen encargado al internet y solo, esto, no por gusto, si por necesidad, ya que, ambos padres deben salir a trabajar estas 12 horas ganando un salario mínimo, sumando que, por sus condiciones económicas, no tengan acceso a créditos con tasas de interés competitivas, a  servicios básicos como es agua, luz, sistemas de telecomunicaciones, entre otros, y sobre todo contactos, los cuales puedan ayudar a conseguir un buen trabajo, o tener acceso a los servicios.

Para la narrativa del “pobre es pobre porque quiere”, sin duda, lo anterior no tiene nada que ver, simplemente, se es pobre o no salen adelante por flojera, porque es algo cultural. Se que algunos podrán decir, yo se alguien que tenía todo en contra y logro el sueño de tener una mejor vida e incluso es millonario, pero estos son casos son extraordinarios, por desgracia no es un común para la mayoría de las personas.

Para poder disminuir la desigualdad se debe cambiar el discurso, entender que es algo estructural, que la desigualdad no solo es un tema de dinero, sino también de género, las condiciones socioeconómicas, la identidad, la raza, color de piel entre otras. Al cambiar la narrativa, el estado y los grupos sociales podrán colaborar en un proceso de gobernanza para atender las causas estructurales de desigualdad, logrando establecer prioridades de atención a las diferentes causas que la fomentan, proponiendo acciones a corto, mediano y largo plazo. Estamos frente a un México y un Veracruz con grandes potencialidades, pero con grandes desigualdades, para cambiar se debe cambiar el discurso, aceptar que enfrentamos un problema estructural y por ende, se debe cambiar la estructura, desde mi particular punto de vista, es lo primero que debemos hacer, ya después vendrán las inversiones en sistemas de salud, mejorar le educación de los más pobres, establecer sistemas de comunicación para las comunidades o colonias, implementar políticas donde todos tengan las mismas oportunidades, donde los gobiernos inviten a la sociedad a participar en la elaboración de soluciones que sean adecuadas a cada zona, colonia o región geográfica, entre otras muchas otras. Dada las condiciones actuales del mundo, de cómo gira la política, parece que estamos ante una utopía, pero que sería la vida sin ellas, para avanzar, primero debemos imaginar y actuar, no solo imaginar.

Nos leemos en la siguiente.  

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