viernes, noviembre 22, 2024

Innovación, creatividad y desarrollo tecnológico en México. ¿Fracaso o desafío?

Desarrollo y crecimiento tecnológico: dos conceptos que Corea del Sur traduce como ejemplo de avance en los últimos 50 años. A mediados del siglo pasado, este país contaba con una economía primaria basada en la agricultura y manufactura tradicional. El despliegue económico de ese país inicia con la industrialización en la década de los 60’ logrando un avance que actualmente la posiciona con altos niveles de ingreso y desarrollo, líder en diversos campos tecnológicos como la electrónica, la informática, el transporte, entre otros.

La causa de esta evolución se debe a la interacción de diversos elementos socioculturales, geoestratégicos, financieros, comerciales, científicos y tecnológicos, todos ellos contribuyentes a una economía centrada en el conocimiento. Este cambio se debe en gran medida a las políticas gubernamentales fundamentales enfocadas en la industrialización, la educación, la ciencia y la tecnología.

En 1995 emerge en ese país una fiebre por la globalización, entonces surge el término “segyehwa». El término implicó la visión desde el Estado coreano para el proceso globalizatorio e intentó describir no solo las implicaciones políticas, sino también las culturales y sociales. Para este proceso se establecieron cinco objetivos principales: convertirse en una nación de primer nivel, modernizar y racionalizar todos los aspectos de la vida, mantener la unidad nacional sobreponiéndola a las diferencias generacionales, regionales y de clase, fortalecer la identidad nacional como la base de una globalización exitosa y mejorar el sentido de comunidad con la humanidad. Para lograr estos ambiciosos objetivos y mejorar la eficiencia económica se promovió la autonomía, la competencia y la liberalización.

Con estas condiciones, Corea del Sur cambió gradualmente su economía, emergió como una potencia centrada en la tecnología y la innovación a través del aprendizaje, y propició el surgimiento de gigantes tecnológicos, consolidando su posición como líder en la fabricación de productos electrónicos y automóviles. En la actualidad, la inversión en investigación y desarrollo tecnológico ha llevado a esta nación a lograr avances en áreas como la inteligencia artificial, la robótica y la energía renovable, impulsando su imagen como un país innovador, creativo y con influencia global.

Los conceptos innovación y creatividad son de gran trascendencia para la evolución de cualquier país. La creatividad es fundamental para la innovación, pero no es lo mismo ser creativo y tener ideas, que ejecutar estas ideas y traducirlas en innovación. La creatividad es un proceso mental, mientras que la innovación es un proceso productivo. La creatividad no se puede medir, mientras que la innovación sí. Ser creativo es gratis, mientras que trasladar la creatividad a un proceso productivo que genere innovación, requiere de recursos.

Para mejorar los indicadores de innovación en México es necesario generar políticas sólidas de inversión y apoyo a sus sistemas de investigación e innovación, contemplando acciones tanto del sector público como del privado. Sin embargo, y en contrasentido, durante el sexenio actual, el gasto público en tecnología ha experimentado una contracción debido a un subejercicio presupuestal, que tan solo en 2022 fue de 60% con respecto al presupuesto aprobado en ese año.

Adicional a lo anterior, desde el Gobierno mexicano, existe una ausencia de políticas públicas que impulsen el desarrollo de talento y se articulen con el sector privado e involucren a las instituciones de educación superior y el capital de riesgo. Para fomentar una industria mexicana de sistemas y aplicaciones se requieren políticas e incentivos que propicie la innovación patentable para la creación de ventajas competitivas, aprovechando ventajas como la geolocalización del país que le permite integrarse de forma casi natural a las cadenas de suministro de diversas industrias en Estados Unidos, como la electrónica, automotriz, aeroespacial y de la información.

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México invierte ocho veces menos en investigación y desarrollo que el promedio de los países de la organización. Además, su fuerza laboral de investigación es nueve veces menor, publica 5.5 veces menos artículos de investigación y presenta 20 veces menos patentes en las principales oficinas de propiedad intelectual. Se suma a esto la cancelación de recursos económicos al Foro Consultivo Científico y Tecnológico, la extinción de 65 fideicomisos en ciencia y la eliminación de los incentivos económicos a los investigadores de universidades privadas afiliados al Sistema Nacional de Investigadores. Esto ha llevado a un deficiente desarrollo tecnológico y ha posicionado al país en remotos lugares de los rankings internacionales de innovación y competitividad.

Para revertir esta tendencia, es necesario implementar políticas públicas que impulsen, fortalezcan y recompensen la investigación y el desarrollo tecnológico, fomenten una cultura de innovación y capacitando al talento en habilidades que estimulen la creatividad. Además, es crucial experimentar con nuevas soluciones para desarrollar soluciones novedosas e impulsar la innovación a través de la colaboración y las alianzas estratégicas entre empresas, startups, universidades y centros de investigación.

La innovación es clave para el desarrollo económico y la competitividad. México tiene un gran potencial para consolidarse como referente en industrias en las que ya tiene conocimiento como Tecnologías de la Información y Comunicación, Fabricación de Equipo Electrónico, Automotriz, Biotecnología, Telecomunicaciones, Industria Aeroespacial, Fábrica Inteligente, Agricultura 4.0, Robótica y Automatización, Desarrollo de Software y Biofarmacéutica, entre otros.

Ideario en Perspectiva

Los “distractores” se han utilizado en la política mexicana desde hace décadas, sin embargo, en la actualidad, estos han evolucionado como política de estado. Estos distractores tienen la función de desviar la atención de la sociedad y de los medios de comunicación sobre temas cruciales para el desarrollo del país. Con esta estrategia los malos resultados sobre la corrupción, la seguridad pública, la educación, la salud pública, entre otros, se diluyen o pierden interés. Para evitar que este propósito se cumpla, es necesario mantenerse informado, estimular el pensamiento crítico, participar en diálogos que fomenten un entendimiento colectivo y exigir transparencia y rendición de cuentas.

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