Sin duda alguna en materia de política electoral en México ha habido sustanciales cambios; uno de los más destacables es la configuración de Coaliciones partidistas. Si bien suena a Perogrullo es obvia la influencia de las circunstancias para formar dos bloques partidistas no hace mucho de diseño impensable, la ocasiona la necesidad de participar en conjunto para adquirir competitividad y en el caso de algunas de esas organizaciones para evitar la pérdida del registro ante el INE, como pudieran ser los casos del Pt, del PRD y del Verde Ecologista. En la conformación de esos bloques partidistas destaca que en Veracruz la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz que postula a Pepe Yunes privilegia la integración de un gobierno de Coalición atendiendo las propuestas programáticas de los partidos de la alianza, no así en el bloque comandado por Morena donde al menos en la aldea jarocha su candidata Rocío Nahle “ni los ve ni los oye”, ni al Pt ni al Verde Ecologista. No obstante, perduran viejas prácticas, pues el partido oficial, Morena, se acomoda a la vieja practica de antaño de someterse a la consigna presidencial para proceder al “destape” de sus candidatos, en Veracruz la candidatura de Rocío Nahle al gobierno de esta entidad pese a la incógnita de Dos Bocas nunca estuvo en duda.
Pero incurriríamos en acentuado error si soslayamos que ha habido un significativo avance en la participación e interés de amplios sectores del electorado en la sucesión gubernamental, lo vivimos en la entidad veracruzana donde Morena mantiene aparentemente cautiva a la población beneficiada por los programas sociales, pero por el lado de la oposición amplios sectores de la sociedad civil se han movilizado a favor de la candidatura de Pepe Yunes. Otro ángulo no menos interesante se refiere al impacto que tienen sobre la mente colectiva el rumor y la percepción respecto a cómo van las campañas por el gobierno estatal, aparecen con igual facilidad con la que se disuelven, hoy se asegura que la candidatura de Rocío Nahle se “cayó” y mañana que Morena ya negoció Veracruz, cierta o no esa versión siempre encontrara oídos y mentes dispuestas para concederle crédito y reproducirla como cosa cierta. Por estos días la euforia ocasionada por la candidatura de Pepe Yunes genera la percepción de que ya supera con mucho a su contrincante, encuentra sustento en las expectativas derivadas de su candidatura. No obstante, debemos reconocer que se percibe un estado de animo contrastante entre los bandos de la contienda: por el lado de Morena, con Rocío Nahle se nota un sensible descenso del optimismo anterior al inicio de la campaña porque el diario acontecer de su andar proselitista no se corresponde con la supuesta ventaja sobre su oponente, y lo peor, en su equipo ya comienza a ser tema de preocupación que en la siguiente visita haya más reclamos de protesta. Y en sostenido contraste, por el lado de la Coalición opositora, con Pepe Yunes el entusiasmo se acrecienta con el transcurrir de su campaña, su discurso se muestra convincente, en diferentes sectores de la población se organizan grupos de apoyo, de promoción y defensa del voto, es decir hay genuina competencia, sunque en redes sociales y medios de comunicación de circulación nacional se multiplican los comentarios acerca de que Veracruz no será para Morena. He allí la cuestión