De una democracia fraguada a golpes de timón, como cincelada en roca a través de muchas décadas, en México aún no podemos asegurar haber conseguido una completa evolución política porque ha faltado estructurar sólidamente una ciudadanía inmune a retóricas de encendidos ribetes hiperbólicos, capacitada y madura para saber elegir a sus gobernantes. Lamentablemente, desde el Sufragio Efectivo y No Reelección de Madero, del Movimiento Estudiantil de 1968, del trauma electoral de 1988 y de la alternancia en 2000, fechas del parteaguas social, político y electoral en México, la población de este país permanece atada a atavismos ancestrales por seguir escuchando “sin cambiarle una coma” la voz del amo que reparte espejitos a cambio de votos, al Tlatoani a quien se debe ciego respeto e ignominiosa sumisión. Gracias a la tenacidad de quienes siempre se han opuesto a gobiernos improductivos, esos dadores de mendrugos para mantener sumisos y dependientes a la clase más menesterosa del país, hemos conseguido avances importantes. Tal parecen ser el equivalente a los molinos de viento a que se enfrentan Xóchitl Gálvez en busca de la presidencia de la república y Pepe Yunes por el gobierno de Veracruz: el uso clientelar de los programas sociales para mantener cautivos, como voto duro, a beneficiarios de los programas sociales cuyos recursos son de origen fiscal, es decir de todos los mexicanos.
En esa tarea se ha embarcado Pepe Yunes Zorrilla en Veracruz, de allí su beligerante actitud en este proceso electoral, porque del discurso da un paso hacia los hechos presentando su declaración patrimonial tres de tres, y a continuación acudió a la Fiscalía Especializada en Materia de Combate a la Corrupción de la Fiscalía General de la República para interponer una denuncia contra Rocío Nahle y quien o quienes resulten responsables por delitos de enriquecimiento ilícito y operaciones con recursos de procedencia ilícita, sustenta el expediente en base al manifiesto crecimiento del patrimonio inmobiliario de la exsecretaria de Energía en el gobierno federal. Esa actitud de Pepe Yunes contrasta radicalmente con quienes lo suponían apático e irresoluto, sin percatarse de las circunstancias imperantes en cada momento; echado para adelante, el candidato de la Coalición Fuerza y Corazón por Veracruz gana puntos adicionales, y a la vez introduce variantes para demostrar que ahora una campaña electoral no se reduce al dictado de las propuestas o al trillado recurso del saludo personal, porque también importa, y mucho, conocer hasta dónde el discurso se corresponde con la realidad, y más aún poner al descubierto lo que está detrás de cada participante en este palenque electoral. Y esto apenas ha comenzado.