Morena tenía hasta hace 10 meses a cuatro importantes operadores financieros. Hoy solo está vivo uno. De los otros tres, dos fueron ejecutados y uno murió en un accidente de aviación. ¿Coincidencias? Algunos no lo creen y piensan que hay un patrón para eliminar a quienes manejaban los dineros, pero no hay pruebas que vinculen las tres muertes que impactaron a dos excandidatos presidenciales, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, y golpea al presidente de Morena, Mario Delgado, que coordina la campaña de Claudia Sheinbaum. En cualquier caso, esta es una de las historias más sórdidas de la sucesión presidencial donde no sucedió nada en la superficie, pero mucho pasó -y está pasando- en las cañerías políticas del poder.
El primero en morir fue Daniel Flores Nava, operador financiero de López, al desplomarse la avioneta en la que viajaba al salir de Veracruz, rumbo a Toluca el 28 de julio. El segundo fue José Guadalupe Fuentes Brito, operador financiero de Ebrard, asesinado la noche del sábado 29 de julio junto con su hijo a pocos kilómetros después de salir de Chilpancingo, sobre la Autopista del Sol rumbo a Cuernavaca. El tercero fue Carlos Narváez Romero, operador financiero de López, asesinado en la Ciudad de México el pasado 13 de mayo cuando regresaba de dejar a su hijo en la escuela.
¿Quiénes los mataron? No se sabe.
¿Qué provocó la caída de la avioneta? Tampoco hay información concluyente. Sus muertes siguen siendo un misterio.
Flores Nava era un contratista del gobierno y fue uno de los beneficiarios de la construcción de la refinería de Dos Bocas. El incremento de su fortuna en este sexenio fue galopante. De acuerdo con Animal Político, fundó en 2011 Proyecta, una empresa que durante el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto obtuvo contratos por 196 millones de pesos. Pero en la primera mitad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, obtuvo contratos por más de 27 mil millones de pesos, un incremento de 13,000%.
La avioneta, según fuentes de inteligencia, pertenecía a tres socios, Flores Nava, Fernando Padilla, el operador financiero de Morena que sigue vivo y Sergio Carmona, el “Rey del huachicol”, que pagó decenas de campañas electorales del partido en el poder, incluidas ocho para las gubernaturas en 2021 y fue asesinado en Monterrey en noviembre de 2021. Carmona ha sido vinculado a Delgado en investigaciones criminales en México y Estados Unidos, al que también vinculan con el tráfico de combustible robado y recursos de procedencia ilícita. El presidente de Morena lo ha negado.
El segundo operador financiero de Morena en morir, el empresario inmobiliario, automotriz y comercializador en los gobiernos de Héctor Astudillo y Evelyn Salgado, José Guadalupe Fuentes Brito, era muy cercano a Ebrard y operaba desde Guerrero, un estado donde hace algunos lustros el excanciller ha tenido una importante base de apoyo político. Era tío de Rubén Hernández Fuentes, actual pareja de Salgado y se inscribió en el conflicto entre las tres principales organizaciones criminales en Guerrero, Los Tlacos, Los Ardillos y La Familia Michoacana.
Las investigaciones sobre su asesinato, aparentemente suspendidas, son un misterio. Nada se sabe sobre sus ejecutores ni los móviles del asesinato. Es lo mismo que sucede con los dos asesinos de Narváez Romero, a quien López, desde su puesto como secretario de Gobernación, impulsó como el administrador de Aduanas tras la salida de Horacio Duarte, un cargo que ha sido una especie de botín durante este sexenio, alrededor del cual se han tejido relaciones oscuras, en particular durante la primera parte del sexenio, cuando el jefe de Aduanas fue Ricardo Peralta, que nombró a Julio Carmona, hermano del “Rey del huachicol” como administrador de la aduana de Reynosa -en este espacio se señaló incorrectamente que lo fue de la de Altamira- y que hoy es testigo protegido en Estados Unidos.
Desaparecidos Flores Nava, Fuentes Brito y Narváez Romero, sólo queda Padilla, el hombre más poderoso en el entorno de López, que conecta con toda la red de complicidades políticas y relaciones extrañas en torno a Carmona. Padilla está vinculado con Rosalinda Hernández, hermana del exsecretario de Gobernación y actualmente administradora general de Auditoría Fiscal Federal del SAT. Junto con ella, Padilla recolectó recursos entre factureros de todo el país para la campaña presidencial de su hermano. También lo metió a la campaña de Sheinbaum.
Padilla opera junto con Delgado y el secretario de Finanzas de Morena, Javier Cabiedes, una figura clave en la estrategia financiera abierta y en la oscuridad del presidente del partido, así como con Édgar Garza, que de acuerdo con los informes de inteligencia, tiene una red de factureros y presunto lavado de dinero. Garza ha estado asociado a Peralta, que tiene probables vínculos con el crimen organizado y junto con su esposa, Gabriela Jiménez, financió a través de asociaciones civiles a políticos de Morena y manejó dinero a prominentes políticos panistas. Jiménez es parte del cuarto de guerra de Sheinbaum y algunos de los panistas ligados a él, están dentro del cuarto de guerra de la candidata opositora Xóchitl Gálvez.
Entre más avanza el epílogo del sexenio, más información inquietante surge de las cañerías de Morena. Investigaciones en curso van profundizando y detallando los vínculos y complicidades dentro de la red de la narcopolítica en el país, donde aparecen líderes de Morena con presuntas ramificaciones a los principales cárteles de las drogas y emergen los nombres de asociados a la dirigencia, al gobierno y a la campaña presidencial, como los operadores financieros y sus vasos comunicantes con el mundo legal y el mundo criminal.
Las muertes de los operadores financieros son un capítulo del que pocos quieren hablar. ¿Fueron extrañas coincidencias? ¿Ajustes de cuentas? ¿Hay alguien que quiera eliminar cabos sueltos? Difícilmente sabremos la verdad. El gobierno de López Obrador no quiere encontrarla o, si la sabe, desea encubrirla. Lo que eventualmente sabremos son los millonarios recursos que circularon a través de los operadores financieros y cuánto dinero del total surgió de actividades ilícitas. Quizás entonces, se rompa la Omertá.