martes, junio 25, 2024

De los matriarcados…

En La Madre Naturaleza se da de todo; bueno, casi todo, la homosexualidad no existe.  Es contra natura; y por ende, es una enfermedad.  Y quien diga lo contrario, es porque tiende a enfermarse y ya se siente medio mal.  No es muy difícil de entender…

Pero la homosexualidad es una enfermedad que lleva la degradación de la especie.  Por algo no se reproducen de manera natural; sino más bien pareciera que por contagio.  Quien no sabe a dónde va, pues por cualquier camino transita…

Y lo cito, porque todo indica que vamos a ser cuates de Xi Jinping y de Vladimir Putin.  A ver si aprendemos algo de ellos.  Toda vez que hace solo 100 años, nosotros estábamos mejor que ellos; y sólo hay que ver la realidad…

Allá algunos trenes corren a 600 KMS por hora; y aquí el Tren Maya y el burrito aquimichú, que se para a cada rato, es lo mismo…

Por eso anoto el antecedente; porque allá, a los enfermos del instinto no les permiten hacer proselitismo de ninguna clase.  Cuidan las tradiciones nacionales y familiares; su historia y su cultura…

Y todo esto lo cito, porque de entre mis tres amables lectores -por cierto, todos los que comentaron son varones- me hacen ver que el Hombre no es el único animal que daña a su pareja; relatando cada historia que, pa qué les cuento…

Las mujeres son terribles.  Como tienen más alcances que uno -son más valientes y una intuición de la que nosotros carecemos- como hace un par de días lo cité en este mismo espacio.  Una buena mujer, es lo máximo; pero cuando están enfermas, son capaces de las más grandes barbaridades…

Sí una mujer dice “este me las paga”, es peor que si le dicen que lo persigue la CIA.  Nada más una persona muy enferma es capaz de asesinar a los hijos de su marido, y hasta a sus propios hijos, por venganza…

Pero vayamos con las arañas, que no solamente dañan a su pareja, se lo comen.  Son caníbales.  Las llamadas “Viuda Negra” así actúan.  Y los otros, bien que saben a dónde van y dónde se van a meter; pero han de pensar, que por un buen sexo, bien vale la pena jugarse la vida.  Más o menos como ver París y después morir…

Lo que también puede suceder en los humanos.  Los cardiópatas, por ejemplo; hombres y mujeres que se llegan a morir en “la suerte”.  Y aunque debe de ser padrísimo morirse así; lo malo es la bronca pal otro.  Y debe de ser muy gacho; hasta para dar explicaciones…

¿Cómo fue? ¿Qué pasó? Preguntarían amigos y familiares.  ¿Se imaginan? Y luego que quieren hasta detalles.  ¡Que oso!…

Solo que en las arañas es un instinto el que obedecen al engullirse al macho, siempre más pequeño.  Y no creo que nadie haya pedido una eutanasia así; y menos que se le haya cumplido.  No hay quien se preste al tú dale hasta que se muera y nos avisas.  Pos no; ¿quién se avienta ese trompo a la uña?

El caso, regresando con el apunte de que “el Hombre es el único animal que daña a su pareja”, no es lo único que nos diferencia de otros mamíferos.  Aunque ese solo hecho nos pone hasta abajo en la escala zoológica…

En las complejas sociedades que forman los animales, hay matriarcados y patriarcados.  Y también las hay, dónde la pareja es la que dirige a la familia; y todas funcionan muy bien.  Pero por regla general, la hembra es la que selecciona -o acepta- al macho con el que va a procrear…

Lo que no siempre es así entre los humanos.  Todavía hay lugares en que los padres se ponen de acuerdo con quienes se van a unir sus hijos.  Y hasta hay quienes se unen por dinero…

En el entendido, de que quien daña a su pareja, es porque está dañado y por ello, consecuentemente daña todo lo que le rodea.  Y si es escandaloso el que se dañe a la pareja; es todavía más aberrante que destruya su hábitat…

Un simple comentario: Como la salud es la mayor de las riquezas.  Si se quiere el bien de los ciudadanos; por sobre todo lo demás, se debe invertir en salud, que es lo que da la felicidad-la enfermedad da angustia, tensión-…

Y también se debe fomentar el consumo de lo que la tierra produce; porque de ahí viene el arraigo.

Y aquí nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.

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