En una Latinoamérica que se debate entre la democracia y las dictaduras, entre la izquierda y la derecha, entre la sumisión o el rechazo a la injerencia estadounidense en la región, la noticia de una nueva asonada militar en Bolivia acaparó ayer todos los informativos en línea y redes sociales de la región.
Y con la sorpresa del «intento de golpe de Estado» boliviano, que terminó con la imposición del orden constitucional y la Presidencia de Luis Arce nombrando a un nuevo gabinete militar, encarando la situación y ordenando la captura del general rebelde, Juan José Zúñiga, lo que finalmente sucedió poco después de dos horas de que tomara el Palacio del Quemado, vinieron las reacciones internacionales, incluida la de Estados Unidos, descalificando la intentona golpista y diciendo solamente que «seguían con atención» la crisis boliviana.
No es para nada casualidad que al escepticismo estadounidense se haya opuesto la reacción casi uniforme y en cadena, incluso sincronizados en los tiempos, de los gobiernos izquierdistas de Latinoamérica. Con México y Brasil a la cabeza, con Lula Da Silva y López Obrador condenando el golpe y descalificando la asonada contra el Presidente de Bolivia y contra el Movimiento Socialista de Evo Morales, siguieron las reacciones de Gabriel Boric, de Chile, Gustavo Petro de Colombia, de los kirchneristas de Argentina y todo el eje de la izquierda incluidos los cínicos dictadores de Venezuela, Nicolás Maduro y de Cuba, Miguel Díaz Canel, reclamando un golpe militar en Bolivia, cuando ellos mantienen sometidos y en la pobreza, precisamente con la ayuda de los militares, a los ciudadanos de sus países.
Porque parece que detrás de lo ocurrido en Bolivia, que claramente responde a sus propias crisis estructurales y a su división interna, se aparece una especie de «jaloneo» en el péndulo ideológico que domina Latinoamérica, en el que mientras la derecha en la región ha empezado a crecer con el naciente liderazgo regional del ultraderechista argentino, Javier Milei, la izquierda vuelve a tomar protagonismo y se anota un éxito con el frustrado golpe militar, en el que demuestra que los gobiernos izquierdistas en la región, desde México hasta la Patagonia, no sólo están organizados y alineados en su defensa ideológica, sino que además son sólidos y pueden resistir las intentonas golpistas.
Y es que hace apenas unas horas la referencia latinoamericana en el mundo era el estridente Javier Milei, quien desató pasiones en su reciente gira por Europa, entre los que lo repudiaban y los que lo vitoreaban como si fuera la nueva figura latinoamericana, con gritos de «¡Libertad, Libertad!», tanto en las calles y foros de Madrid como en las de Alemania, donde incluso lo recibió el canciller alemán Olaf Scholz; pero de pronto, el foco cambió y ahora la noticia es el embate contra el paraíso izquierdista (y cocacolero) de Evo Morales en Bolivia.
Afortunadamente el episodio boliviano terminó sin víctimas fatales y con el restablecimiento del orden constitucional, pero no deja de ser interesante cómo la polarización que vive el mundo, entre las derechas extremas y las izquierdas demagógicas y populistas, desde Europa hasta Latinoamérica, se ve reflejada cada vez más en las sociedades de muchos países, entre ellos México, que se han dividido por motivos políticos e ideológicos y en donde la lucha de fuerzas entre los izquierdismos trasnochados y el neoliberalismo de derechas, ha llevado a su población a dividirse y confrontarse.
Por cierto, en medio de todo este episodio que tiene que ver claramente con un tema continental, de los equilibrios en América Latina y los intereses de los Estados Unidos en toda la región, ayer fue notorio cómo la reacción del Gobierno de México tardó en producirse porque, aparentemente el Presidente se estaba «coordinando» con sus amigos izquierdistas y dictadores como Lula, Petro, Boric, Maduro y Díaz Canel y también con la presidenta electa, Claudia Sheinbaum; al menos eso indica la sincronización de tiempos para que salieran los mensajes de condena desde México y otros países del ala izquierdista latinoamericana.
Así que, entre el lamento boliviano protagonizado ayer por un general rebelde y ambicioso, pero sin el respaldo de las élites militares ni de la mayoría de las tropas bolivianas y la gira de «rockstar» que realizó Milei por España y Alemania, el péndulo ideológico que por décadas ha movido los destinos de Latinoamérica y que en muchas ocasiones fue empujado por la mano de Washington y en otro por las propias dinámicas locales y las luchas de poder entre los países de esta región, pero siempre ha mecido el sueño latinoamericano de democracia, libertad y crecimiento, de un lado hacia los partidos, movimientos y hasta mafias criminales y dictaduras de la izquierda y del otro lado hacia los gobiernos y también mafias criminales y dictaduras de las derechas neoliberales y radicales que se disputan este pedazo del planeta.
Parafraseando la cita de Don Porfirio, se diría de esta hermosa región que es el edén del mundo: «Pobre de Latinoamérica; tan lejos de Europa y Asia y tan cerca de los Estados Unidos»… Se lanzaron los dados y tocó Doble Escalera. La semana siempre mejora.
Salvador García Soto