lunes, junio 24, 2024

Hablemos de una oposición quimérica

Quimera: aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo. RAE

Morena y sus aliados barrieron a los partidos opositores el 2 de junio. Su participación institucional será testimonial. No tendrán ningún tipo de poder en el Congreso, salvo en un puñado de estados y en gobiernos locales.

Electorado opositor sí existe. De los 58.6 millones de votos en la elección presidencial, 22.7 lo hicieron por los dos candidatos opositores (Xóchilt Gálvez o Jorge Álvarez Máynez), lo cual representa el 39% de los votantes. Es una cifra nada despreciable.

De estos 22.7 millones, 16.5 lo hizo por la alianza PAN-PRI-PRD y 6.2 por MC.

Lo que está en extinción son los partidos del pasado, protagonistas de la transición a la democracia.

El PRD, de hecho, ya perdió su registro como partido al no alcanzar el 3% de la votación en alguna de las elecciones federales. Adiós a la entidad que aglutinó a la izquierda por más de 25 años desde su fundación en 1989 hasta la división que sufrió con el registro de Morena como partido en 2014. En diez años, López Obrador lo vació hasta convertirlo en un cascarón que le apostó a la alianza con el PAN y el PRI como tabla de salvación. No le funcionó.

Lo del PRI ha sido una muerte lenta. Es el partido con la peor imagen en el electorado. Una pésima marca que va feneciendo de una hemorragia gradual de cuadros y votantes. De ser el partido hegemónico durante 70 años, hoy sólo gobierna en dos entidades: Coahuila y Durango.

En el primero, sin embargo, ganó Sheinbaum la elección presidencial, la alianza Morena-PT-Verde se quedó con las dos senadurías de mayoría y de los ocho distritos federales en disputa el oficialismo ganó en cinco.

En Durango también triunfó Claudia, el oficialismo se llevó las dos senadurías de mayoría y de los cuatro distritos federales capturaron tres.

Es decir, los arrasaron en sus dos bastiones.

En el PAN no cantan mal las rancheras. Tampoco les fue bien en sus otrora baluartes electorales.

En Yucatán salieron derrotados en todas las elecciones federales: la presidencial, la del Senado y las diputaciones federales, salvo una. En lo local, perdieron la gubernatura del estado.

En Chihuahua, el PAN perdió la presidencial, la de senadores y cinco de las nueve diputaciones federales.

Guanajuato, bastión panista por excelencia, el blanquiazul perdió la presidencial, las dos senadurías de mayoría y ocho de las 15 diputaciones en juego. El único baluarte que permaneció panista después de estas elecciones fue Aguascalientes. Ahí sí ganó Xóchitl la presidencial, se llevaron las dos senadurías de mayoría y las tres diputaciones de la contienda. Sin embargo, este estado apenas representa el 1.1% de la población del país.

Salvo que el PAN haga una cirugía mayor, me parece que continuará por el mismo camino del PRI y, eventualmente, del PRD.

Lo cual nos deja a Movimiento Ciudadano, partido que le apostó a convertirse en la tercera vía de la política: ni miembro de los partidos del pasado ni aliado de la poderosa maquinaria morenista.

MC no sólo salvó el registro, sino que incrementó su votación a más del diez por ciento. No se ve mal en una primera instancia. Pero a este partido no le fue nada bien en sus dos bastiones electorales.

Lo de Nuevo León fue un desastre. Quedaron en segundo lugar en la elección del Senado y no consiguieron ni una sola de las 14 diputaciones federales. La esposa del gobernador perdió la elección de la alcaldía de la capital y la oposición controlará el Congreso local.

En Jalisco les fue un poquito mejor. Retuvieron la gubernatura, pero no se llevaron ni una sola senaduría y sólo ganaron un distrito de diputado federal de los 20 en juego, el único que se llevaron de mayoría en todo el país.

En suma, ganaron votos a nivel nacional, pero perdieron los dos baluartes locales que tenían.

Dante Delgado dijo en una entrevista con López-Dóriga, en Fórmula, que si MC no desbancaba a PAN-PRI-PRD de la segunda posición, él se retiraba de la política. Seguimos esperando la renuncia del cacique emecista, quien permanecerá en el Senado por la vía plurinominal.

Mientras tanto, Salomón Chertorivski se pelea con Morena por la repartición de los escaños en el Congreso de la Ciudad de México. Creo que ya se dio cuenta de que los morenistas no se comportan como caballeros ingleses, sino como una aplanadora que arrasará a todos, incluyendo los “buena onda” emecistas que les hicieron el favor de dividir el voto opositor.

Así nuestra quimérica oposición.

X: @leozuckermann

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