Esta elección popular, además de histórica, se caracteriza por estar plagada de irregularidades, entre las principales está la de celebrar el triunfo festinando una ventaja de 20 puntos a las diez de la noche del día de la votación cuando en la mayoría de las casillas aun se estaban contando los votos; otra más se reveló al detectarse urnas con mayor número de boletas de las permitidas, o contabilizar votos en mayor número que personas registradas en la lista nominal. Lo recomendable en estos casos es la impugnación, y así lo anunció Pepe Yunes que se hará para dar certeza y acreditar la valía del voto ciudadano. Vicios aparte, el asunto se combina con la irregular intervención de la secretaría de Gobernación al informar sobre una supuesta integración del Congreso Federal, acción que solo corresponde hacerlo al Instituto Nacional Electoral, pues tiene hasta el 23 de agosto para determinar la asignación de legisladores por la vía de representación proporcional una vez que el Tribunal Electoral determine lo relativo a las impugnaciones presentadas. Pero ese proceder de la referida secretaria forma parte de una bien orquestada estrategia que dio inicio con el golpe mediático del triunfo adelantado y prosigue con acciones de distracción y desinformativas. No que la elección presidencial pueda ser anulada pero parte importante en estos momentos de la evolución política del país residen en la integración del Poder Legislativo, que conforma otra instancia de medular jerarquía pues forma parte indivisible del Plan B anunciado por el presidente López Obrador como condición sine qua non para llevar a cabo las reformas al marco constitucional de México.
Nos ha tocado vivir esta experiencia político electoral verdaderamente histórica por muchos motivos, en primer termino porque da lugar al arribo de una mujer a la presidencia de un país caracterizado como machista, pero subrayadamente porque acarrea el impulso de crear un régimen diferente al iniciado con la Revolución Mexicana, es “el segundo piso” de lo plantado por AMLO, aunque debemos esperar a que Sheinbaum porte la banda presidencial para saber el contenido de su proyecto de gobierno, porque la experiencia avisa que una es la actitud de quien figura como candidato@ y otra la de quien ya es titular del poder ejecutivo federal, entonces conoceremos a la verdadera Claudia Sheinbaum, quien tendrá que lidiar con las pretensiones transexenales de su padrino político. Lázaro Cárdenas al igual que Claudia Sheinbaum durante su faceta de candidato presidencial nunca debatió decisiones de Plutarco Elías Calles, su padrino político, tomo posesión en diciembre de 1934 y dos años, su gabinete se integró con la venia de Calles, pero en 1936 Calles y sus más cercanos salían camino al exilio con la bendición del presidente Cárdenas. “La historia, cansada de crear, se repite”, dice un añejo cuento.